Ascensión al Domuyo

Por Isidro Belver

‎109 años hoy, 16 de noviembre de la primera ascensión al Domuyo, «Techo de la Patagonia», (4709 m.). Lo que entonces fue una aventura en alpargatas…. hoy lo ha convertido en un centro mundial para escaladores que gozan de su paisaje, su leyenda y la cordial atención de quienes vivimos reclinados a su sombra patriarcal. Este es el relato de ese acontecimiento por el hermano del sacerdote salesiano, científico y explorador uruguayo Lino del Valle Carvajal a los 32 años:

«H. 7,35 p.m. El Padre llegó al pico principal a la entrada del sol; detrás de él llegó Santiago, luego Roza Flores y yo. Desde esta altura de 4300 metros, se abarcaba un horizonte inmenso, las cordilleras parecían cerritos. Una vez allí, el Padre me vino al encuentro diciéndome: “Apúrate a llegar que vamos a saludar el pico con salvas”. A la verdad, yo tenía muy pocas ganas de saludar, pero su palabra y alegría me reanimó. Cuando nos reunimos, todos estábamos conmovidos. Enseguida el Padre con su máuser, Santiago con la carabina y yo con mi revólver hicimos una descarga, en dirección a unos altos peñascos, vivando a la República Argentina. Luego, otra descarga y un tiro final de revolver. Siete detonaciones, un disparo por cada una de las siete personas que habíamos empezado la subida, de las cuales tres se habían quedado atrás. Al fin vivamos a la Argentina, al Uruguay y a Chile. El Padre nos invitó a rezar tres Padrenuestros y una Salve a la Divina Providencia para que nos protegiera en el descenso, pues la noche empezaba a llenar de oscuridad la montaña. Habíamos echado diez horas en subir.

H. 8 p.m. Dimos la vuelta bajando hasta encontrarnos con D. Olegario y se labró un acta que se introdujo en una botella de cerveza, que se bebió con D. Olegario. Está escrita en lápiz, y se metió entre una rasgadura del risco Olegario. Enseguida emprendimos la bajada, medio a la carrera, y dándonos golpes a cada momento».

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