Titanic, una aventura millonaria que estuvo al borde del fracaso

Recuerdo estar sentado en una bañadera caliente con Jim ( Cameron ). Yo iba de esmoquin, Jim con traje de neopreno. Alguien que no recuerdo me pasó un pancho. No podía no reírme. Estábamos más allá de lo racional, más allá de la lógica. En ese momento supe que estábamos en el lugar justo, y pensé:Dios, debemos estar haciendo algo realmente especial«. Esa situación, digna de un sketch de los Monty Pythonla contó Billy Zane cuando habló sobre cómo era el día a día en el rodaje de Titanic. La extenuante filmación de la película, que fue una obsesión de James Cameron, un hombre que puso sobre su espalda la misión de realizar uno de los proyectos más ambiciosos de la historia del cine, para el que arrastró a varias productoras cinematográficas, a unos dos mil profesionales y por la que gastó millones de dólares.

Descubriendo a Titanic

A comienzos de los noventa, y luego del éxito comercial que había sido Mentiras Verdaderas, era un secreto a voces que el siguiente proyecto de James Cameron versaba sobre el hundimiento del Titanic. No era una idea especialmente original, pero los rumores aseguraban que el guion tenía el potencial suficiente para convertirse en una verdadera mina de oro. Pocos ejecutivos lo habían podido leer y quienes lo habían hecho aseguraban que ese largometraje podía demandar una excesiva inversión que pocos querrían enfrentar Así estaba la situación cuando irrumpe en escena Sherry Lansing, directora de Paramount y una (en realidad, la única) mujer fuerte de la industria en ese momento. Lansing solía mostrar interés por ficciones que mostraran pasiones indomables y en esa búsqueda escuchó hablar de Titanic, un film histórico que partía de un hecho verídico para retratar una historia de amor digna del Hollywood clásico. Haciendo uso de sus contactos, ella accedió al misterioso guion y lo leyó de una sentada. Rápidamente se dio cuenta que en sus manos tenía oro en polvo, y que las posibilidades de esa película eran infinitas.

En su libro, Leading Lady: Sherry Lansing and the Making of a Hollywood Groundbreakerla ejecutiva recuerda qué le generó ese primer encuentro con el guion : «Era una gran historia de amor, con un mensaje subliminal sobre el empoderamiento femenino. Rose se muestra fuerte y luchadora desde el comienzo. Ella es una mujer independiente que se desentiende de su clase social para estar con el hombre que ama». Lansing pronto descubrió que Cameron ya había pactado con Fox la realización de su película, pero la mujer no cedió en su lucha por integrar parte de ese proyecto y se las ingenió para pactar una sociedad en la que ambas productoras corrieran con los gastos de filmación. De esa forma, Fox y Paramount unieron fuerzas y firmaron un contrato que establecía que cada una pondría el cincuenta por ciento de los 109 millones de dólares, que se debía invertir para filmar Titanic. Nadie sabía que poco tiempo después, ese presupuesto serviría de poco, y que Lansing se encontraría ante uno de los rodajes más caóticos que tuvo que enfrentar.

El Titanic se hunde en México

Cameron se caracterizaba por tener proyectos megalomaníacos. Digno sucesor de Stanley Kubrick, el director de Terminator sabía que Titanic iba a demandarle la construcción de un barco igual al que pretendía retratar en su film, y que la aventura no solo le significaría a los estudios involucrados una verdadera suma de dinero, sino también que los profesionales que estarían en la película debían dejarlo todo para ayudarlo a cumplir su visión. Luego de algunas pequeñas peleas con las productoras (que insistían en dejarle el papel de Jack Dawson a Matthew McConaughey en vez de a un casi ignoto Leonardo DiCaprio ), Cameron pudo poner en marcha el proyecto y en Rosarito, un lugar de Baja California ubicado en Mexico, él mandó a construir un tanque de agua gigantesco y de varios niveles que se expandía a lo largo de 24 hectáreas. Para la construcción de ese tanque y la eventual reconstrucción del barco, un equipo de mil quinientos obreros utilizó unas diez mil toneladas de dinamita. Allí se encontraba la réplica del dantesco transatlántico, y las infinitas necesidades que presentaba una filmación de tales dimensiones. No tuvo que pasar mucho tiempo para que los 109 millones de dólares invertidos no sirvieran para cubrir el total del rodaje.

