El artefacto, que generaba rumores desde hace años, pasó 40 años guardado en el depósito del museo de Múnich.
«¡Viva la libertad!» fue la última frase de Hans Scholl antes de que su cabeza fuera cercenada por una guillotina en plena dictadura nacionalsocialista. Su hermana Sophie ya estaba muerta.
Durante años se creyó que la guillotina que acabó con la vida de estos universitarios opositores a la dictadura había desaparecido, pero ahora salió a la luz que pasó 40 años olvidada en un depósito de un museo de Múnich.