(Ilustración de Carlos Casalla)
El 15 de mayo de 1879 se llevó a cabo esta batalla en el Valle de Epulauquen, del departamento Minas, situado al noroeste de la provincia del Neuquén. Según informe del coronel Olascoaga, el establecimiento del señor Enrique Price (que por error derivado de su distinta pronunciación fue tomado por su fonético de “Pray”) -sitio de la contienda- estaba junto a la laguna de Epulauquen, cuyo significado en mapuche es dos lagos (o lagunas). Los contendientes eran, por un aldo, las Guardias Nacionales de la Colonia Malbarco, reclutadas por el comandante Patrocinio Recabarren, y por el otro, los indios de Udalmán, dirigidos por el renegado Ramón Sosa.
El Parte Oficial dice lo siguiente: “El comandante militar y civil de Mal barco – Campamento en los Mallines de Charramica (sic: es Chararuca), Costa del Neuquén, mayo 16 de 1879 – Al señor comandante en jefe de la 4ª División del Ejército, teniente coronel don Napoleón Uriburu. – Cumplo con el deber de dar parte a V. S. que a las dos de la madrugada del día de ayer tuve aviso en este campamento que una partida de indios de los de Udalman, al mando del bandido Ramón Sosa, asaltaban la estancia del señor Pray, como también algunas casas de los inquilinos de este establecimiento, cometiendo todo género de tropelías.
Inmediatamente armé una partida de Guardias Nacionales a mis órdenes y mandé los persiguieran hasta darles alcance, lo que se verificó a las 12 del día de ayer, y trabándose un combate dio por resultado la muerte de cuatro indios y nueve prisioneros, incluso el cabecilla; escapándose sólo dos.
Se les ha tomado veinticinco caballos que habían robado a los vecinos de este paraje, los que han sido devueltos a sus respectivos dueños. También se las ha tomado cuatro lanzas, una escopeta, una carabina, un revólver y algunas otras armas insignificantes.
Una vez que los prisioneros llegaron a este campamento, se reconoció a Ramón Sosa, cabecilla de esta partida y asesino del malogrado capitán Brú; este bandido tenía todavía en su poder el recortado que el capitán Brú tenía de su uso particular. Sosa murió de las heridas que recibió en la pelea.
Los ocho prisioneros que quedan en mi poder los remitiré oportunamente al teniente coronel don Luis Tejedor. Entre los ocho prisioneros viene un indio llamado Miguel Yauca, que se le fugó al comandante Ortega en uno de sus mejores caballos.
Sin otro motivo, tengo el gusto de felicitar a V. S. por este pequeño encuentro que ha dado buen resultado, saludándolo con la consideración especial de mi distinguido aprecio. Dios guarde a V. S. – P. Recabarren”.
Este parte dio lugar a que Napoleón Uriburu cursara el siguiente telegrama: “Campamento en las juntas del arroyo Cobun-có con el Neuquén, junio 5 de 1879 – Excmo. Señor Ministro de Guerra. – Oficial – El comandante Recabarren batió el 15 ppdo., en las cercanías de Mal Barco, una partida de indios del cacique Udalman, que capitaneada por el bandido Ramón Sosa (cristiano) invadió la estancia de un señor Pray de aquel punto, resultando de este encuentro 2 indios muertos, 9 prisioneros, entre éstos el cabecilla, escapando sólo dos. Dejaron en el campo algunas armas y 25 caballos que ya habían robado y que fueron devueltos a sus dueños. El bandido Sosa, matador del capitán Brú en enero de este año, murió de las heridas que recibió.
La Guarnición de Mal Barco habrá mandado ya a las fuerzas situadas en Curre-Leuvú y Neuquén, un regular número de chusma que estaba juntando, habiéndose fugado a Chile 4 ó 6 indios viejos, que el comandante Recabarren indultó.
