“Komütuam, descolonizar la historia mapuche en Patagonia”, el nuevo libro de Adrián Moyano, aborda la relación de sujeción colonial que sufre el pueblo mapuche respecto del Estado argentino.
Adrián Moyano es politólogo y periodista. De joven, decidió escapar del hollín y el ruido de la ciudad y se instaló en Bariloche. Sin planificarlo, al llegar al sur abrazó la bandera con corazón de kultrún de una vez y para siempre, y así se convirtió en escritor. Algunos sostienen que Moyano fue uno de los primeros que reparó en consultar a los interesados directos, los mapuches, para reconstruir su historia.
“Komütuam, descolonizar la historia mapuche en Patagonia” es el segundo libro que escribe en este sentido, y se puede considerar, tal vez, una especie de continuación del primero: “Crónicas de la resistencia mapuche”.
El libro fue publicado hace unos meses por la nueva editorial sobre temas indígenas “Alum Mapu” (ver aparte), y el capítulo “Las preguntas que lancé a Guayama” formó parte -en una primera versión- de “Historia en la crueldad argentina. Julio. A. Roca y el genocidio de los pueblos indígenas”, un libro coordinado y prologado por Osvaldo Bayer y escrito por un grupo de especialistas en el tema.
En las páginas de “Komütuam…” el autor pone de relieve una situación que, por naturalizada, a veces se deja de cuestionar de manera crítica. Como sostuvo: “El libro trata de una realidad que, por obvia, a veces se torna invisible: la permanencia de la sujeción colonial que sufre el pueblo mapuche respecto del Estado argentino y también respecto de Chile, aunque el acento está puesto en situaciones de este lado, del Puelmapu como dicen los mapuches”.
La línea central de la nueva propuesta editorial se basa en que, a diferencia de lo que pasó con pueblos más al norte del país, para el pueblo mapuche la relación de dominación colonial fue establecida por la República Argentina a partir de la Campaña del Desierto de 1879.
“Lo que sostengo es que al igual que cuando llegaron los españoles a El Caribe, y al norte de América del Sur, se establecieron prácticas que tienen que ver con el colonialismo. En primera instancia, la apropiación territorial en beneficio de los recién llegados y en desmedro de los que originalmente residían aquí. Con la llegada de los invasores, llegan nuevas instituciones políticas que remplazan a las que se habían dado a sí mismos los pueblos colonizados”, explicó Moyano.
Cuando España desembarca en el continente llegan las gobernaciones, los virreinatos, las capitanías generales, en desmedro de la organización que tenía el pueblo indígena. Moyano toma eso como ejemplo para trazar un paralelismo con el pueblo mapuche:
“Los lonkos y los traún dejan de ser mecanismos de decisión política, porque llegan las instituciones del Estado. Con esa estructura, también llega una manera distinta de entender la economía. En el caso de 1400, se caracteriza por la reducción a la servidumbre, la esclavitud, la llegada de grandes explotaciones agrícolas; y en el caso de los mapuches de fines del siglo XIX, lo que se produce es la incorporación de estos territorios al funcionamiento de la economía capitalista, que se caracteriza por la enajenación territorial en beneficio de lo que llamamos la oligarquía terrateniente”.
Por lo tanto, Moyano plantea una colonización en tres sentidos: político, económico y territorial, pero a la que le sumará un cuarto elemento: el cultural. “La cultura que llega con la Campaña del Desierto se piensa a sí misma como superior a la de los pueblos que quedan subalternos. En este caso, la cultura occidental cristiana se convierte en la cultura dominante”, sostiene el autor.
Esa es la idea del libro que se aborda a partir de varios casos puntuales. La línea central pone de relieve la preexistencia de una relación de sujeción colonial que sufre el pueblo mapuche respecto de la República Argentina: “Todos estos mecanismos se pusieron en marcha en 1492, pero en esta porción, llamada Patagonia, fue la República Argentina la que los puso en práctica, y el pueblo mapuche se las arregló para resistir a cada lado de la cordillera”, dijo Moyano.
Dos hermanos de letras
El primer libro de Moyano, “Crónicas de la resistencia mapuche”, se reimprimió tres veces y todavía está en circulación, y para su autor, “Komütuam…” podría ser pensado como una continuación del primero: “‘Crónicas…’. Justamente, ponía el acento en lo que dice su título, la actitud de resistencia que protagonizó el pueblo mapuche durante más de tres siglos hasta el presente. Yo creería que para entender ‘Komütuam’ primero hay que leerlo, porque hay conceptos claves como, por ejemplo, de qué manera se expresa la espiritualidad mapuche, qué es un Wiñoy Xipantu, etc., que se explican en “Crónicas…”.
El autor, a su vez, remarcó que lo teórico marca una diferencia entre las publicaciones, ya que en el nuevo libro se apoya en un cuerpo teórico: “En ‘Crónicas…’ no me recosté sobre una concepción teórica determinada, y en ‘Komütuam…’ sí. Aquí, hay un respaldarse técnicamente en la llamada ‘opción decolonial’, que tiene como máximos exponentes teóricos a Walter Miñolo, Caterine Mosh y otros intelectuales”.
El lugar del investigador
Como se dijo, Adrián Moyano es periodista y acompaña desde principios de los ’90 las reivindicaciones mapuches. En este tiempo, formó parte de algunas organizaciones de Bariloche y colaboró con otras. Por ejemplo, estuvo presente en el proceso de la “Colonización Mapuche Tehuelche 12 de octubre”, en Chubut; hasta hace muy poco colaboró como corresponsal de un periódico mapuche que se editaba en Temuco, pero que circulaba a ambos lados de la cordillera.
Por eso, no le gusta hablar de trabajo de campo: “Más que establecer la relación habitual entre investigador e investigados, quisiera verme a mí mismo como que fui parte de algunos de los procesos que analizo en el libro. Ya sea dando una mano o, más orgánicamente, participando de las organizaciones que eran sujetos de determinada movilización”, dijo.
Para finalizar, Moyano contó que “Komütuam…” le demandó los últimos cinco años de su vida entre investigación y escritura y recoge reflexiones, investigaciones y vivencias de los últimos 20 años.
Al nombrar el tiempo, el autor reflexiona y recuerda su llegada al sur, escapando de la gran ciudad. De todas maneras, sostiene que no vino buscando estas historias: “Mi venida tuvo que ver con contradicciones que uno tenía en la vida en la gran ciudad. Tenía una inquietud desde el ámbito militante, me relacionaba con algunos pueblos indígenas, pero no me vine al sur en busca de estas verdades. Diría que al contrario: ellas me encontraron a mí”.
FUENTE: diario La Mañana
Hola, Leí el capítulo «el fuego de la descolonización» y me pareció excelente.
¿dónde puedo conseguir el libro?
Saludos