El escritor Ricardo Costa recibió el sábado en Buenos Aires el Primer Premio de Poesía 2012, del Concurso Nacional Javier Adúriz, por su libro «Fenómeno natural». A través de la poesía el autor se zambulle en la existencia.
Ricardo Costa es amigo de las palabras, que lo convocan desde la lectura y la escritura, por eso el fin de semana viajó a Buenos Aires a recibir el Primer Premio de poesía 2012, del Concurso Nacional Javier Adúriz por su libro de poesías «Fenómeno natural», que será publicado por el comité organizador. Se trata del poeta patagónico por adopción, que nació en Buenos Aires y en 1982 se instaló de una vez y para siempre en Neuquén, donde su existencia fluctúa entre la enseñanza y el aprendizaje. En su carrera literaria publicó libros y recibió por ellos merecidos premios. En su prosa, el lenguaje es coloquial pero sonoro y el tono busca de manera consciente ese universo patagónico desde el que escribe y en el que habita la razón de existir, un fenómeno natural que convoca a los hombres como protagonistas de su vida.
Sos el ganador del Primer Premio de poesía 2012, del Concurso Nacional Javier Adúriz. ¿En qué consiste este concurso?
El Premio Nacional Javier Adúriz es organizado por la Comisión de Docencia, Investigación y Cultura de la Fundación Médica de Lomas de Zamora. Desde el fallecimiento del poeta Javier Adúriz en 2011; jurado fundacional, impulsor y espíritu de esta convocatoria, la comisión organizadora resolvió imponerle su nombre al concurso. Imposición merecidísima, en virtud de la trayectoria de este querido poeta argentino.
¿Cómo estuvo compuesto el jurado?
En esta oportunidad, el jurado estuvo compuesto por María del Carmen Colombo, Rafael Oteriño y Griselda García. Es de destacar esta selección de jurados que intervienen en la convocatoria, la cual, sin duda, es un factor determinante para motivar la participación de escritoras/es de todo el país.
En realidad el gran ganador es el libro «Fenómeno natural». ¿Cuándo comenzaste a escribir este libro?
«Fenómeno natural» fue tomando forma durante los últimos cuatro o cinco años; cruzándose con el avance narrativo de «Fauna terca» (su libro anterior, enmarcado en el género novela. Ver recuadro) y, como consecuencia de ello, alternando ambos discursos: el narrativo y el lírico.
¿Y cómo fue concebido?
El proceso creativo suele ser muy arbitrario y va construyéndose en un flujo y reflujo por demás impredecible. No hay recetas o una fórmula estándar para seguir algún tipo de plan demasiado formal. Hay una voz, un registro, un clima que genera el estado poético y que va amalgamándose con el tiempo y toma cuerpo lentamente. Así es la poesía.
¿De qué se trata «Fenómeno natural»?
Este libro, como los anteriores, y como los que seguramente estarán por venir, interrogan sobre los mismos ejes temáticos que atraviesan nuestra existencia. La diferencia es que, en este caso, lo hago desde un posicionamiento deliberadamente patagónico. Desde la construcción de imágenes. Desde la construcción de una atmósfera poética que revela esa otra mirada del paisaje que nos contiene. Desde el pronunciamiento geopolítico e ideológico que me corresponde como sujeto crítico. Es un libro que procura insinuar el espíritu de una poética patagónica (aunque no una “poesía” patagónica). Veremos con el transcurso de los años qué tan cerca estuve.
¿Cuándo iniciaste tu camino en la literatura?
Me gusta sostener que una lectora o un lector se forman durante sus primerísimos años de vida. Cuando aún el niño o la niña no está escolarizada/o. Cuando experimenta su capacidad de escucha ante el relato oral de un cuento infantil, una leyenda, una canción, un poema popular. Experiencia que llega personalizada a través de una tía, una mamá, una abuela que, por las noches, clausura la jornada a la luz de un velador. Y fijate que siempre se ha tratado de roles femeninos. Las mujeres, en la mayoría de los casos, son las formadoras de lectores-escritores. Yo tuve esa suerte, contar con una tía narradora, o cuentacuentos, como suele suceder en la actualidad. Y junto con ello tuve la ventaja de habitar una casa donde abundaban los libros. De manera que esas vivencias, más el acceso a los libros, fue trazando una ruta que me condujo hacia la lectura diaria y, posteriormente, hacia la escritura. Luego, en la adolescencia, con el primer enamoramiento, nace el impulso de escribir, de expresar ese estallido indescriptible a través de la palabra escrita.
¿Cómo vivís tu proceso creativo? ¿Qué cosas te inspiran o te despiertan interés?
Todo lo que conlleva nuestra existencia diaria es motivo de interés. Todo lo cotidiano que justifica la vida es válido para motivarnos a escribir. Desde el gesto del cuchillo al cortar el pan, el apretujón en un colectivo de línea, pasando por la angustia, la pasión del amor, el dolor de la muerte, la incertidumbre del mañana, el paso del tiempo, el temor a la soledad. Todo es inspirador. Todo es materia creativa y potencialmente expresiva. Claro que para consumarlo poéticamente hace falta mucho trabajo, mucha lectura y mucha escritura diaria. Juan Gelman dice que a veces la “señora” -aludiendo a la figura de la poesía, de la inspiración- te visita y a veces no. Pero uno debe trabajar permanentemente y estar listo para cuando esa visita se produce.
¿Estás trabajando en algún nuevo libro?
Estoy escribiendo una novela, que podría tomarse como una pseudo-saga de «Fauna terca». Una novela ambientada en la Patagonia. Pero los personajes son muy caprichosos y es imposible anticipar cómo se comportarán en el capítulo siguiente.
¿Pensás hacer la presentación de «Fenómeno natural» acá en Neuquén?
No por el momento. Tal vez el año próximo.
Hay en la ciudad un rebullir de escritores buenos, que son reconocidos y premiados en diferentes lugares, como si un viento inspirador estuviera soplando en estas tierras, ¿vos cómo ves este fenómeno?
A partir de comienzos de la década del ’80 la producción literaria patagónica marcó el inicio de una época por demás significativa. Una época de cambio y producción profunda que se debió a factores sociológicos, políticos y económicos propios de la época y que sería largo de tratar en este momento. Ello fue in crescendo en las décadas siguientes y creo que, de alguna manera y con algún altibajo, esa tendencia se mantuvo hasta el presente. Vale decir que el capital humano y literario está vivo y goza de buena salud. Claro que para que ello se torne visible y accesible desde el plano cultural-educativo es necesario que coexista una política acorde a las circunstancias. Un déficit que padecemos y que se deteriora cada vez más por la ausencia del Estado en este tipo de decisiones políticas. Pero de ninguna manera el potencial expresivo-creativo de los jóvenes, sea a través del género artístico que más les plazca, está en baja o ha perdido protagonismo, por el contrario, son variadas y alentadoras las muestras diarias de ese importante capital cultural que se observa en la movida de la región.
¿Qué es la literatura en tu vida?
Una forma y una posibilidad de explicar el mundo. El resto, como decía Verlaine, es literatura. (L.V.)
FUENTE: diario La Mañana de Neuquén