Es uno de los mejores inventos de la humanidad. Tanto que es difícil imaginarse el mundo sin ella. Además ha sido y sigue siendo fundamental para un sinnúmero de otras cosas…. pero, ¿de dónde salió?
Según la Real Academia Española: Pieza mecánica en forma de disco que gira alrededor de un eje.
La más antigua de la que se había encontrado evidencia era la que usaban los ceramistas en la antigua Mesopotamia por los años 3500 a.C. Así que nuestra ubicua rueda es un invento relativamente reciente.
¿Cómo?
Para ese entonces, los humanos ya habíamos desarrollado sociedades complejas, con sistemas económicos, sociales y religiosos, habíamos domesticado animales y llevábamos varios milenios cultivando la tierra.
Alepo, en Siria, una de las candidatas a la ciudad más antigua del mundo, ya tenía al menos dos milenios y medio de existencia.
Ya habíamos inventado desde agujas para coser, telas y canastas hasta flautas y botes. Los expertos explican esta tardanza señalando que en la naturaleza no hay ruedas.
Resaltan que, teniendo en cuenta que la inspiración de la mayoría de los inventos era el mundo físico y que éste no proveía evidencia de que una rueda funcionaría bien, su creación es un ejemplo de la capacidad inventiva humana.
Además, el truco no era crear un cilindro que rodara: «Lo genial fue el concepto de la rueda con un eje«, señala el antropólogo David Anthony, autor de «El caballo, la rueda y el lenguaje».
Efectivamente, fue sólo cuando ese cilindro o disco no fue fijado a un estabilizador, que pudo empezar a desarrollar su potencial.
A mano o a pie
Las primeras ruedas se usaron en una actividad que durante miles de años había sido central en la expresión creativa humana: la cerámica.
Primero hubo tornos, que se movían con la mano o los pies de los alfareros.
Unos siglos más tarde, a mediados del III milenio a.C., con los tornos o ruedas de alfareros se empezó a utilizar el principio del volante de inercia, utilizando la energía acumulada en la masa rotante de la pesada rueda de piedra para acelerar el proceso.
Refinar esa idea para convertirla en un vehículo era todo un reto y requería una sutileza que solo se lograba con herramientas de metal.
Alta sofisticación
Para que las ruedas pudieran rotar sin que la fricción lo impidiera, el hueco en el centro de ellas y los extremos del eje tenían que ser casi perfectamente redondos y lisos.
No solo eso: el eje debía ajustarse bien, pues si quedaba muy flojo, las ruedas se tambaleaban. Si quedaba muy estrecho, no rodaban.
El tamaño del eje tampoco podía ser muy grueso pues generaba mucha fricción, ni muy delgado, porque se partía.