El silencioso florecer del libro arte, el «anti e-book». Un grupo de artistas-editores florece haciendo todo lo contrario de lo que dicta el mercado: libros que son a la vez objetos de arte.
Por Pablo Sanguinetti desde Fráncfort
Mientras Amazon, Google y Apple devoran editoriales y el «e-book» gana terreno a su viejo hermano de papel, un grupo de artistas-editores florece haciendo todo lo contrario de lo que dicta el mercado: libros que son a la vez objetos de arte. La Feria del Libro de Fráncfort reconoce ahora su importancia.
Los libros de artista son verdaderas piezas de arte en materiales escogidos y ediciones reducidas -a veces de un único ejemplar- que se venden a coleccionistas por precios que llegan a varias decenas de miles de euros. Justo lo contrario de la carrera digital por el costo más bajo, el soporte más impersonal y la edición más masiva.
«Esto es para la gente a la que le gusta tocar, oler el libro», dice Antje Wichtrey mientras abre un enorme volumen con el título «¿Qué es esto?» Las páginas pintadas por completo a mano despiden perfume a pintura y papel japonés.
La ilustradora y grabadora alemana de 46 años lleva media vida viviendo en Granada, sur de España. Es la periferia de un mercado que se centra en Alemania, Francia o Estados Unidos, donde se celebra la mayor feria de libro arte del mundo, Codex.
Pero Wichtrey, casada con un español, aprendió a sacar ventaja de la distancia. «En Granada me costaba encontrar materiales. Eso me ayudó a reducir al máximo y descubrir cómo mezclar pigmentos. Además sólo uso papel japonés que encargo a Japón o Alemania. La escasez también trae sus cosas buenas».
Granada también le dio hace años la amistad del novelista argentino Andrés Neuman, que antes de convertirse en uno de los autores más reconocidos de su generación escribió las solitarias 14 frases que pueblan «¿Qué es esto?», un libro infantil. Ambos buscan ahora editorial para publicar una versión comercial.
Wichtrey vende los libros de edición única en unos 2.700 euros (3.600 dólares). Otros con mayor tirada pueden valer menos de 200. Pero el límite máximo es difícil de fijar. «Muchos grandes artistas hicieron libros. Picasso hizo libros. No sé cuánto pueden salir…», cuenta Wichtrey.
Dos decenas de editores y artistas como ella llevan años ocupando un rincón de la Feria de Fráncfort, un oasis en la aglomeración de grandes stands, pantallas de TV y ruido de conferencias. «Aquí la feria se convierte en exposición, museo y galería», se enorgullecen los organizadores de la cita editorial más grande del mundo.
El recorrido por el sector de libro de artista se vive con todos los sentidos: los libros de madera de la berlinesa Veronica Schäpers conviven con las hojas en zig-zag de Fahrner & Fahrner, los poemas en una hoja tamaño cartel de los franceses de Editions Al Manar miran de frente la obra de colores estridentes de Antic-Ham, de Seúl.
También hay espacio para proyectos «interactivos». El stand de eintausendundeins (milyuno) sólo consta de una mesa con dos antiguas máquinas de escribir. El visitante recibe una hoja con una palabra («instante» o «cáscara de banana») que le sirve de inspiración para escribir el inicio de una historia.
La iniciativa de estudiantes de diseño de Krefeld busca reunir «mil y un» inicios de historias. Y de paso convertir al consumidor en autor y su stand en arte vivo.
El recorrido termina por el principio: Wichtrey espera pasando las páginas de otro enorme volumen con el título «White Silence», en el que reunió algunas de sus frases preferidas de Federico García Lorca. ¿Para qué más? «Para lo mí lo esencial de él está aquí», dice cerrando el libro y apoyando las dos manos sobre la portada.
FUENTE: diario Río Negro.