Tras los monstruosos actos cometidos por Adolf Hitler y su régimen en el contexto de la Segunda Guerra Mundial se esconden una serie de detalles personales poco conocidos sobre el Führer.
La oficina de Adolf Hitler en Berghof. Fotografía tomaada en 1936. Bundesarchiv / Wikimedia Commons
Los crímenes de guerra cometidos por la Alemania del Tercer Reich, liderada por Adolf Hitler, aseguraron que su nombre no conozca de fronteras geográficas ni temporales, y que se asocie a una figura vil, sin escrúpulos.
Detrás de los sucesos trascendentales que marcaron esta época oscura de la historia de Europa se encuentra un hombre que los documentos históricos han descrito como introvertido y de baja autoestima, vengativo, que gozaba de pocas habilidades sociales.
Asimismo, existen otros datos sobre su persona y su vida que son mucho menos conocidos porque han quedado eclipsados por las atrocidades que su régimen llevó a cabo durante la Segunda Guerra Mundial.
Estos son 6 datos poco conocidos sobre la vida de Hitler.
1. SU DIETA ERA VEGETARIANA
Un detalle tan trivial pasó desapercibido durante varias décadas, hasta que en 2012 una mujer llamada Margot Wölk confesó que había formado parte de un equipo de 15 catadoras personales del Führer, dedicadas a probar toda la comida una hora antes de que este la tuviera que ingerir, evitando así que pudiera ser envenenado.
Lo cierto es que Hitler tenía una obsesión y gran temor hacia esta posibilidad, y se conoce que llegó a producir todo su alimento en un huerto personal de su cuartel militar, el búnker secreto de Polonia conocido como la Guarida del Lobo.
Aunque las catadoras nunca vieron a Hitler en persona, probaban todos y cada uno de sus banquetes. Wölk contó que siempre comía vegetales acompañados de arroz o pasta. Esta información concuerda con aquella proporcionada por una de sus secretarias a través de sus memorias, que relatan que durante una comida el Führer contó que no comía carne tras su visita a un matadero, que le había parecido una industria de lo más cruel.
2. AMANTE DE LOS PERROS: ¿REALIDAD O PROPAGANDA?
Es, sin duda, de lo más inesperado que un personaje como Hitler sintiera disgusto por la actividad llevada a cabo en los mataderos. No obstante, este promulgó algunas leyes animalistas que confirman que, para él, estos estaban por encima de algunas personas.
Por la vida de Hitler pasaron varios perros, ya desde su juventud, con los cuales sacaba su faceta más cercana. Sin embargo, fue un pastor alemán llamado Prinz (“príncipe”) quien despertó en él un profundo sentimiento de admiración por su extraordinaria lealtad.
En cierto modo, es muy probable que el Führer utilizara su genuino amor por los perros, y en particular por el pastor alemán, también como un ejemplo de lo que esperaba de las personas de su régimen: devoción sin condiciones y «pureza racial».
Se dice que Blondi, la que fue su última mascota, recibió más muestras de afecto por parte de Hitler que su propia amante. En sus últimos momentos, encerrado en su búnker para evitar ser atrapado por las Fuerzas Aliadas, el jerarca nazi usó cápsulas de cianuro para terminar con su vida, y también la de Blondi.
Hitler acompañado de su pastor alemán Blondi, junto a quien sería su esposa, Eva Braun. Bundesarchiv
3. SUFRÍA ADICCIONES SECRETAS
Antes del ascenso nazi al poder, Alemania se había convertido en un centro de elaboración y distribución de cocaína refinada y otras drogas como el LSD, las anfetaminas o la morfina debido principalmente a una profunda crisis social y económica. No obstante, estas sustancias fueron ilegalizadas durante el Tercer Reich con el objetivo de purificar la imagen del país.
Este hecho no terminó con el consumo de drogas sino que hizo que a partir de aquel momento muchas personas llevaran sus adicciones en secreto, incluidos varios jerarcas nazis como Göring o el mismísimo Führer.
