El realismo norteamericano hace pie en Europa

El museo Thyssen-Bornemisza de Madrid presenta una muestra del pintor estadounidense Edward Hopper, considerado como una de las principales figuras del realismo norteamericano del siglo XX.

La muestra recorre gran parte de la vida del pintor, nacido en Nyack –Nueva York- en 1882 y muerto en la propia ciudad de Nueva York en 1967, sobre un guión curatorial que comprende una primera parte de su obra, desde sus comienzos en 1900 hasta 1924, y una segunda, a partir de 1925 hasta sus últimos trabajos.

La colección llega al Thyssen gracias a una colaboración de esta institución con la Réunion des Musées Nationaux de France, y han sido sus curadores Tomás Llorens, director honorario del museo madrileño y Didier Ottinger, director adjunto del MNAM/Centre Pompidou.

Las obras proceden de préstamos cedidos por importantes museos como el MOMA y el Metropolitan Museum de Nueva York; el Museum of Fine Arts de Boston, la Addison Gallery of American Art de Andover o la Pennsilvania Academy of Fine Arts de Philadelphia, además de coleccionistas particulares y el Whitney Museum of American Art de Nueva York, que cedió catorce obras del legado de Josephine Hopper, la esposa del artista.

Actualmente, el museo Thyssen-Bornemisza posee la más importante colección de obras de Hopper fuera de los Estados Unidos con 73 trabajados de este artista, aunque algunos de los cuadros más famosos del artista no integran esta muestra, como es el caso de «Noctámbulos» –una escena nocturna con solitarios personajes en una clásica cafetería americana- que se exhibe en en un museo de Chicago.

Formado en la prestigiosísima New York School of Art, Hopper fue un fiel admirador de la pintura de Degas y Manet y gran parte de su vida trabajó como ilustrador en la industria publicitaria hasta que alcanzó cierto éxito económico en 1925 al vender toda su producción de acuarelas.

Uno de sus más importantes mentores en esos años fue el pintor realista Robert Henri, quien sostenía que el arte debía reflejar la vida cotidiana de la sociedad norteamericana de aquellos años, lo cual llevó a Hopper a pintar cuadros costumbristas, repletos de personajes solitarios y desamparados que perfilaron su estilo definitivo.

Sus pinturas se convirtieron con el tiempo en un testimonio de la sociedad americana, en especial antes y después de la Depresión de 1929, con cuadros que llegarían a influir en otras disciplinas impensadas como la historieta, el cine –»Casa junto a la vía del tren» inspiró a Alfred Hitchcok para su filme «Psicosis»- y hasta la televisión, como en la serie animada Los Simpsons, en uno de su cuyos capítulos aparece el ya mencionado «Noctámbulos».

Para esta muestra, que tras su cierre en septiembre seguirá su camino a París, se contó también con la colaboración del cineasta norteamericano Ed Lachman quien recreó en tres dimensiones la escena del cuadro «Sol de mañana» de 1952, donde se pone de manifiesto claramente la relación entre la obra de Hopper y el cine.

Por Oscar Smoljan. Director Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén

FUENTE: diario Río Negro

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