Lo que le ocurrió a la obra de Facundo Lucero -joven muralista de la ciudad de General Roca- me recuerda inevitablemente al terrorismo cultural implementado por el Estado Islámico en los territorios ocupados en Siria e Irak. No es lo mismo, claro está, pero no deja de tener un punto de conexión y es que se trata de cierta impericia en reconocer dónde empieza el arte y dónde está sólo un muro garabateado.
Que la dueña del departamento de General Roca haya mandado a tapar los murales que pintó Facundo Lucero (estudiante de arte) es un derecho que le asiste, pero también nos preguntamos qué hubiese pasado si la señora -en cuestión- hubiese puesto un aviso en el diario que diga: «Alquilo departamento con las paredes decoradas por un joven artista de Gral. Roca».
Nunca lo sabremos, porque ella optó por el blanco inmaculado; el blanco que significa limpieza, asepsia y decoro.
Por Rubén Reveco
Licenciado en Artes Plásticas
Muy poco «tacto» el de la señora. En definitiva tiene toda la onda, en un ciudad universitaria como es Roca, alquilar un departamento para estudiantes con el sello del estudiante anterior, que dejó su huella ahí mismo, en esas paredes. Más si se trata de un muralista. Cuando ese artista tenga renombre, su obra este valuada en millones de dólares, y lo admire hasta Bansky, la dueña del lugar va a lamentar muchísimo lo que hizo. Pero será tarde.