25 años de la caída del Muro de Berlín.
El 9 de noviembre de 1989, un alto miembro del Politburó anunció en forma imprevista que desde ese día los ciudadanos de Alemania Oriental podrían ir al oeste sin documentos, provocando el éxodo de miles de personas.
Por Cristina Cifuentes
“¿Debo dejar que los ciudadanos de la República Democrática se vayan o debo dispararles?”. Eso le preguntó el teniente coronel Harald Jäger a sus subordinados la noche del 9 de noviembre de 1989. El uniformado estaba a cargo del puesto fronterizo en Bornholmer Strasse y la tensión había alcanzado su punto máximo, luego que miles de alemanes orientales se reunieran en la frontera para poder cruzar hacia el oeste. Pese a que tenían el mandato expreso de no disparar nunca, incluso si las barreras eran sobrepasadas, Jäger pensaba que podían existir varios heridos en caso de que ocurriera un enfrentamiento. Fue así que a las 23.30 horas, Jäger fue el primero en dar la orden: “Abran las barreras”. Eso permitió que miles de alemanes comenzaran a cruzar hacia el oeste, “derribándose”, de esa forma, el Muro erigido el 13 de agosto de 1961. En ese entonces, la República Democrática Alemana (RDA) vivía momentos de convulsión social, luego de que el líder de la RDA, Erich Honecker (1971-1989) se había visto obligado el 18 de octubre a renunciar debido a las protestas contra el régimen. Egon Krenz llevaba sólo unas semanas en el cargo y había prometido reformas para calmar los ánimos.
Todo había comenzado horas antes, poco después de las cinco de la tarde, cuando el gobierno de la República Democrática Alemana citó a una conferencia de prensa para anunciar que se iba a permitir que los ciudadanos alemanes del Este pudieran viajar con más facilidad al Oeste. Uno de los convocados fue Riccardo Ehrman, corresponsal de la agencia italiana Ansa, quien, por llegar tarde, se sentó en la tarima al lado del orador, que era nada menos que Gunter Schabowski un alto miembro del Politburó, quien está actualmente gravemente enfermo. Para los periodistas sólo se trataba de una rueda de prensa más, ya que en otras ocasiones el régimen había hecho anuncios sin mucho impacto. Sin embargo, obtener visa o pasaporte para los residentes de la RDA era algo casi imposible.
Al finalizar la conferencia, el corresponsal italiano preguntó en voz alta: “Señor Schabowski, ¿cree usted que fue un error introducir la Ley de Viajes hace unos días?”. Ehrman se refería a una ley de permisos de viaje muy confusa que había provocado un éxodo de miles de alemanes a través de las fronteras de Checoslovaquia y Hungría.
“Schabowski se puso nervioso”, recuerda Ehrman. Entonces, sacó unos papeles del bolsillo, y repitió que, para evitar más líos, los ciudadanos de la RDA podrían ir al Oeste, esta vez sin pasaporte ni visado: sólo mostrando el documento de identidad. En ese momento, Ehrman no le dejó tomar aire y preguntó: “Ab wann?” (¿a partir de cuándo?). Schabowski volvió a consultar los papeles y, sin mirarle a la cara, respondió. “Ab sofort” (inmediatamente). “En ese momento, me di cuenta de que el Muro había caído”, sostuvo Ehrman.
Casi dos horas después, específicamente a las 18.54, cuando se divulgó la conferencia de prensa que anunciaba la apertura de la Alemania del Este, Jäger estaba viendo la televisión y pensó: “¿Qué le pasa?” (haciendo referencia a Schabowski del Politburó). Está leyendo algo que no tiene idea cuál va a ser el impacto”, dijo en una entrevista con el semanario alemán Der Spiegel. Jager recuerda que llamó a su superior en Berlín para averiguar si podían viajar inmediatamente. Sin embargo, éste le dijo que alejara a la gente, algo que fue imposible de hacer. Uno de los que llegó hasta ese punto fronterizo fue el fotógrafo Aram Radomski, quien le preguntó a Jäger si era cierto lo dicho por Schabowski. El teniente coronel volvió a llamar a sus superiores y cuando salió dio la orden de abrir las barreras. Así el fotógrafo, junto a un amigo, fueron los primeros en cruzar al oeste, tras mostrar su pasaporte que recibió un sello de expatriación. “Pese a que pudimos atravesar el puente, tenía la sensación de que en cualquier momento íbamos a doblar la calle e íbamos estar en el este y que detrás de nosotros iba a haber un auto de la policía para llevarnos a la cárcel”, dijo a la agencia DPA. En el otro lado, miles de berlineses occidentales salían a festejar la medida.