Comentarios
Como se puede apreciar, el bandolero Sosa, aliado a las indiadas de Udalmán, había realizado en los primeros meses de 1879, varias incursiones por el sur de Mendoza, en una de las cuales diera muerte al capitán Bruch. Luego se había refugiado en las tolderías de este cacique, pasando algunos de los indios a Chile, como lo da a entender un artículo periodístico chileno. Allí también se hace referencia a la muerte de Bruch.
Naturalmente que ellos no podían permitir que sus guardias fueran ocupadas por las tropas nacionales, y menos en el caso de la colonia Malbarco, consentir que los ganaderos y agricultores chilenos que se habían establecido desde mucho tiempo atrás en esos lugares (por acuerdos con el cacique Purrán o sus satélites), formaran una guardia nacional argentina, como era la organizada por el teniente coronel Recabarren, de acuerdo con las directivas que se le habían impartido.
Es por ello que, antes de que las fuerzas nacionales impidieran todo conato de levantamiento, atacan la estancia de Price que estaba junto al límite con Chile, de donde procedían sin duda los agresores.
Más tarde, el 12 de junio siguiente, el mismo Recabarren le comunica a su jefe, desde Huinganco: “Pongo en conocimiento de V. S. que tuve noticias por los baqueanos de que andaban indios en las inmediaciones de la estancia Pray; incontinenti, mandé una partida compuesta de 40 hombres, los que han llegado a 20 leguas de distancia de este punto, donde se avistó una partida de indios, los que al presentarse la fuerza, huyeron cobardemente. Sin embargo, se han tomado dos indios, un ciudadano chileno con su mujer y un chico, una india y dos chicos, y la mujer del bandido Sosa, de nacionalidad chilena, la que dice estaba cautiva hace tres meses.
He recogido 10 de chusma, una india, mujer de uno de los indios que murieron en la refriega de que di cuenta a V. S. anteriormente, y otra mujer llamada Bartola Cuminan, que estaba cautiva entre los indios.
Los toldos abandonados por los indígenas estaban llenos de trigo y el comandante de la partida los ha quemado, a fin de destruir todo elemento que pueda ser útil a estos salvajes
En l anota de V. S. se me ordena mantenerme a la defensiva y esta comisión la había desprendido antes de recibir dicha orden”.
Como se puede apreciar, ésta fue una consecuencia del combate anterior. A esta nueva escaramuza le siguió tiempo después la que menciona este parte oficial de Uriburu: “Mendoza, 16 de octubre de 1879 – Al Comandante General de Armas: En la noche del 2 y 3 del corriente, cuarenta indios atacaron la guardia de la caballada del destacamento de Malbarco para arrebatar los animales que cuidaban, y a los primeros tiros huyeron.
En el acto de tener aviso de lo ocurrido el comandante militar del punto, capitán D. Miguel N. García, mandó en comisión a ese puesto al señor Belmonte, comisario de la colonia, a quien recomendó proceder según las circunstancias
El señor Belmonte, teniendo nuevos avisos, se puso en marcha hora y media después con siete guardias nacionales del lugar, alcanzando a los indios del malón en la orilla del Neuquén, en donde quedaron muertos cinco de ellos, abandonando al echarse al agua, la mayor parte de los caballos de arreo, catorce ensillados y todas sus lanzas.
Los indios antes de ser cargados habían ya conseguido cruzar la banda sur del río 25 animales, pero Belmonte, arrojándose a nado, los rescató con pérdida de un G. N., que se ahogó al vadearlo. El capitán García recomienda la conducta del alférez Lamas de la G. N. de Malbarco”.
Esto puede dar una idea de las muchas actividades que debían desplegar las escasas fuerzas de la división, destacadas en tan amplio frente. En estos hechos vemos actuar también a los Guardias Nacionales reclutados entre los mismos ciudadanos afincados en la zona. La mayoría eran chilenos; otros, como Darío Bernal, argentino, estaban allí desde hacía algunos años.
Fuente:
http://www.revisionistas.com.ar/?p=4814