En su cuarta visita, Willy Crook & The Puelches se presentarán mañana, a las 22, en Teatro El Viento. Traen para el público “un repertorio representativo de los discos más sugerencias”, dijo el músico.
Willy Crook responde el teléfono y está agitado. Es el cuarto llamado hecho en el día para concretar una entrevista. Primero estaba en un programa de televisión. A las tres horas, se despedía. Cuando la tarde caía sobre Buenos Aires, pedaleaba de regreso a su casa. La última vez que atiende, ya dejó la bicicleta, y se acomoda para charlar.
“Te había dado mi palabra, así que si no cumplo tenés derecho a morirte y matarme”, dice el músico. “O al revés”, le responden. “No no no, así para que sea más trágico y salga en más diarios”, dispara y se ríe.
Con nueve discos editados como solista, Willy Crook es, sin duda, uno de los mayores exponentes de la música Funk & Soul del país. Integró grandes bandas como Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Los Abuelos de la nada y Lions in Love. Ahora, y en su cuarta visita a la ciudad, Willy Crook & The Puelches se presentarán en vivo el viernes, a partir de las 22, en Teatro El Viento. La formación: Willy Crook, en guitarra, saxo y voz; Tommy Stancati, en teclas; Pablo de la Fuente, en saxo; Julián Cabaza, en batería y Gustavo Giannini, en bajo. También estará en General Roca, Las Grutas, Puerto Madryn, Trelew y en junio vuelve para recorrer la cordillera.
¿Una vez más de visita al Sur?
Sí, esta es una grata parte de mi trabajo. De tocar con determinados amigos disfruto. He tenido la suerte de cruzarme con el vulgar ciudadano de a pie, Guatavo Giannini. Digo esto, porque me gusta exagerar y decirle un simplón, porque al lado de los tipos de traje trasnochados que me han dicho: ‘yo te llevo bla bla, a Las Leñas bla bla’, él sí lo hizo posible. Tuve la suerte esa, incluso se han dejado bautizar y por calidad humana y musical son gente de dimensiones. Son viejos amigos que acabo de conocer.
¿Es cierto entonces que la Patagonia te sedujo?
Es fantástico ir de Cutral Co y cruzar esa tierra y preguntarte ¿Cómo almaceno todo esto? ¿Cómo hago para contárselo a mis amigos, a mi chica o a mi hijo cuando llegue a Capit Fé de Edimburgo? La estepa y el desierto me fascinan y me ponen loco, son crueles y hermosos. No es el resorte que estaba buscando, pero viviría ahí. Me encantaría padecer ahí y no en Corrientes y 9 de Julio.
¿Y qué van a proponer para esta noche en Teatro El Viento?
Vamos a hacer un repertorio representativo de los discos, más perlas ocasionales, más sugerencias de los chicos Puelches de ahí: lo que a ellos les apetezca. Por lo general, trato de dar como orden que sean temas que los sepa tocar y que los goce. Porque mi obra es muy extensa. Por otra parte, hay muchos músicos locales invitados, con los cuales tenemos a la superestrella, porque es un asteroide, Tommy Stancati, de San Martín de los Andes, en piano, una criatura indescriptible, según Carl Sagan.
Tu carrera es verdaderamente extensa y seguís tocando. ¿Cómo sobreviviste?
Lo veo desde la óptica que en una época me la pasé llorando sobre lo llovido, criticando y no moviendo un pelo, sin sacar el instrumento de su estuche, en esas etapas rústicas y opacas que creo, todos tenemos. A mí me gusta ir con un proyecto, que es tocar y pasármelo bárbaro en las dos horas que tenemos. La calidad de una yunta, depende también de la calidad del humano. Que calcule el lector, las horas de hotel, furgoneta, problemas. Ahí salta quién es un fifí. Tiene que ser gente homogénea, curtida y entender que esto el rock and roll y no Disneylandia. No te van a parar la calesita para que te saques la sortija. Hay veces que ganás plata y después no tenés ni para pagar el gas.
¿Qué proyectos tenés para este año?
Por suerte, Dios atendió. Me compré una guitarra, una Telecaster Thinline, como la que se me perdió y con la que compuse todos mis temas. Además estoy grabando el disco que se truncó por mala onda del estudio y todo eso. Lo había suspendido hasta que cambiaran los aires, y también voy a tocar como invitado con Los Gardelitos en breve, y con Viejas Locas. También toco de invitado con el negro García López, así que mi beta de rocanrolero sigue intacta. Toco con Gillespi. Editamos un disco, pero son noticias de ayer, porque es del año pasado. Lo de ahora ya está mucho mejor.
Contame acerca del nuevo disco ¿Cómo está concebido?
Se llama “Demasiado cierto”. No sé si alguien leyó el poema de Allan Poe “A Dream within a Dream” (Un sueño dentro de un sueño), que el tipo dice sí, ‘estoy loco, pero no me despierten que en mi sueño está todo bien’. Y más o menos gira en torno a eso, la locura que vemos en el estrato diario del mundo real, y uno no está en condiciones de cruzar las fronteras esas para sí mismo.
Nobleza obliga. Debo preguntarte por el pasado junto a Los Redonditos de Ricota.
Decíle a Nobleza que dé la cara y no se meta. Fueron uno de los orgullos más grandes que tuve. Si bien me fui porque ya no me gustaba más, fui creciendo, yo entré ahí sabiendo nada, preguntale al Indio, yo estaba limado. Tenía un saxofón y no tenía la menor idea. Pero los invisibles que nos rodean ayudaron a que yo entendiera que ese tren iba a pasar una sola vez. A todo esto, yo no tenía la menor idea de lo que era una banda de rock. Creía que los discos los grababan los mismos que eran astronautas, entidades míticas, no seres humanos. Era realmente interesante, ahí aprendí, dijo el mosquito, y fui creciendo al punto que cumplí con los mandamientos tácitos de Patricio Rey: que jamás los digo porque no existen. Pero a veces es preferible ser capitán de tu botecito y no pasajero en un transatlántico.
De todas maneras, muchos se quedan con la tranquilidad de viajar en transatlántico.
Creo que soy un caso heroico o de inconciencia total. Porque se ganaba muy buen dinero y yo, en esa época, vivía en la calle, literalmente, pero no se me movió un pelo. Ojalá con las damas hubiera sido tan oportuno en las retiradas. Siempre me quedé hasta que reinventaron la catapulta, nunca entendí las señales de ‘desaparecé por el amor de Dios’. ‘Sonsa, esa es tu manera de llamar la atención’, decía yo.
Por LORENA VINCENTY
Diario La Mañana Neuquén