Al momento de llegar al set, Billy Zane quedó sorprendido: «¡Habían construido una ciudad entera para hacer el film! Cuando fui la primera vez vi tres grúas girando y varios obreros trabajando allí. Parecían los días dorados de los estudios, con Cecil B. Demille y la MGM (…). Todo era sólido y tangible. Era como estar en el Titanic. Era una experiencia realmente inmersiva».

La reconstrucción del barco parecía una tarea interminable, una de las razones por las cuales el trabajo de producción y filmación comenzó a demorarse. En este punto, ejecutivos de Fox y Paramount comenzaron a viajar de manera frecuente a Rosarito para ver en qué andaba Cameron, pero el director no dudaba en mostrar un evidente hastío frente a esas visitas no deseadas. Bill Mechanic, uno de los ejecutivos principales de Fox, tuvo en ese momento una idea casi suicida: ir a México y proponerle a Cameron algunos recortes que permitieran acelerar los tiempos de rodaje. Cuando Mechanic llegó rápidamente vio que la situación era peor de lo que pensaba: gran parte del personal estaba enfermo por estar tantas horas trabajando en aguas heladas (motivo por el que entre toma y tomas muchos debían refugiarse en bañaderas con agua hirviendo como la mencionada por Zane) y todo el plantel de profesionales se mostraba acobardado ante el temperamento de Cameron. Decidido a cumplir su misión, Mechanic enfrentó al director durante una madrugada: «Jim explotó. Eran las 3 o 4 de la mañana y si él hubiera tenido un revolver estoy seguro que me habría disparado. Básicamente me dijo que si era un tipo tan vivo, por qué demonios no me ponía yo a dirigir la película».

Con un rodaje que se demoraba constantemente, con dos productoras a un paso de abandonar el proyecto, con un equipo técnico que consideraba al director un tirano y con un presupuesto inicial que se escurría de las manos, Cameron seguía ensimismado en su misión: terminar Titanic.

El legendario perfeccionismo de Cameron

«No hay nadie con el que Jim sea más exigente que consigo mismo. Y cuando estás trabajando con un ejército, lo que necesitás es un general y Jim es un general», aseguró Jon Landau, otro de los productores de Titanic, respaldando así al temperamental director. Al parecer, Cameron tenía una mirada inquebrantable y no se doblegaba ante ningún impedimento que pudiera surgir. Sus hombres y mujeres de confianza habían aprendido a respetarlo y a cumplir con sus pedidos para poder lograr su sueño del film perfecto. Y sus exigencias eran tales que amenazaba con despedir a cualquiera que saliera del agua -incluso para ir al baño- durante las extensas jornadas de grabación. La diseñadora de vestuario Deborah Scott contó que un día Jim llegó a empujar al agua a varios extras que estaban por filmar sobre un bote salvavidas, solo porque se dio cuenta de que en el agua no había suficientes personas en cuadro: «Eso pasó en la primera semana y pensé: «¿Así vamos a tener que trabajar? Al poco tiempo todos nos dimos cuenta que tarde o temprano terminaríamos en el agua, solo era cuestión de tiempo».

El director de fotografía, Russell Carpenter, describió la temeraria lógica que Cameron aplicó al rodaje: «Si en alguna toma el plan A fallaba, el plan B siempre iba a ser más desafiante. Jamás iba a dar un paso atrás. Nosotros solíamos tenerle miedo a los planes B». La única que parecía divertirse con la situación, era Gloria Stuart, la octogenaria actriz encargada de interpretar a Rose. Ella solía tratar a James como «Herr Direktor», ante el nerviosismo de quiénes sí sentían la pesada mirada de Cameron sobre sus hombros.

La pesadilla de rodar Titanic

De los 109 millones de dólares iniciales, la filmación de Titanic comenzaba a vislumbrar su presupuesto final cerca de los 200 millones de dólares, a los que luego habría que sumarle otros 25 en concepto de publicidad. El dinero se había ido de las manos, pero Cameron no hacía concesiones de ningún tipo. Mientras tanto, los problemas continuaban: Kate Winslet había sufrido una neumonía durante el rodaje, varios dobles se rompieron huesos y tuvieron órganos comprometidos durante la famosa escena del hundimiento y las infecciones renales, producto del constante contacto con las aguas heladas acosaban a todos los intérpretes como así también a los miembros del equipo técnico.

