Una novela romántica de Gloria Casañas.
Por Analía Páez
«El ángel roto», la nueva novela de Gloria Casañas -considerada una de las escritoras argentinas más exitosas del género romántico- está ambientada en el Buenos Aires de las últimas décadas del siglo XIX, que muestra el nacimiento de la llamada Reina del Plata.
Esa ciudad cosmopolita sirve de marco para continuar con el personaje de Julián Zaldívar y Durand, que aparece por primera vez de manera secundaria en «La maestra de la laguna», su novela anterior.
«Tenía ganas de seguir con este caballero que luego de un largo viaje regresa para reencontrarse con su familia, sus recuerdos, conocer el amor y mezclarse con el devenir de la política argentina en un período determinado», explica Casañas en una entrevista con Télam.
«Desde el principio de la novela quise que Julián tuviera su propia historia. `Voy a darle su merecido`, pensé apenas lo imaginé. Mis lectoras -con las que se conecta a través de las redes sociales- me pidieron que no le vaya a cambiar la esencia a ese hombre que ya conocían de otra ficción», cuenta la escritora, abogada y docente en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
Según la escritora, «Julián es el candidato ideal de toda mujer, pero le fue mal en el amor y tuvo que atravesar situaciones extremas que lo cambiaron. Viajó por el mundo y al volver -con más experiencia de vida- aparece junto a un personaje misterioso que lo acompañará (desconcertando a su entorno) y encontrará el amor por estas tierras.
La política nacional no es un tema menor en la historia de Casañas, quien describe en «El ángel roto» los primeros avances de una ciudad que pronto adquirirá importancia, un perfil de modernidad, al igual que cuando refleja la vida ciudadana que rápidamente adhiere a las señales del progreso.
«Muestro un momento especial del país. Me sumerjo en la época del gobierno de Nicolás Avellaneda, en plena crisis y paralelamente, con los inmigrantes llegan ecos de las transformaciones que ocurren en distintas partes del mundo», describe la escritora.
Y cuenta que durante el gobierno de Avellaneda, su ministro de Guerra, Adolfo Alsina, presentó en 1875 un proyecto para establecer las ciudades -primero poblados- de Puán, Carhué, Guaminí y Trenque Lauquen, y unir todos estos puntos con un zanjón que impediría pasar a los indios.
«La región de Salinas Grandes, antiguo dominio del Gran Calfucurá, había sido siempre un reducto codiciado, tanto por blancos como por indios. Y si bien su importancia comercial como proveedora de sal había ido mermando con el correr del tiempo, aún era un sitio mítico, pues marcaba la frontera caliente entre la civilización y la barbarie», apunta la escritora en la novela.
La historia de amor se entrevera con la descripción de aquellos días agitados, en los que el interés por la colonización del territorio era un paso ineludible para los intereses en juego.
Esos años permiten ver -analiza Casañas- «la aparición de partidos políticos, el caudillismo muy en boga, y formas de hacer política que dejaron enconos irreconciliables en todo el país».
«La historia enseña y es una especie de espejo retrovisor que te hace ver cuando esos temas se configuraron de manera primigenia», reflexiona e insiste que aunque la historia es lo que le da encarnadura a la ficción, «el acento de la trama siempre es el amor, en medio de la descripción de las costumbres de aquel entonces y la forma de expresar los sentimientos, tanto hombres como mujeres».
Antes de ponerse a escribir una novela, Casañas reitera los mismos rituales: «Recorro mucho las librerías de avenida Corrientes para buscar libros raros, inhallables, los compro y atesoro textos viejos, además de buscar por internet todo el material que necesito».
Esta materia prima que sirve de antesala para sus libros, ha sido un elemento esencial en su rápido ascenso como escritora del género (lleva más de 200.000 ejemplares vendidos).
Pero Casañas anhela más: «Sueño con un encuentro anual de escritoras de novela romántica, quiero también que los hombres admitan su gusto por este tipo de libros cuyo objetivo es hacernos olvidar los malos momentos», concluyó. (Télam)