Los tópicos más tontos

Aurelio

Entrevista a Aurelio Arteta: «Sin Educación de la Ciudadanía, crecen los tópicos más tontos»

El catedrático de la Universidad del País Vasco, en su libro ‘Si todos lo dicen…’, nos ayuda a distinguir las frases hechas que atentan contra la ética.

Cuando con suficiencia, para animar a un amigo, con buena intención, le aseguramos que el tiempo pone a cada uno en su lugar, estamos incurriendo en un error, en una mentira. No es fácil sostener que el tiempo hizo justicia con Cristóbal Colón o Alejandro Magno, pero no cabe pensar que en la vida común el que la hace, la paga. Por desgracia, en nuestro día a día, los pérfidos medran y los buenos, con frecuencia, fracasan. El caso es que este tópico, como otros muchos relacionados con la acción política y moral, pueblan nuestro vocabulario diario, esas frases hechas con las que se nos llena la boca, presentes en todos los campos (la política, los famosos, la publicidad, nuestro entorno…). El catedrático de Filosofía Moral y Política Aurelio Arteta vuelve a recopilar un centenar de ellos en el libro Si todos lo dicen… Más tontos tópicos (Ariel), un espejo de nuestro lenguaje ordinario que nos ayuda a analizar los errores y la peligrosidad que estos pueden entrañar. Una lección que, a buen seguro, también sería interesante enseñar en los primeros niveles educativos, donde la ética, por desgracia, está siendo borrada del mapa, lamenta el profesor.

Pregunta.- ¿Qué método y qué criterios siguió para elegir de entre todos los lugares comunes la lista de este libro?

Respuesta.- El método es sencillamente poner el oído, escuchar lo que dice la mayoría y la gente que está a mi alrededor. Luego, hay que distinguir de entre todos los lugares comunes aquellos que sean prácticos, es decir, los morales y políticos, los que conducen a la acción, los que explican una conducta o justifican un comportamiento. Decir de alguien que «hizo las delicias del público» es un lugar común, pero aquí no nos interesa porque no mueve a la acción. Por otra parte, no todos esos lugares comunes son tontos ni mucho menos. Tengo que disponer de algunos criterios morales, políticos y democráticos para decir cuáles me parecen rechazables… Si acudo al tópico «que pague más el que más tiene», estoy diciendo algo propio de la justicia distributiva, igual que el que reza «eres más malo que pegarle un padre» condena una gran maldad. Dentro de los tópicos comparo y selecciono de acuerdo con criterios morales y políticos.

P.- ¿Qué tópicos son los más peligrosos?

R.- Según cuándo se expresen, con qué fin, en qué situación… serán de mayor o menor gravedad. Si digo «déjate llevar por tus sentimientos» puedo estar invitando al otro a cometer una locura o impulsarle a la venganza, al igual que puedo invitar al narcisismo cuando proclamo «Sé tú mismo». Al expresar que «de tan bueno parece tonto», estamos fomentando el descrédito de la bondad. O bien si de una mujer atractiva se dice «es que va provocando», entonces se puede justificar lo injustificable, el machismo más brutal o incluso la agresión sexual. O cuando aseguramos que «todos tenemos derecho a equivocarnos», estamos diciendo que a lo mejor no tengo que pedir perdón por mis dilates.

P.- El ‘quién’ también es importante. No es lo mismo que lo digan un par de amigos que un presidente del Gobierno a su nación.

R.- Claro, la circunstancia es fundamental. Un tópico nefasto puede llevar a consecuencias terribles, como el que mencionaba de la agresión sexual o, yendo a lo de los políticos, eso tan actual de haber vivido por encima de las posibilidades.

P.-¿No cree que algunos pueden ser provechosos? Hay mucha sabiduría en el refranero popular, incluso en el lugar común. Y hay refranes en su libro.