Con el correr de las semanas, la fecha de estreno pautada para julio de 1997 se veía irremediablemente pospuesta y el rodaje se extendía, de los 138 que estaban pautados alcanzó los 160 días. Poco a poco todos se hacían a la idea de que Titanic, en el mejor de los casos, sería un fracaso estrepitoso. Incluso algunos analistas llegaron a decir que tratándose de una película que no podía tener merchandising de ningún tipo, las posibilidades de recuperar el dinero eran nulas. Muchos en la industria decían que el largometraje sería una suerte de Waterworld 2, el costosísimo film de Kevin Costner que solo había recaudado la mitad de los 150 millones que había costado. Para colmo, la relación entre las dos productoras era más tensa que nunca y en un festival de Cannes, Bill Mechanic, de Fox, y Robert Friedman, de Paramount, estuvieron a un paso de pelearse a puño limpio cuando debieron establecer una fecha de estreno sí o sí.

A pesar de todos los problemas, el rodaje llegó a su fin y Cameron pudo centrarse en el proceso de edición. El dato de color del cierre de la filmación fue la broma pesada que se hizo al ponerle PCP (conocida droga alucinógena también llamada Polvo de ángel) en la comida de despedida de todo el equipo. El clima era festivo y todos celebraban por la misión cumplida (el productor Landau, en ese momento, llamó a su mujer y le dijo: «Terminamos y nadie murió»). Pero luego todos empezaron a sentir los efectos de la droga. A la una de la madrugada y en varias camionetas, decenas de involucrados en la filmación debieron ir al hospital y, según recuerda Marilyn McAvoy, una carpintera que trabajó en el rodaje, la broma afectó incluso al director: «Escuché que James Cameron apenas se dio cuenta que le habían puesto algo en la comida, fue al baño y se indujo el vómito». Al día de hoy, la identidad del autor de la broma aún es un verdadero interrogante. De esa accidentada manera terminaba la filmación de Titanic y los estudios se preparaban para un fracaso gigantesco. Nadie tenía fe en Cameron, y Peter Chernin, director de Fox, llegó a declarar: «Supongo que mi próximo proyecto tendrá que ser más rentable porque esta será solo mi película artística».

Tiempo de revancha

La primera que pudo ver parte del trabajo terminado fue Lansing: «Manejé hasta lo de Jim temprano por la mañana, tuvimos un pequeño almuerzo, luego apagó las luces y me mostró la primera escena. Me quedé muda». El propio Cameron también tiene un recuerdo muy especial sobre ese primer vistazo que pudo darle a la ejecutiva: «Esa proyección fue un punto de quiebre para mí. Porque me encontraba emocionalmente en un lugar oscuro, intentado a toda costa terminar la película. Todo el mundo estaba en contra mío. Pero de golpe, tenía a la directora de uno de los estudios diciéndome que de alguna manera, todo había valido la pena».

Titanic llegó a los cines de los Estados Unidos el 19 de diciembre de 1997 y mientras muchos se frotaban las manos ansiosos de ver el presunto desastre que Cameron había realizado, la situación fue muchísimo mejor de lo que pronosticaba aún el más optimista de los analistas. En su primer fin de semana el largometraje recaudó 28 millones y el film estuvo durante casi un año entero en los cines obteniendo al final de su recorrido un total de dos mil millones de dólares en taquilla. Con respecto a los Oscar, Titanicganó once estatuillas de las catorce nominaciones que recibió.

Al día siguiente de esos premios, Lansing, la mujer que vio por primera vez el enorme potencial que tenía ese guion escrito por Cameron, centrado en una romance atravesado por la mayor catástrofe marítima de la historia, le envío al productor Landau una foto de él junto a Cameron alzando el Oscar a mejor película: «Ella me mandó la foto en un marco de plata. Ese será un momento que conservaré para siempre». De esta manera, Sherry Lansing, James Cameron y Titanic entraban para siempre en la historia del cine.

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