Marte, dibujado por el astrónomo Percival Lowell. FUENTE: Diario ABC
A principios del siglo XX, el astrónomo Percival Lowell confundió unas líneas sobre la superficie marciana con canales artificiales construidos por unos seres que agotaban sus recursos hídricos… Hoy el agua se busca en el corazón del Planeta rojo
A finales del siglo XIX, un astrónomo italiano, Giovanni Schiaparelli, descubrió con su telescopio una densa red de líneas sobre la superficie de Marte que él describió como «canales». El hallazgo despertó las especulaciones sobre la posibilidad de que el Planeta rojo albergara vida, incluso quizás inteligente. Uno de los más entusiastas con esta idea fue otro astrónomo, Percival Lowell, estadounidense, quien dedicó años a observar el planeta hermano para llegar a la conclusión de que esa inmensa estructura era artificial, la colosal obra de unos ingenieros marcianos que redistribuían el agua desde los casquetes polares a las latitudes medias más secas, y seguramente más pobladas, del planeta. La razón era que esta civilización estaba agotando sus recursos hídricos.
Lowell escribió un tratado llamado «Marte como morada de la vida» (1909) en el que advertía del inminente final de tal civilización que agonizaba de sed y luchaba contra la desertización. Pero la alocada propuesta de Lowell terminó por desmoronarse como un castillo de naipes cuando las primeras sondas espaciales sobrevolaron el planeta. La Mariner 4 mostró lo que había en realidad: una superficie desierta, sin atisbo de vida, al menos a simple vista. En 2003, la Mars Odyssey detectó, por primera vez, pequeñas partículas de agua helada, confirmadas «in situ» algunos años después por la misión Phoenix.
Sin embargo, hay que reconocerle a Lowell un acierto. Marte sí se enfrentó a una catástrofe de algún tipo que hizo que se secara. Hace miles de millones de años, el agua fluía en abundancia por la superficie del planeta, pero algo ocurrió que hizo que desapareciera, algo que sigue siendo un misterio para los geológos planetarios. Lo que queda es un poco de hielo en los casquetes polares y una minúscula cantidad de vapor de agua en su atmósfera. Poca cosa.
Bajo tierra
El famoso divulgador científicos Neil deGrasse Tyson y el escritor especializado en astronomía Donald Goldsmith explican en su último libro «Orígenes» (Paidós) que si la mayor parte del agua de Marte no se evaporó en el espacio, es probable que se encuentre bajo tierra. Las pruebas son que los grandes cráteres de la superficie marciana son más susceptibles que los pequeños de exhibir restos de barro en los bordes. Y estos cráteres son más habituales en las latitudes polares, frías. «Según estimaciones optimistas del contenido en hielo del permafrost marciano, la fusión de capas subsuperficiales de Marte liberaría agua suficiente para que el planeta tuviera un océano global de decenas de metros de profundidad», recuerdan los autores.
Por eso, deGrasse Tyson y Goldsmith consideran que la búsqueda de una vida presente o pasada en Marte debe realizarse sobre todo bajo la superficie, en regiones donde sea posible perforar la superficie en busca del elixir de la vida.
Según un artículo publicado por investigadores de la Universidad de Nuevo México en 2012 en la revista Geology, existen sólidas evidencias que indican la existencia de enormes reservas subterráneas de agua en Marte. El hallazgo refuerza la idea de que el Planeta Rojo puede, o pudo en algún momento, albergar vida. Y aumenta las probabilidades de establecer colonias humanas en un futuro próximo.
Quizás las auténticas acequias sobre las superficie de Marte las hagamos nosotros algún día.