Los videojuegos conquistan el mundo del arte: Pac-Man y Tetris entran al MoMA

PacmanEl museo de Nueva York adquirió 14 videojuegos para su colección.

por Denisse Espinoza A. (diario La Tercera de Chile)

No es primera vez que el MoMA de Nueva York dicta pauta. Cuando a principios del siglo XX, gran parte del público y la crítica rechazaban el cubismo y el arte abstracto, el MoMA tuvo la idea de iniciar su colección con las mejores pinturas de Picasso, Kandinsky y Chagall. O, en los años 60, cuando nadie daba un peso por la obra “superficial” y “consumista” de Andy Warhol, el MoMA no dudó en señalarlo como el estandarte del pop art americano.

Y hoy, cuando suponíamos que todo en el arte contemporáneo había sido visto, el MoMA parece estar un paso más adelante. En enero pasado el museo adquirió 14 videojuegos para su colección permanente. ¿Estamos, acaso, ante una nueva revolución en el concepto de Arte? El debate se encendió.

“¿Son los juegos de video un arte? Seguro que lo son, pero también son una de las piezas más importantes y discutidas de creatividad en el diseño actual”, dijo, en enero, Paola Antonelli, curadora del departamento de Arquitectura y Diseño del MoMA que adquirió los videojuegos. “Nuestros criterios de selección hacen hincapié no sólo en la calidad visual y experiencia estética, sino en la elegancia del código que genera la interacción entre diseño y jugador”.

Estas nuevas adquisiciones son ahora parte de la exposición Diseño Aplicado, que este mes abrió sus puertas en la segunda planta del museo. En un montaje simple y austero, se despliegan los 14 videojuegos; entre los más clásicos están Pac-Man (1980), Tetris (1984) y Another World (1993). Mientras que de la última década destacan Canabalt (2009) y Los Sims (2000). La idea del MoMA es de aquí a unos pocos años, adquirir un total de 40 piezas, entre ellas: Space Invaders (1978), Super Mario Bros (1985), La leyenda de Zelda (1986) y Street Fighter II (1991). “Para la muestra nos hemos despojado de adornos y de los nostálgicos gabinetes y consolas. Sólo está la pantalla, el controlador y el sonido, los componentes claves para comprender la interacción con el jugador”, dice a La Tercera Kate Carmody, parte del equipo curatorial.

Juegos para el futuro

Pero la audaz jugada del MoMA ya tiene detractores. Brian Moriarty, del diario inglés The Guardian, tacha de “error” pretender que los videojuegos son un arte, y señala si no es pertinente preguntar: “¿Por qué juegos medianamente interesantes como Canabalt son consagrados por el MoMA, y el ajedrez, con reglas más elegantes y duraderas, jamás lo ha sido?”. Otro crítico es el jurado del Premio Turner, Jonathan Jones, quien plantea que el videojuego rompe con el concepto de artista, base esencial del arte: “Toda obra de arte es un acto de imaginación personal”, dice.

En esta cruzada, el MoMA no está solo. El año pasado el Museo Smithsonian hizo una muestra y un libro sobre los 40 años de los videojuegos, a través de una selección de 80 de ellos. Un antecedente que avala la decisión del MoMA por preservar estas piezas para la posteridad. Una de las medidas fue tener el código de programación original del juego, que fue donado por los diseñadores y empresas. “Hemos pedido también los emuladores existentes y entrevistado a los diseñadores con el fin de traducir estos juegos en el futuro, si es que la tecnología queda obsoleta”, ha dicho Paola Antonelli. “Picasso es una parte del museo y siempre lo será, pero el MoMA fue fundado para el arte de nuestro tiempo. Lo ‘moderno’ está en constante evolución”.

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