Exposiciones ‘blockbuster’, la apertura al turismo chino y un videoclip de la cantante estadounidense logran que el museo supere su marca como el más exitoso
FUENTE: Diario El País
El Museo del Louvre logró superar en 2018 su récord histórico al obtener 10,2 millones de visitas en 2018, un aumento del 25% respecto al año anterior. Esa cifra también supone una plusmarca mundial: ningún otro centro de arte había logrado atraer, hasta ahora, a un número tan elevado de personas. El museo más visitado del mundo estuvo a punto de alcanzar esa cifra en 2012, cuando pasaron por sus salas 9,7 millones de personas, pero después las visitas cayeron cerca de un 30%. En especial, desde los atentados de 2015 en la capital francesa, que provocaron un descenso considerable del turismo en París, perjudicial para un museo que, el año pasado, acogió a un 75% de visitantes extranjeros. Los encabezan los estadounidenses y los chinos, seguidos de los europeos, con países como España, Alemania, Italia y Reino Unido como líderes en términos de afluencia.
La cifra récord, que el Louvre ha comunicado este jueves, es el resultado de distintos factores. De entrada, de una clara mejora del sector turístico en Francia, a la que hay que sumar la programación de exposiciones con perfil de blockbuster, como la gran retrospectiva de Delacroix que pudo verse hasta julio en el Louvre, convertida en la muestra más concurrida de su historia, con un total de 540.000 visitas. En segundo lugar, cabe mencionar la internacionalización del museo, con la apertura de su sucursal en Abu Dhabi en noviembre de 2017 y la impulsión de iniciativas inéditas como el videoclip de la canción Apeshit, que Beyoncé y Jay-Z rodaron en el Louvre durante la pasada primavera. En el vídeo, convertido en fuente de publicidad gratuita para el museo, la pareja de artistas se pasea por las salas entre obras como La Gioconda, la Venus de Milo o la Victoria de Samotracia y distintos cuadros de Jacques-Louis David o Théodore Géricault. “Es evidente que el año 2018 ha sido remarcable para la reputación internacional del Louvre”, confesó este jueves el presidente del museo, Jean-Luc Martinez, a la emisora France Info. “El clip de Beyoncé y la apertura del Louvre en Abu Dhabi han hecho que se hable mucho del Louvre en todas partes. Y una de las consecuencias es esta espectacular mejora de las visitas en 2018”.
El Louvre reconoce que ese vídeo viral ha sido crucial para obtener este récord. “Lo han visto 150 millones de personas, un 10% de nuestras visitas reales. Ha contribuido a que vengan al Louvre personas que no habían previsto venir”, admitía este jueves el museo. Martinez fue renovado en el cargo en abril después de un primer mandato en el que dijo haber querido seducir a un público “más internacional, más joven y más conectado, pero también menos familiarizado con los museos”.
Un público diferente
El récord registrado es el resultado de esa voluntad. Es la parte más visible de un cambio de paradigma que se gesta desde los mayores museos del planeta, dispuestos a dejar atrás el modelo de pinacoteca imperante hasta el siglo XX para convertirse en marcas globales, identificables por la práctica totalidad de la población como lo sería cualquier multinacional.
La llegada masiva de turistas asiáticos parece dar fe de ello. Según el museo, es un público que no existía hace apenas cinco años. En 2017, el Louvre acogió a 640.000 visitantes chinos. En 2018 serían cerca de un millón, según datos de Le Monde, lo que significaría un aumento de casi el 40% en solo un año. El primer grupo por nacionalidades siguen siendo los franceses, aunque tal vez no por mucho tiempo. “Hay que ir con cuidado para que el Louvre no se convierta en un museo de turistas. Es un centro nacional y la colección pertenece a cada ciudadano francés”, advierten desde el propio Louvre. El museo ultima acciones para preservar un “público de proximidad”.Para el Louvre, el beneficio es sustancial: gracias al aumento de 2,2 millones de visitantes que se registró en 2018, percibirá más de 15 millones de euros adicionales
A partir de este fin de semana, se suspenderá la gratuidad de la entrada del primer domingo de cada mes, que quedará sustituida por un nuevo horario: el sábado entre 18 y 22 horas. El museo se ha dado cuenta de que la entrada gratis de los domingos no beneficiaba a quienes tienen menos recursos, sino a los turoperadores que seguían facturando la entrada a sus clientes. A partir de ahora, los grupos turísticos tendrán la entrada prohibida en la nueva sesión de los sábados, según avanza el museo.
A Martinez le gusta tildarlo de “revolución silenciosa”, menos ostentosa que las monumentales obras que dirigieron sus predecesores, pero con efectos más rotundos. Desde su nombramiento en 2014, el presidente del Louvre se ha gastado cerca de 60 millones de euros en mejorar los accesos, reducir las colas y acelerar entradas y salidas, además de potenciar la venta en línea. A día de hoy, uno de cada tres visitantes compra su entrada al museo por Internet, lo que le garantiza que la espera sea de treinta minutos como máximo, terminando con colas que podían superar las tres horas. Para el Louvre, el beneficio es sustancial: gracias al aumento de 2,2 millones de visitantes que se registró en 2018, percibirá más de 15 millones de euros adicionales. Una suma importante en tiempos de subvenciones: solo el 50% del presupuesto del museo procede de las arcas públicas.
Nuevas catedrales
La cifra récord anunciada por el Louvre coincide con los buenos resultados anunciados esta semana por los museos de Madrid. El Prado rozó los 2,9 millones de visitantes en 2018, mientras que el Reina Sofía acogió a 3,9 millones de personas. Ambos números marcan un leve crecimiento respecto al año anterior. “Los museos son las nuevas catedrales, por su contenido y a menudo también por su continente, y no creo que ello vaya a cambiar en un futuro inmediato”, pronosticaba ayer el director del Museo del Prado, Miguel Falomir. La masificación acarrea, pese a todo, algunos riesgos para instituciones que no fueron concebidas para acoger a millones de visitantes y que se arriesgan a una saturación a medio plazo. “El peligro existe… y no es fácil solventar el problema”, admite Falomir. “El visitante es selectivo y no recorre el museo de manera uniforme. Se está apelando al big data para racionalizar las visitas, pero no es tan fácil como parece, a menos que las convirtamos en algo rígido y protocolizado, que las haría menos atractivas”.
Tampoco el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, se obsesiona con las cifras. “Es necesario resistir y darle la vuelta a un sistema de inspiración neoliberal que nos empobrece cada vez más a nivel cultural”, señalaba en enero pasado en París, donde participó en un congreso sobre los museos del futuro. Borja-Villel es partidario de seguir criterios más cualitativos que cuantitativos. “En teoría, los museos somos un servicio público. Igual que en un hospital, debes salir mejor de lo que estabas. Si todo lo que importa es que el visitante venga, se haga un selfie y se marche, no estás contribuyendo a su mejora”.