Muchos narcóticos se reconvirtieron en productos farmacéuticos para usos distintos. En el caso de Hitler, el consumo empezó como una solución a sus problemas estomacales que fue progresivamente en aumento, tanto en frecuencia como en fuerza, llegando a tomar recurrentemente una mezcla de cocaína y opiáceos, e incluso anfetaminas para hacer frente a las secuelas de las presiones de la guerra. En consecuencia, su estado de salud se deterioró gravemente.
Pervitin, el arma secreta de los nazis.
Las drogas también se usaron como una herramienta para la guerra: un tipo de metanfetamina llamada Pervitin permitía a los soldados combatir durante días sin descanso.
4. ¿TENÍA UN PASAPORTE FALSO?
Se trata de una anécdota de lo más peculiar: durante la Segunda Guerra Mundial se creó un pasaporte con el nombre, foto y firma de Adolf Hitler que lo identificaba como judío con la gran J de color rojo que estos debían llevar estampada en su documento de forma obligatoria en los territorios del Tercer Reich.
Es bien sabido que el Führer no era judío y que, además, sentía especial rechazo hacia este pueblo. Entonces, ¿quién había confeccionado el pasaporte falso, y con qué finalidad?
Pues bien, en el contexto de la guerra, ambos bandos usaron el espionaje como una herramienta útil para obtener información sobre el enemigo. Para ello, debían integrarse por completo en el entorno bajo una nueva identidad, que era proporcionada por los servicios de inteligencia incluyendo todo tipo de documentación falsa.
La autoría del pasaporte se atribuyó al Ejecutivo de Operaciones Especiales (SOE), una agencia de inteligencia británica impulsada por Winston Churchill, aunque todavía se desconoce a día de hoy si se trataba de una mofa hacia Hitler o una advertencia de los grandes niveles de realismo que podían alcanzar sus producciones.
5. HITLER CONTRA LA CIENCIA
Los episodios de violencia a manos del régimen nazi empujaron a muchas personas al exilio, entre ellos científicos de renombre como el mismísimo Albert Einstein, Otto Frisch o Niels Bohr.
Esta fuga de brillantes talentos puso a Alemania en una posición difícil en cuanto al desarrollo de tecnología militar, y sumado a un cierto desinterés por parte de Hitler dejó al Tercer Reich sin la posibilidad de desarrollar un programa nuclear propio: el Uranprojekt del físico Werner Heisenberg.
Pero esta no sería la única vez que los valores del régimen se interpondrían al mundo científico. Entre 1938 y 1939, Hitler obligó a tres científicos a rechazar un Premio Nobel a raíz de un nuevo decreto emitido en 1937 que prohibía que los ciudadanos alemanes recibieran este galardón.
Se trata concretamente de Richard Kuhn, ganador del Premio Nobel de Química en 1938 gracias a su investigación sobre los carotenoides y las vitaminas; Adolf Butenandt, ganador del Premio Nobel de Química en 1939 por su trabajo sobre las hormonas sexuales, y Gerhard Domagk, ganador del Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1939 por el descubrimiento de los efectos antibacterianos del Prontonsil. Estos son los tres únicos científicos de la historia que han rechazado el premio de la Academia Sueca.
6. LAS MUJERES DE LA VIDA DEL FÜHRER
La historia comúnmente se refiere a Eva Braun como la amante de Hitler, dado que la pareja solamente contrajo matrimonio momentos antes de morir juntos, dentro del búnker donde se envenenarían con cianuro.
No obstante, no solamente su final fue turbulento sino también su relación. Braun desarrolló una obsesiva fascinación por el líder nazi y dedicó a él su vida, pero nunca terminó de recibir por parte de él la atención y el cariño deseado, y su relación se mantuvo prácticamente secreta durante mucho tiempo. Esto la llevó a intentar suicidarse hasta dos veces, una en 1932 y otra en 1935.
Llegada la Segunda Guerra Mundial, esta situación solamente empeoró debido al poco tiempo que el Führer dedicaba a la vida privada. Sin embargo, algo cambió cuando se encerraron en el búnker de Berlín dando la guerra por perdida: tras redactar su testamento y repartir las cápsulas de cianuro, pero antes de ingerirlas, Eva Braun y Adolf Hitler se casaron en presencia del resto de jerarcas nazis que se encontraban refugiados con ellos.
Fuente: Historia National Geographic