La obra es una heladera de principios del siglo pasado intervenida con una heliografía, fue realizada en 1994, y hace alusión al enfriamiento de las relaciones sexuales que produjo la epidemia del SIDA en los años 80 y 90.
Los que amamos a las artes plásticas y nos pasamos la vida denunciando a los impostores, también experimentamos nuestros momentos de epifanía* (como suele decir un colega). El 29 de noviembre en el MNBA, de Neuquén, he vivido mi propia revelación, la que espero me permita ser más tolerante, en especial con las personas que yo considero que no tienen talento pero igual quieren vivir el siempre glamuroso mundo del arte.
Por Rubén Reveco, licenciado en Artes Plásticas
Donde no hay emoción, todo es posible
Si hay algo destacable de los artistas llamados contemporáneos es el total desapego por la admiración que pueda o no causar la obra. Ahora que se vive en la era del «me gusta», llama profundamente la atención que estas personas presenten objetos como si fuera arte y que en la mayoría -expertos o simples espectadores- no aparezca ni un atisbo de emoción.
La emoción -que es una reacción involuntaria ante la contemplación de una obra de arte- genera a la vez admiración. Una especie de retribución del espectador hacia el artista; con la admiración se agradece ese momento vivido ante el objeto que tanta emoción (y lágrimas) ha provocado.
Es para llorar
Obvio, se puede llorar de emoción, tristeza, indignación o impotencia. Llorar cuando la mediocridad se convierte en virtud («Lo mismo un burro que un gran profesor»), llorar cuando despojan al arte de todo valor estético e indignación cuando las empresas y las instituciones dilapidan los recursos privados o públicos.
La generosa empresa petrolera no entiende nada arte, pero es bueno para hacer lobby o usarlo como una clase de activo, como las acciones y los bonos. Los funcionarios como una estrategia para permanecer en el stablismen (hay que apoyar a los rebeldes porque el arte es rebeldía). Y los artistas para demostrar que para serlo no es necesario tener talento. Basta con estar atento y no dejar pasar la oportunidad. Dicho con total frialdad (heladera), sin emoción alguna (arte contemporáneo).
Pobre de mí, recién lo vengo a comprender.
(*) La Epifanía es un acontecimiento religioso. Para muchas culturas las
epifanías corresponden a revelaciones o apariciones en donde los profetas, chamanes, médicos, brujos u oráculos interpretaban visiones más allá de este mundo.
Es también una fiesta cristiana en la que Jesús toma una presencia
humana en la tierra, es decir Jesús se «da a conocer».