Entrevista del diario El País a César Aira
27 julio, 2015 |
El autor argentino siente que, después de 40 años publicando, “las cosas pueden empezar a mejorar”, y habla de persistencia.
«Se ve que no soy del todo famoso; a los escritores famosos les preguntan qué desayunan y a mí siguen haciéndome preguntas difíciles», ironiza César Aira (Coronel Pringles, 1949), ante una de mesa de un ruidoso pizza-café del barrio de Caballito en Buenos Aires, que él mismo ha elegido para este encuentro. Aira habla bajo y las entrevistas no le gustan. No las concede desde hace años a medios argentinos, a pesar de que su obra, que ya roza el centenar de títulos, su influencia en generaciones posteriores de autores y su prestigio han crecido exponencialmente desde los 90. La velocidad narrativa, el realismo delirante de sus historias, su uso de la propia vida para hacer ficción y su amor por la paradoja, entre otras señas, son esenciales para explicar mucha de la joven literatura argentina.
Nominado recientemente al Man Booker Internacional, quizás el premio más prestigioso para escritores que publican en inglés, y galardonado en noviembre de 2014 con el Roger Caillois, que se concede a escritores latinoamericanos por el conjunto de su obra, el autor de Cómo me hice monja ha dejado de ser «el secreto mejor guardado de la literatura argentina», rótulo que acompañó la aparición de sus primeros libros en España. ¿Qué cambió? «Quizás la persistencia. Bioy Casares les recomendaba a los jóvenes no desalentarse y seguir publicando durante 40 años», reflexiona. «Bueno, yo llevo 40 años publicando, así que las cosas quizás empiezan a mejorar. De cualquier manera es muy secundario, para mí el placer de escribir lo es todo». Como fuera, no está de más recordar que Carlos Fuentes le vaticinó el Nobel.