En el evento habrá otros coros y músicos de la zona. Cantará hoy, a las 21, en la Escuela de Música
Por PAULA GINGINS pgingins@rionegro.com.ar
Cuando las voces de un coro se reúnen, queda claro para la audiencia que disfrutan del encuentro. Tal vez, hacia el interior de la agrupación, el disfrute no sólo pasa por cantar, sino por compartir experiencias, momentos, obstáculos, gratificaciones, viajes, intercambios con otros coros.
Su anterior directora (lo fue durante quince años y dejó su cargo en 2008), Adriana Lesta, recuerda a «Río Negro» que «el maestro José Luis Bollea (era director del Coro de la provincia entonces) me propuso conformar esta agrupación un año después de haberme recibido de la carrera correspondiente: su objetivo era completar la ‘cadena coral’ desde niños hasta adultos».
Entonces, «el Coro comenzó con menos de 15 integrantes –rememora Lesta–, y en poco tiempo llegó a tener más de 50 jóvenes. El repertorio fue variado, con predominio de la música popular».
Como en la actualidad, «nunca fueron requisitos saber leer música, haber cantado previamente en coros y tampoco contar con condiciones vocales específicas», detalla . El rango de edades era, como ahora, desde los 15 a los 25 años.
La actual directora, profesora y flautista Nora Revesz, cuenta que hoy «es fluctuante el número de integrantes –entre 30 y 35–, porque cuando ya están en la facu no pueden venir a los ensayos, pero cuando hay eventos, vienen».
También destaca que la inscripción es abierta y que «es parejo y heterogéneo en cuanto a géneros: hay más mujeres, aunque es por etapas». En el coro, también hay lugar para tres jóvenes con capacidades diferentes.
Las directoras comparten satisfacciones por la labor. Lesta, hoy a lo lejos, destaca: «Lo que aprendí en los 15 años en que integré el Coro es, en lo personal, acerca de la dirección coral y, sobre todo, con respecto a lo grupal-social -señala-. La actividad coral es una de las pocas que existe exclusivamente como grupal: no es lo mismo que juntar varias personas, sino que se desarrolla a partir de la integración de individualidades. Algo para destacar es la gran creatividad, ‘polenta’ y compromiso que demuestran los adolescentes cuando generan o encuentran un espacio conveniente: canalizar en una actividad artística grupal las alegrías, angustias, dudas, temores, amor, curiosidad propios de la adolescencia se convierte en relevante para la sociedad y para la vida de cada integrante del coro».
La actual directora parece coincidir con la idea, ya que no deja de sonreír cuando se refiere a las actividades que conduce.
Ambas destacan la facilidad que adquieren los coreutas para acercarse al lenguaje musical escrito y oral. «Lo que avanzan en la justeza, afinación e impostación vocal, el dominio que adquieren en el canto a varias voces, el crecimiento en valores como el respeto, la tolerancia, la solidaridad, el compañerismo –imprescindibles para una actividad grupal, destaca Lesta–, el conocimiento cultural que les aporta el repertorio de otras épocas y lugares…. a esto se suma el descubrimiento de varios integrantes que han decidido, a partir de esta experiencia, estudiar o dedicarse a la música», festeja la profesional.
Las jóvenes coreutas Paula Zúñiga y Rocío Morales, coinciden en que no sabían con qué se encontrarían (hace cinco años se sumaron a la agrupación), pero el coro resultó inclusivo, con invitaciones a compartir espacios, viajes y una experiencia que «te hace crecer como persona», dicen. Además, poder «transmitir al público la emoción de cuando te sale bien una canción. Hubo compañeros que se emocionaron en el mismo momento de cantar», suspiran.
FUENTE: diario Río Negro