Aunque el mundo cultural recibió con beneplácito su triunfo, sus temas poco tienen que ver con el perfil político combativo que se esperaba este año. Gran parte de su obra fue traducida al español.
Louise Glück. La poeta estadounidense obtuvo el Nobel de Literatura.
Si bien el anuncio, ayer por la mañana, produjo reacciones de beneplácito en el mundo de la cultura, no dejó de evidenciarse una cierta perplejidad. Se aplaudía que la Academia distinguiera a una mujer, la número 16 que recibe el premio en un largo historial donde la mayoría son varones; también, que se recompensara un género frecuentemente marginado, como la poesía. Pero, aunque nadie se atrevió a decirlo explícitamente, todos esperaban otro perfil de candidato; o mejor dicho, de candidata. Así lo habían revelado los múltiples pronósticos que apostaban, de acuerdo con los tiempos políticos que soplan hoy en el mundo, una pluma más combativa, más comprometida con las luchas de las diferentes minorías oprimidas. Fue así que las escritoras negras Maryse Condé o Jamaica Kincaid aparecían como favoritas en todos los pronósticos.
En cambio, la obra de la neoyorquina Glück, profesora universitaria que ha publicado sólo 14 libros de poemas, va en sentido inverso: es una poesía filosófica, ajena a preocupaciones sociales. La angustia en el centro de su lírica es la del “yo”, no la del “nosotros”. Es la de la oscura noche del alma y no la de la opresión colectiva. Profesora de la Universidad de Yale, Glück, hizo su debut en 1968 con “Firstborn” (“Primogénita”), y aunque su nombre escape al conocimiento masivo es considerada, entre los cultores del género de todos los países, una de las poetas más destacadas de su pais. A lo largo del tiempo publicó otros títulos como “El triunfo de Aquiles” -por el que logró el National Book Critics Circle Award-, “Ararat” y “Averno”. En 1993 recibió el premio Pulitzer y el título de “US Poet Laureate”. Su poesía se caracteriza por “un esfuerzo por la claridad”, dijo la Academia, “con un enfoque en la niñez, la vida familiar y las relaciones cercanas entre padres y hermanos. En sus poemas, el yo escucha lo que queda de sus sueños e ilusiones y nadie puede ser más duro que ella para confrontar las ilusiones del yo”, agregó.
A diferencia de otros ganadores minoritarios como ella, su obra ha gozado de varias traducciones al español. La gran poeta argentina Mirtha Rosenberg, fallecida el año pasado, tradujo de Glück “Las siete edades” para el sello valenciano Pre Textos, que editó otros libros suyos. En una entrevista concedida ayer, Manuel Borrás, titular de dicha editorial, dijo que el Nobel a Glück le hace “justicia a una gran poeta”, y agregó que la editorial pasó de vender 200 ejemplares de sus libros “a agotar las ediciones en un cuarto de hora”. “En la editorial vivimos este reconocimiento con hondísima satisfacción. Primero y fundamentalmente porque se hace justicia a una gran poeta y después porque nos está diciendo a nosotros, los editores de Pre-textos, que no andamos desencaminados cuando insistimos en la importancia de una obra”. Borrás agregó que la poesía de Glück es “muy atractiva por su carácter austero, íntimo, porque es una poeta de las pequeñas cosas, que además las hace trascender”. “Ararat”, “El iris salvaje”, la mencionada “Las siete edades”, “Pradera”, “Una vida de pueblo” y “Vita nova” son los títulos publicados por su sello. Además de Rosenberg, el argentino español Mariano Peyrou, también es otro de los traductores.
Al enterarse del premio, Glück señaló: “Es un gran honor. Quería comprar otra casa, una casa en Vermont, tengo un condominio en Cambridge y pensé ‘bueno, puedo comprar una casa ahora’. Pero sobre todo me preocupa la preservación de la vida diaria con las personas que amo”. El Nobel está dotado por algo más de un millón de dólares.
Fuente: Ámbito