Dibujamos desde niños y desde siempre
Por Rubén Reveco
De niños no nos importa si lo hacemos bien o mal. Lo importante es el proceso. De tanto halagar al niño diciéndole: “Oooh que dibujo más lindo”, el niño siente que eso –el halago- es algo agradable y empieza a buscar la aprobación de los adultos.
¿Es tu mamá? Es la pregunta casi obligada y el niño también asiente con la cabeza: “Es mamá”. ¡Qué hermosa que te salió!
Y le empezamos a conferir un valor estético a lo que ese niño ha hecho.
Es la primera asociación entre arte y belleza. Por lo demás sería bastante cruel decirle a un niño de 5 años “Que dibujo más horrible has hecho”, como para desanimarlo; no vaya a ser cosa que nos salga artista.