Esta vez, la novela de Tolstoi llega a las pantallas con Keira Knightley. El director es Joe Wright y trabaja por tercera vez con la actriz. También actúan Jude Law y Aaron Taylor-Johnson, como Vronsky.
Por Liliana Martínez Scarpellini
Las películas con carga histórica la tienen cada vez más difícil para encontrar un hueco entre tantos títulos comerciales destinados a hacer taquilla de una forma descarada. Pero en esta ocasión ha conseguido abrirse paso la adaptación de uno de los clásicos de la literatura rusa, «Anna Karenina», con Keira Knightley como protagonista.
Esta interesante e intensa adaptación de la obra de León Tolstoi es la tercera colaboración del director Joe Wright con la que parece ser su musa, Knightley, después de haberse manejado en la campiña británica con la adaptación de otros clásicos de la literatura como «Orgullo y prejuicio», de Jane Austen, y la más reciente «Expiación», del británico Ian McEwan.
Y como en ocasiones anteriores, el amor con el trasfondo político y social está presente en la propuesta de Wright, siguiendo los trazos marcados por la obra de Tolstoi y su conocido drama familiar. La historia está ambientada en la Rusia zarista y cuenta el drama de Anna Karenina y su affaire con el conde Vronsky. Una situación muy difícil de digerir en su entorno y en la época, publicada por primera vez en 1873.
Vronsky, interpretado por Aaron Taylor-Johnson, está dispuesto a pasar por el altar y hacer realidad su sueño de estar con Karenina, pero sólo si ésta se decide a dejar a su marido, a quien da vida el británico Jude Law. El escándalo es mayúsculo en las altas esferas de la sociedad rusa por el cargo gubernamental que ocupa el capitán Karenin.
Wright envuelve el drama en un despliegue contundente de recursos técnicos, con una cinematografía notoria y un vestuario fastuoso, a la altura de otras adaptaciones de otros clásicos. Su gusto por esa temática le viene de la marcada influencia que ejerce en él un compatriota como David Lean, director de películas míticas como «Lawrence de Arabia».
El largometraje, de 130 minutos de duración, tiene además el estilo inconfundible de anteriores trabajos de Wright, puesto que el equipo ha sido prácticamente el mismo. Repiten su director de fotografía Seamus McGarvey, la editora Melanie Ann Oliver y el coreógrafo Sidi Larbi Cherkaoui. Y, por supuesto, Knightley, que con sólo 27 años, tiene una trayectoria increíblemente extensa. Fue nominada a un Oscar y un Globo de Oro como mejor actriz por su papel de Elizabeth Bennet en «Orgullo y prejuicio», tras su primer rol de envergadura en «Guerra de las galaxias: Amenaza fantasma» en 1999.
Después se hizo aún más popular con el principal personaje femenino de «Piratas del Caribe», también con aires históricos. Actriz versátil y del gusto de muchos directores por sus rasgos dulces y delicados, ha sido calificada en algunos círculos como la nueva Audrey Hepburn.
En una entrevista reciente, Knightley dice que se está haciendo más madura y que ahora se atreve con personajes del calado de Karenina, pese a su corta edad. «Ahora me siento más cómoda en mi propia piel», admite.
«Y, como intérprete, me siento más cómoda a la hora de cargar con tantas emociones. Miro atrás en la época en que era muy joven y hacía películas muy grandes, y por supuesto que no iba a ser capaz de entender todo lo que estaba interpretando al nivel que lo puedo entender ahora. Según avanza la vida una va acumulando heridas, y para un actor es terriblemente importante tener esas heridas encima».
Esa experiencia le ha abierto las puertas a una nueva racha de trabajo apenas sin descanso, pues como reconoció hace un tiempo es adicta a la actividad profesional. Además de ocuparse de Anna Karenina, tiene al menos otras tres películas pendientes de estreno, en una carrera con cada vez más trascendencia. Papeles históricos como éste ayudan. (DPA – diario Río Negro).