ANSIAS DE LIBERTAD
Durante el verano de 1910, mientras su marido se quedaba en la casa de veraneo familiar para componer, Alma Mahler se retiró a un balneario cerca de Graz, en Austria, para recuperarse de la muerte de su hija y de la tristeza en la que vivía en su relación. Allí conoció al arquitecto Walter Gropius, el futuro fundador de la Bauhaus, y ambos, prendados el uno del otro, empezaron un romance.
Al poco tiempo Alma regresó con su esposo y Walter quedó como amante, pero pronto la relación dejó de ser secreta: deseoso de recuperarla, el arquitecto le escribió una carta a Alma y se la envió a su marido, provocando así que este se enterara del romance de su esposa. Al ser consciente de la situación, Gustav le pidió a Alma que no le abandonara, se volvió a interesar por la música de ella e incluso visitó la consulta de Sigmund Freud para descifrar el por qué de su estado de ánimo. Sin embargo, para Alma ya era demasiado tarde. “Qué duro es ser tan despiadadamente privada de (…) lo más cercano al corazón”, escribió en su diario a propósito de cómo su marido la había alejado de la música.
Gustav Mahler plasmó en su Sinfonía nº 10 todo lo que estaba viviendo, pero no llegó a terminar la composición, ya que la muerte le sorprendió a los pocos meses, en 1911. Décadas más tarde, Alma Mahler, que permaneció junto a su esposo hasta el final de sus días, le encargaría al compositor Ernest Krenek y al músico Deryck Cooke que terminaran la última sinfonía de su marido y, después de escuchar la grabación hecha para la BBC, autorizaría la edición e interpretación de la obra, cerrando así el legado musical del gran Mahler.
El compositor Gustav Mahler, fotografiado en 1909.
CATALIZADORA DE CREATIVIDAD
Libre entonces de las responsabilidades que había tenido que asumir en su matrimonio, Alma Mahler empezó una vida determinada por el arte y la pasión. Primero, tuvo una breve y tormentosa relación con el biólogo y músico vienés Paul Kammerer quien, en un arrebato, le amenazó con dispararse frente a la tumba de su difunto marido si no accedía a casarse con él. Decidida a proteger su autonomía, Alma Mahler terminó aquella historia en la primavera de 1912.
Después, conoció al joven pintor Oskar Kokoschka, siete años menor que ella, cuya particular combinación de su expresionismo y un manierismo exagerado le había valido el apodo del “enfant terrible” de Viena. Inspirado por su fogosa relación con Alma Mahler, Kokoschka creó obras como Doble retrato: Oskar Kokoschka y Alma Mahler (1913), Querida (1913), Amantes. Alma Mahler y Oskar Kokoschka (1913) y el cuadro más famoso de todos, titulado La novia del viento o La tormenta (1914). En este último, Kokoschka reflejó el amor que sentía por Mahler en una escena colmada de azules en la que ambos aparecen tumbados, el uno al lado del otro: ella plácidamente dormida y él con los ojos abiertos e inquietos.
Alma Mahler y Oskar Kokoschka en la película Alma Mahler, la pasión (2022).
Sin embargo, Alma ya había sido musa de su marido una vez y se negaba a ocupar de nuevo aquella posición. Agotada después de tres años de relación, decidió abortar el hijo que estaban esperando y se separó del pintor para regresar con el arquitecto al que había conocido en el balneario de Graz, Walter Gropius. Mahler y Gropius se casaron poco después y tuvieron a una hija, Manon, que falleció a causa de una poliomielitis a los dieciocho años. Kokoschka encajó tan mal aquella ruptura que mandó construir una muñeca tamaño real inspirada en Mahler que se solía llevar a todas partes, simulando así que todavía estaba junto a su amada.
Oskar Kokoschka junto a la muñeca inspirada en Alma Mahler en la película Alma Mahler, la pasión (2023).
UNA SEGUNDA VIDA EN ESTADOS UNIDOS
Tras divorciarse nuevamente de Walter Gropius en 1920, la irreprimible Mahler se casó con el novelista Franz Werfel, amigo de Franz Kafka y Max Brod, en 1929. Poco antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, la pareja se exilió a los Estados Unidos, pasando por Francia, España y Portugal antes de viajar a Nueva York, para después instalarse definitivamente en Los Ángeles. Durante aquellos años, Werfel escribió su famosa novela La Canción de Bernadette, que posteriormente fue llevada al cine.
Cuando el escritor falleció en 1945, Alma Mahler decidió mudarse a Nueva York, desprendiéndose de su pasado y de la fama de femme fatale que la había perseguido desde la juventud. En la Gran Manzana, Mahler se sumergió en el ambiente cultural de la ciudad y se convirtió en un gran referente artístico. Regresando a los recuerdos de su primer gran amor, Alma se dedicó a editar y publicar las cartas de su primer esposo, Gustav Mahler y, paradójicamente, quemó todas las cartas que le había escrito ella a él, frustrando a los académicos que se dedicarían a estudiar su figura en el futuro y levantando ciertas sospechas.
Hacia el final de su vida, Alma Mahler se volcó en escribir sus memorias, publicadas bajo el título de Mein Leben en alemán y And The Bridge Is Love (“Y el puente es el amor”) en inglés, adoptando como título el hermoso verso del poema de Thornton Wilde que dice: There is a land of the living / and a land of the dead, / and the bridge is love, / the only survival, the only meaning (“Hay una tierra de los vivos / y una tierra de los muertos, / y el puente es el amor, / el único superviviente, el único sentido”).
Alma Mahler interpretada por la actriz Emily Cox en la película Alma Mahler, la pasión (2023).
EL LEGADO DE ALMA MAHLER
De la música de Alma Mahler apenas quedan los 16 Lied que compuso antes de cumplir los 20 años, unas piezas que se siguen interpretando hoy en día y que la editorial Hiperión publicó en 2009 en un volumen en conjunto con los Lied de Gustav Mahler. Sin embargo, el legado de Mahler va más allá de su propia música: fue una mujer que desafió las convenciones de su época, que utilizó su creatividad e ingenio para inspirar a los hombres que la rodearon y que, al igual que la gran filósofa contemporánea Lou Andreas-Salomé, reivindicó su libertad por encima de todo.
Sus memorias, sus diarios, biografías como Alma Mahler. Un carácter apasionado (2020) de Cate Haste o la recientemente estrenada película Alma Mahler, la pasión (2023) nos sirven no solo para comprender los entresijos de una época tan importante para Europa, sino también para aproximarnos al testimonio de una mujer fuera de serie cuyo torrente de energía vital, al contrario que su música, jamás pudo ser silenciado.
Fuente: Historia National Geographic