Una disputa que había llegado a la Justicia. Estaba impedido de viajar, vender o donar sus obras y legado.
“Me marea la vida”, le dijo el domingo, Día del Padre, a una amiga muy querida Nicolás García Uriburu, pocas horas antes de salir a comer a la casa de unos amigos. Eso respondió luego de contarle que había sentido mareos esa tarde. Nunca llegó a la comida. Al salir de su casa, en la calle, se desplomó junto a un árbol. Y aunque fue rápidamente atendido, murió en el Cemic, a los 78 años. En medio de un agravamiento de las tensiones familiares, el domingo había recibido temprano el saludo de su única hija, Azul, fruto de su matrimonio con Blanca Isabel Alvarez de Toledo, de quien se había divorciado hace años. Vivía y respiraba arte. La libertad del artista que tiñó las aguas del Gran Canal de Venecia se vio sacudida en el verano, cuando al regresar de Punta del Este se encontró con una citación judicial. En el juzgado civil N° 77, de la Jueza Gladys Carminatti, se había iniciado una causa por “determinación de la capacidad”, impulsada por su hija y las hermanas de él. Fue un duro golpe para quien hizo del arte una posición ética.
Ayer, durante el programa de Jorge Lanata, por Radio Mitre, el periodista Gabriel Levinas contó que la familia del artista se oponía a valiosas donaciones que había decidido hacer durante el último año. Así se lo comentó a esta cronista una tarde de enero pasado, mientras compartía un té con budín de limón. Lúcido y angustiado, confió: “No puedo dejar el país ni disponer de mis bienes. No puedo donar ni vender una sola obra”. Hasta ayer, no había trascendido de primera mano, la versión de la familia del artista.
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Se lo veía triste y ansioso por hallarse, súbitamente, ante una situación judicial, totalmente ajena a la creación artística. Y le preocupaban, además, las personas que dependían de él en Uruguay, donde contribuyó con sus obras a crear el Museo que lleva su nombre en la localidad de Maldonado, adonde no pudo regresar por disposición judicial.
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Con una importantísima colección no sólo en pinturas sino también de arte precolombino y piezas de arte plumario, el artista dedicó los últimos meses de su vida a demostrar que gozaba de plenas facultades mentales para crear y tomar decisiones. Su última exposición se inauguró en marzo en la Galería Henrique Faría. El espacio fue emplazado por la justicia a depositar en una cuenta del Banco Nación el dinero que resultara de las ventas de obras. Según otras fuentes con acceso a la Fundación que lleva su nombre en el Pasaje Bollini, en pleno barrio de Recoleta, ayer se dispuso una guardia policial.
“No puedo crear, estoy bloqueado a la espera de que este infierno termine. Me siento preso y se me va la vida. En eso ocupaba Nicolás los días”, comentó anoche a Clarín otra amiga cercana del artista. Por pedido de su hija Azul García Uriburu, que comunicó ayer la noticia a la Secretaría de Cultura de la ciudad de Buenos Aires ayer, según fuentes oficiales, el velatorio del artista tendrá lugar en la Casa de la Cultura, avenida de Mayo 575, entre las 11 y las 13 por disposición de su familia. Sus restos serán inhumados en la Chacarita.
FUENTE: Diario Clarín