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El mundo Más vale tarde que nunca: siete escritores que triunfaron en su vejez
Más vale tarde que nunca: siete escritores que triunfaron en su vejez
15 junio, 2022 |
De Miguel de Cervantes a Aurora Venturini, te contamos qué autores no conocieron el éxito hasta la última etapa de sus vidas.
El 15 de junio se celebra el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez por dos eventos importantes: el primero es el inicio de la Década de las Naciones Unidas para el Envejecimiento Saludable (2021-2030); y el segundo es la conmemoración de los 20 años de la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento.
Para hacer foco en los aportes de los adultos mayores a la literatura universal, Infobae Leamos compiló una lista de escritores que, por desdicha o casualidad, no disfrutaron del éxito de su obra hasta bien entrados en años, y supieron esperar con paciencia.
El autor de «El Quijote» se hizo conocido con esta novela después de una vida ecléctica alejada de la literatura
Cuando Miguel de Cervantes publicó, en 1605, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, conocida como la primera novela moderna, el escritor español tenía ya 58 años. Aunque hoy esa edad esté lejos de asociarse con la vejez, otra era la historia en el siglo XVII, cuando la esperanza de vida promedio en Europa oscilaba entre los 50 y 60 años.
Antes de escribir El Quijote, reconocida como una de las mejores obras de la literatura universal y cuya cantidad de ediciones y traducciones solo es superada por la Biblia, Cervantes ya había escrito en 1585 la novela La Galatea, una égloga -pieza poética que puede entenderse como un acto de una obra teatral- en prosa que contó con moderado éxito. Pero no sería hasta la publicación, 20 años más tarde, de la historia de Don Quijote y su leal Sancho Panza que el escritor español alcanzaría reconocimiento mundial.
Si se tiene en cuenta lo alborotado de las primeras décadas de su vida, no es de extrañar que Cervantes no pudiera dedicarse antes a la escritura. Entre otras hazañas, luchó en la batalla de Lepanto, el combate naval que, en 1571, enfrentó al Imperio otomano con la Liga Santa, una coalición católica encabezada por el Papa Pío V. Aunque durante el enfrentamiento perdió el movimiento de su mano izquierda a causa de un trozo de plomo que le seccionó un nervio, lo que le valió el apodo de “el manco de Lepanto”, Cervantes siempre se mostró orgulloso de haber participado en “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”, como escribió en el prólogo de la segunda parte de El Quijote.
Antes de publicar «Robinson Crusoe», Daniel Dafoe estuvo preso por los panfletos irónicos y humorísticos que escribía
Si pasamos al siglo XVIII, otro gran escritor publicó, también con 58 años, un libro que lo catapultaría a la fama mundial y que sería considerado luego como la primera novela inglesa. Hablamos de Robinson Crusoe, la autobiografía ficticia de un náufrago que pasa casi 30 años en una isla, escrita por el autor y periodista inglés Daniel Dafoe.
Antes de su publicación, Dafoe ya había incursionado en la escritura de poesía, ensayos y textos irónicos o humorísticos, generalmente de corta extensión. Sus actividades políticas y panlfetarias le valieron tres años de prisión, no sin antes tener que pasar por la exposición a la picota, columnas de piedra ornamentadas en las que las autoridades exponían a los reos. Sin embargo, más que piedrazos y humillaciones, el público congregado alrededor de Dafoe lo recibió con flores a causa de la publicación de su poema “Himno a la picota”.
Tras el éxito de Robinson Crusoe, publicada en 1719 y basada en la historia real del naufragio del marinero escocés Alexander Selkirk y el español Pedro Serrano, Dafoe se dedicó con más ahínco a la literatura y empezó a utilizar aspectos de su vida privada para volcarlos a la ficción. El ejemplo más claro es su novela Moll Flanders, en la que describe con lujo de detalles la prisión de Newgate, en la que pudo evitar sus últimos años de condena al convertirse en espía. Aunque continuaría escribiendo casi hasta su muerte en 1731, con una treintena de libros en su haber, ninguno sería tan recordado como la historia del náufrago.
Veinte años pasaron entre la primera novela de Saramago y «Levantado del suelo», aquella con la que se consagraría mundialmente
Para continuar con las casualidades, también otro autor, ganador del Premio Nobel de Literatura, publicó a los 58 años su primera gran novela. Es el caso del escritor portugués José Saramago y su libro Levantado del suelo, cuyo éxito, aunque el autor ya había publicado anteriormente algunos poemas y una novelita que por dos décadas pasó desapercibida, le insufló una voracidad inusitada por la escritura. Para explicar el bache de 20 años de silencio entre su primera novela y Levantado del suelo, Saramago comentó: “Sencillamente no tenía algo que decir y cuando no se tiene algo que decir lo mejor es callar”.
Desde entonces, y hasta su muerte en 2010 a los 87 años, el Premio Nobel portugués publicó con notable asiduidad, a razón de un libro cada dos o tres años, y dejó una vasta obra que supera los 50 libros de una gran variedad de géneros: novelas, cuentos, poesía, teatro, cartas, ensayos y crónicas de viaje, entre otros.
