Argentina exhibe su arte en la Bienal de Venecia

imagenOscar Smoljan, director del Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén, cuenta cómo vive nuestro país la apertura del gran evento del arte mundial con pabellón propio.

El fotógrafo argentino Srodek Hart llega con su antropología fotográfica

El arte argentino está representado y con pabellón propio, a la 55ª edición de la Bienal de Venecia, cuya consigna para este año es «El Palacio Enciclopédico», una idea de su curador Massimiliano Gioni, quien se basó a su vez en el artista italoamericano Marino Auriti quien ideó un museo imaginario destinado a albergar todo el conocimiento del mundo.

Si bien el pabellón argentino, en los arsenales venecianos, ya había sido abierto el año pasado con obras del recientemente desaparecido Clorindo Testa (en la Bienal de Arquitectura), este año fue reinaugurado con el acompañamiento de prestigiosos artistas como Julio Le Parc, Diana Dowek, Renata Schussheim, Marta Minujín, Daniel Santero, Magdalena Jitrik y Rosa María Ravera, entre otros.

La apertura realizada este miércoles precedió a la inauguración de la Bienal que tiene lugar este 1 de junio y contó además con la asistencia de autoridades entre las que se encontraba el embajador argentino en Roma, Torcuato Di Tella y el ex director del MNBA, Guillermo Alonso.

La obra dominante en los 500 metros cuadrados que cubre el pabellón argentino, es sin duda la megainstalación de la artista plástica rosarina Nicola Constantino «Eva-Argentina. Una metáfora contemporánea», curada por Fenando Farina.

Se trata de dos videoinstalaciones, un objeto-escultura cinético y otra instalación más abstracta que forman parte de un recorrido que propone al espectador un viaje por la vida de ese verdadero mito nacional, y en la cual, la propia artista encarna a Evita en distintas etapas de su breve vida. Según Fernando Farina, «Nicola piensa a Evita en una rapsodia inconclusa porque su protagonista muere joven, dramáticamente, pero también porque sigue viviendo en los mitos, en las reivindicaciones, en las discusiones políticas. Su abordaje es representar a Evita como la suma de todas las Evitas conocidas, imaginadas, pensadas, deseadas. El retrato, la reconstrucción, recupera algo fantástico como un espejo del inconsciente. Es atemporal, o mejor dicho, todo es presente.»

En esta propuesta no está ausente una metáfora sobre su precaria salud, la cual se extinguió en 1952, cuando ella tenía sólo 33 años.

La compleja obra impresiona por su calidad técnica sobresaliente -aquí se lleva el mérito técnico José Jiménez- y ha recibido en Venecia un reconocimiento.

La obra de Constantino ocupa la mayor parte del pabellón argentino. Quizás se podría haber utilizado el generoso espacio construyendo la obra con un sentido más monumental, volumétrico de la propia instalación, que hubiera ganado en representación y en puesta en valor de la propia obra.

En sucesivas entregas continuaremos contándoles aspectos de esta 55ª Bienal de la ciudad de los canales, en la cual se destacan obras de países como Chile, Israel, Sudáfrica o la misma Santa Sede, que participa por primera vez en este encuentro con una extraordinaria obra contemporánea que sitúa a la Iglesia en un plano más terrenal, reflejo tal vez de la impronta que ya le ha impreso a esta milenaria institución el Papa Francisco. No es un dato menor que los dos pabellones, el de la Santa Sede y el Argentino estén contiguos y con propuestas diferentes.

 

Por Oscar Smoljan

Director Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén

FUENTE: diario Río Negro.

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