R.-Es cierto. Por ejemplo, «mal de muchos, consuelo de tontos» es un refrán y un tópico muy vigente, pero que no me parece tan tonto como se dice. En su origen algunos de estos tópicos, al menos en su propósito o en algún aspecto podían ser positivos. Hay otros que tienen un significado doble, que varía según el momento o a qué se aplique. Por ejemplo, «lo mejor es enemigo de lo bueno». Si eso significa que no debemos paralizarnos por no poder conseguir el resultado óptimo, está bien. Sería un buen consejo si nos vuelve más realistas, pero sería inmoral si justificara la quietud o la falta de compromiso. Al igual que cuando decimos «siempre quieres tener razón», que podría ser tramposo si con eso quiero decirle al otro que me libre de buscar razones y útil si, por el contrario, se enfrenta a su prepotencia. El lugar común «la prostitución es un trabajo como otro cualquiera» me parece falsa de raíz, pero ese empleo ganaría en dignidad y reconocimiento si cobrase una mayor protección legal, si las prostitutas ganasen en derechos, etcétera.

P.- ¿En qué porcentaje son responsables de su extensión los medios, la política, la publicidad, la incultura…?

R.- Yo a los medios no les echaría la culpa principal, pues se limitan a propagar lo que está en la familia, en la calle, en la cuadrilla de amigos y también a transmitir lo que dicen ciertos personajes que pueden ser famosos, políticos… Es más la incultura moral y política la que se recoge en el libro. Cuando afirmo «aquí no se habla de política», es porque la desprecio o porque no tengo conocimiento para hacerlo, y en ambos casos no actúo como ciudadano. Eso que ahora quiere eliminarse del Bachillerato, la Ética, la Filosofía, la Educación para la Ciudadanía… es lo que está haciendo crecer los tópicos más ridículos e infundados. La maquinaria de los partidos también tiene parte de la responsabilidad. Por ejemplo, cuando dicen cosas como que un nacionalismo étnico es democrático, algo conceptualmente imposible, o que España no se rompe, cuando los hechos están demostrando que puede partirse en cualquier momento. Otros tópicos proceden de la mentalidad mercantil vigente, por ejemplo, mencionar a troche y moche la «Marca España», como si todo un país y sus instituciones fueran nada más que una empresa comercial. También proceden del mundo del mercado frases como «Ese discurso no vende nada», «Todo es negociable» o «Según dicen los expertos». ¿Pero acaso son también expertos en justicia? Hay tópicos falaces producidos por la misma Constitución. Por ejemplo, no es cierto eso de «un hombre, un voto» si tenemos en cuenta la diferente financiación privada de los partidos políticos y el hecho de que por los mismos votos unos obtengan más o menos parlamentarios que otros.

P.- ¿Diría que hoy asistimos a una práctica masiva, mayor que en anteriores coyunturas, de estos tontos tópicos?

R.- No estoy seguro de que hoy sea peor porque no conozco al hablante anterior a mi tiempo, pero me temo que ahora que hay más alfabetización, también tiene que proliferar más la mala palabra. Antes los dueños de la palabra eran unas pocas autoridades civiles pero hoy la tiene cualquier bloguero. El riesgo de incurrir en tópicos es mucho mayor. En cualquier caso, se trata de una tendencia de la humanidad, la de de sumarnos a la mayoría, de no quedarnos solos y pensar por cuenta propia.

P.- ¿De todos los que hay, cuáles le molestan más?

R.- Probablemente son los arrogantes, como «tengo la conciencia muy tranquila», «los hechos son los hechos», «no le debo nada a nadie»… Los propios de la chulería. También son peligrosos los del tipo «no sé cuánto vale mi obra pero me he divertido mucho haciéndola», porque desprecia el esfuerzo y el valor artístico se vuelve relativo al grado de diversión del autor o del espectador. Unos cuantos dichos de la democracia me parecen asimismo repelentes. Así, «nadie tiene derecho a pedirme que renuncie a mis ideas». ¿Cómo que no? En un debate político, si me ha ofrecido razones más convincentes que las mías, usted tiene derecho a pedirme que renuncie a las mías y yo el deber de aceptar las suyas.

FUENTE: diario El Mundo

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