Laura Ingalls Wilder es la autora de «La casa de la pradera», novela infantil que se adaptó a la pantalla chica en la década del 70 como La familia Ingalls
Sin embargo, más allá de los casos en los que un autor publicó, entrado en años y después de ya haber incursionado en la literatura, el libro por el que sería recordado, hay destacados ejemplos en los que la ópera prima no llega hasta después de los 60 años. Así sucedió con Laura Ingalls Wilder y La casa de la pradera, su novela más exitosa que, en 1973, fue adaptada a la pantalla chica como La familia Ingalls.
Con Ingalls Wilder sucedió algo similar que con Cervantes. Aunque la pionera estadounidense no luchó en ningún combate naval, sí tuvo una vida agitada y repleta de desgracias que, aunque su abuelo y su madre la habían acercado a la literatura, le impidió dedicarse de lleno a la escritura. En un corto período de tiempo, se murió su hijo menor, su esposo quedó paralítico a causa de su difteria, un incendio arrasó con su casa y su granja, y luego una sequía terminaría de consumir sus ahorros y dejarla en bancarrota.
No sorprende, entonces, que la autora haya tenido que esperar 65 años para poder sentarse a volcar sus memorias en la serie de libros infantiles por la que, casi cien años después, todavía es recordada.
Frank McCourt tuvo una vida trágica que volcó a la ficción en su más conocida novela, «Las cenizas de Ángela».
Otro caso similar al de Ingalls Wilder es el del escritor irlandés-estadounidense Frank McCourt y su novela autobiográfica Las cenizas de Ángela, su primer libro publicado a los 66 años y galardonado con un Premio Pulitzer.
Las cenizas de Ángela se mantuvo más de 70 semanas a la cabeza de la lista de las novelas más leídas del suplemento literario de The New York Times, y en los primeros tres años desde su publicación se llevó a la pantalla grande y se tradujo a más de 20 idiomas. En estas memorias noveladas, McCourt narra su dura y trágica infancia en Nueva York, de donde su familia tuvo que irse después de que se murieran sus seis hermanos a causa de enfermedades relacionadas con la pobreza.
Sin embargo, su suerte no cambiaría. En Irlanda, en ese entonces el país más pobre de Europa, continuaron las desdichas que, décadas más tarde, le ayudarían a alcanzar el reconocimiento mundial al plasmarlas en Las cenizas de Ángela. Después de publicar esta novela, a McCourt le diagnosticaron cáncer de piel, enfermedad que devino en una meningitis que lo dejaría ciego, sordo y mudo. De todos modos, nada pudo detener al escritor, que tras el éxito de Las cenizas de Ángela, publicó otros tres libros antes de morir a los 78 años.
«Los girasoles ciegos» es la primera y única novela de Alberto Méndez, que falleció el mismo año de su publicación sin llegar a atestiguar su éxito
Si hay una desventaja de empezar a publicar a partir de los 60 años tiene que ser la posibilidad de que disfrutar del éxito tardío resulte demasiado corta. Desde la publicación de Don Quijote, Cervantes vivió poco más de 10 años, al igual que Dafoe y McCourt con sus respectivos libros. Ingalls Wilder, por su parte, pudo vivir casi 20 años del éxito de La casa de la pradera, y Saramago disfrutó por tres décadas su reconocimiento alrededor del mundo.
Sin embargo, el más extremo de los casos es el del español Alberto Méndez y su libro Los girasoles ciegos, compuesto por cuatro relatos ambientados en la Guerra Civil Española y publicado en 2004 a sus 63 años. Aunque recibió el Premio de la Crítica de Narrativa Castellana, el Premio Nacional de Narrativa y el Premio Setenil, Méndez falleció de cáncer ese mismo año, sin llegar a ser testigo del éxito que luego tendría su obra, compuesta por ese único libro que terminaría siendo uno de los mayores éxitos en español de la editorial Anagrama.
Aurora Venturini ganó a los 85 años el Premio Nueva Novela de Página/12 con su libro Las primas
Pero una nota sobre escritores que triunfaron cuando los años de juventud ya habían quedado bien atrás no estaría completa sin la inclusión de Aurora Venturini, la escritora argentina que, en 2007, alcanzó el éxito a los 85 años con la publicación de su novela Las primas, ganadora del Premio Nueva Novela de Página/12.
La historia de Venturini es tan interesante como sus libros, de los que en vida publicó más de 30 aunque sin alcanzar notoriedad hasta el tardío “descubrimiento” que llegó con el premio. Venturini fue escritora, docente y traductora, esposa del escritor e historiador Fermín Chávez, amiga de la Primera Dama y dirigente política Eva Perón, así como de intelectuales franceses como Simone de Beauvoir, Jean-Paul Sartre y Albert Camus durante su exilio en París.
Desde 2007, y hasta su fallecimiento en 2015, Venturini pudo disfrutar del éxito y el reconocimiento que, aunque nunca buscó, no obtuvo hasta su vejez. Lo más llamativo, tanto para el jurado del premio, compuesto por Juan Forn, Rodrigo Fresán, Alan Pauls, Sandra Russo, Guillermo Saccomanno y Juan Sasturain, como para el público que luego se enamoraría de Las primas y del resto de su obra, era el contraste entre la avanzada edad de la autora y su escritura fresca, moderna y vanguardista. Pero, ¿sorprende a alguien que la experiencia de una octogenaria superara con creces las producciones de sus pares con 40 o 50 años menos? Más que cualquier tipo de reconocimiento, lo importante está dentro de los libros. Como queda claro con los casos de estos 7 autores, si el éxito tiene que llegar, llegará. ¡Más vale tarde que nunca!