El altorrelieve conocido como los «Caballos alados de Tarquinia» es uno de los ejemplos más bellos de arte etrusco. Esta pieza, que estuvo situada en el frontón del templo principal de esta importante ciudad, fue descubierta en 1938 y restaurada en diversas ocasiones. Tras numerosos estudios, los investigadores creen que los caballos irían acompañados por una figura femenina y por una vasija, y que, muy probablemente, por su posición, tirarían de un carro.
Imagen de los «Caballos alados de Tarquinia». Museo Nacional de Tarquinia, Viterbo.
Cuando hacemos referencia a un caballo alado, lo primero que nos viene a la mente es la figura de Pegaso, el hermoso corcel blanco de la mitología griega que, junto a su hermano Crisaor, nació de la sangre derramada por la gorgona Medusa, cuando el héroe Perseo le cortó la cabeza cuajada de serpientes. Aunque en realidad las primeras representaciones de caballos alados se remontan a algunos relieves protohititas de Anatolia, del siglo XIX a.C., un tipo de figuras que influyeron profundamente tanto a asirios como a griegos, extendiéndose posteriormente a todos los rincones Mediterráneo.
Pero, sin duda, una de las representaciones más famosas de corceles con alas que ha llegado hasta nosotros es un hermoso altorrelieve etrusco, datado a mediados del siglo IV a.C. (aunque algunos investigadores creen que podría haber sido realizado en el siglo III a.C.), conocido como los «Caballos alados de Tarquinia». Esta famosa pieza se dispuso en el frontón del Ara della Regina (Altar de la Reina) o Templo Mayor de Tarquinia, que se alzaba en la acrópolis de esta importante ciudad etrusca situada en la región italiana del Lazio, al norte de Roma.
Imagen frontal de los «Caballos alados de Tarquinia», expuestos en el Museo Nacional de Tarquinia, Viterbo. Sailko (CC BY 3 0)
FRAGMENTADO Y RESTAURADO
El Ara della Regina fue construido entre los siglos IV y III a.C., y su planta era muy parecida a la de los templos que se levantaban en la Magna Grecia y en Sicilia. Su orientación era este-oeste y sus rasgos ya apuntaban a las características que iba a presentar el templo etrusco: un alto podio y una escalera central en la fachada. Sin embargo, los estudiosos no han podido identificar a qué divinidad podría haber estado dedicado este santuario, aunque recientes investigaciones lo relacionan con una diosa etrusca equiparable a la romana Diana, la diosa virgen de la caza y hermana de Apolo.
Los «Caballos alados de Tarquinia», tal como se exponen en el Museo Nacional de Tarquinia en Viterbo. Paolo Villa (CC BY SA 3 0)
El templo presentaba una profusa y delicada decoración, de la que formó parte el famoso altorrelieve de los «Caballos alados», que estaba situado, como se ha apuntado, en el frontón del templo. Este hermoso relieve escultórico, de 115 centímetros de altura por 125 centímetros de ancho, fue descubierto en el año 1938 por el arqueólogo italiano Pietro Romanelli. Apareció fragmentado en más de cien pequeños pedazos, y fue restaurado minuciosamente por Augusto Falessi poco después del hallazgo.
EL DELICADO TRABAJO DE UN ARTISTA ANÓNIMO
Pero sería la restauradora Ingrid Rein quien llevó a cabo el trabajo de restauración más importante y minucioso de esta pieza hace unos pocos años. Rein consiguió asimismo recuperar los colores originales (el caballo situado en primer plano estaba pintado en un tono ocre y el caballo del segundo plano, en una tonalidad de color más rojiza). Los arqueólogos creen además que ambos corceles debían de estar unidos a un carro, del que desafortunadamente no se ha podido localizar ningún vestigio.
Detalle del plumaje y de las bridas de los «Caballos alados de Tarquinia». Paolo Villa (CC BY-SA 3.0)
A pesar de su aparente perfección estilística, los estudiosos señalan que el altorrelive de los «Caballos alados» parece mostrar una ligera desproporción entre los cuerpos de los equinos y sus patas, que son cortas en comparación con la altura de las figuras. Pero también aclaran que no se trata de un error del artista que los realizó, sino que en realidad de lo que se trataba era de provocar en el espectador una ilusión óptica y que este tuviera la impresión de que los animales eran anatómicamente perfectos.
Cabe resaltar también los innumerables detalles que el anónimo artista plasmó con detalle en su obra, como por ejemplo la musculatura de los animales, las crines y la cola, que están esculpidas con incisionesprecisas que permiten recrear hasta los mechones de pelo. De la misma manera se perfilaron el belfo, el contorno de los ojos y las orejas. En cuanto a las alas, estas se muestran extendidas, apreciándose incisiones en paralelo de diferentes tamaños para simular con precisión el plumaje.
MÁS ELEMENTOS DECORATIVOS
Entre los fragmentos decorativos descubiertos por los arqueólogos y que formaron parte del frontón del templo de Tarquinia han aparecido otros dos que podrían estar relacionados estilísticamente con los caballos: una figura femenina cuyo vestido está adornado con motivos de estrellas en la parte inferior y una vasija de forma cerrada. Estos hallazgos han llevado a Giovanna Bagnasco Gianni, especialista en cultura etrusca de la Università degli Studi de Milán, a sugerir que los tres elementos encajarían como parte de una composición que representaba el ascenso del héroe Heracles al Olimpo.
En la actualidad, el altorrelieve de los «Caballos alados» se expone de manera permanente en el Museo Nacional Etrusco de Tarquinia, en la población italiana de Viterbo, donde también se ofrece al público interesado en este hermoso vestigio artístico del pasado una reconstrucción gráfica de la posible policromía que en su día lo embelleció.
Fuente: National Geographic