Los gatos no hacen tanto caso como los perros cuando se los llama, pero ello no quiere decir que no sepan que los están llamando. Los gatos domésticos reconocen su nombre y lo distinguen de otras palabras de la misma longitud y entonación, incluso cuando quien lo pronuncia es una persona desconocida para ellos.
Eso es lo que concluye un estudio realizado por un grupo de investigadores japoneses liderado por Atsuko Saito, de la Universidad de Sofía (Tokio), que acaba de publicarse en la revista científica Scientific Reports.
Los autores estudiaron un total de 78 gatos de hogares japoneses y de un Cat-Café (café de gatos) para analizar su capacidad para comprender palabras. Saito explica, en una entrevista a través de correo electrónico, que han utilizado métodos de habituación y deshabituación, como ya hicieron en un trabajo previo, de 2013, que demostró que el gato reconoce la voz de su amo. En esta ocasión el experimento consistía, dice Saito, en que uno de los investigadores o el propietario del animal decía cuatro palabras diferentes seguidas de su nombre para detectar si el gato respondía a este último moviendo sus orejas, cabeza o cola o vocalizando, si respondía de la misma manera que a las otras palabras o mostraba respuestas decrecientes a los vocablos que escuchaba antes de su propio nombre “porque se habituaban a las palabras comunes y no a su nombre”.
El estudio desmonta la tesis de que los gatos solo reconocen la voz de su propietario
Y explica, en sus conclusiones, que los gatos pudieron distinguir su nombre de palabras que tenían la misma longitud y la misma acentuación. Y también respondían a él cuando era un desconocidoquien les estaba hablando, desmontando así la tesis de los estudios anteriores que apuntaban que los felinos domésticos solo reconocen la voz de sus dueños.
“Quienes trabajamos o convivimos con animal es de compañía sabemos desde hace tiempo que los gatos son capaces de entender signos visuales y órdenes y comandos verbales, pero está bien lograr una demostración científica para los incrédulos”, asegura Paula Calvo, etóloga investigadora de la Cátedra Fundación Affinity Animal es y Salud de la UAB y directora de la plataforma Antrozoologia.com.
Y explica que hay muchas personas, incluidos veterinarios, convencidas de que los gatos no entienden el lenguaje humano porque no siempre atienden ni obedecen y no desarrollan apego a su propietario. “El gato doméstico es un animal individualista e independiente por su origen, porque desciende del gato salvaje africano, que es un animal solitario, mientras que el perro proviene del lobo, que es gregario”, justifica la antrozoóloga.
Añade que, en cambio, su experiencia la lleva a estar convencida de que sí, de que los gatos “entienden las palabras, saben su nombre y, sabiendo que les llamas, no acuden porque no les da la gana, porque la mayoría de gatos no desarrolla un alto apego” hacia su amo. La prueba de ello, dice Calvo, es que hay gatos entrenados, que responden a órdenes y que trabajan en publicidad o en programas de terapia con animales. Y agrega que también hay propietarios que han enseñado algunas palabras a su gato “y con solo decir ‘voy a darte la comida’ logran que el gato lo entienda y se vaya a la zona donde come”.
El estudio de Atsuko Saito asegura que la habilidad para distinguir su nombre de palabras genéricas es similar entre los gatos que viven en casas particulares y los gatos de la cafetería. En cambio, detectaron que estos últimos eran menos capaces de discriminar su propio nombre de los nombres de otros gatos con los que cohabitan. Los investigadores consideran que puede deberse a que los gatos del café escuchan frecuentemente su nombre junto al de los otros con los que conviven y quizá asocien todos los nombres –y no solo el suyo- con una recompensa o un castigo.
Con todo, esta experta en comportamiento animal apunta que la investigación japonesa no demuestra nada que no supiera ya cualquier persona que convive con gatos, y cree que la prueba definitiva que acallará a quienes dudan de la capacidad de los gatos para escuchar y entender a los humanos llegará el día que se encuentra la manera de someter a los gatos a una resonancia magnética funcional, como ya se ha logrado hacer con los perros.
Comenta que la interacción de los perros con el lenguaje humano está muy estudiada a nivel cognitivo y mediante las resonancias magnéticas se está analizando incluso qué áreas del cerebro del perro reaccionan en función de las palabras utilizadas o del tono de voz empleado. “Es muy difícil acostumbrar a los animal es a mantenerse despiertos dentro de un aparato de resonancia, sometidos a ruido constante; a los perros se les ha acostumbrado, pero es difícil lograrlo con los gatos”, concluye.
Fuente: La Vanguardia