El héroe neuquino de los cielos de Malvinas

Nacido en Las Lajas, Eduardo De Ibáñez fue uno de los pilotos caídos el 1 de mayo de 1982 en la guerra. Su avión fue blanco de un misil disparado desde un Sea Harrier inglés.

El héroe neuquino de los cielos de Malvinas

El 1 de mayo de 1982, el imperio británico a través del destructor HMS Glamorgan y las fragatas HMS Alacrity y HMS Arrow se aproximó a la costa este de la Isla Soledad para bombardear posiciones argentinas, en plena Guerra de Malvinas. De inmediato, la Fuerza Aérea Argentina emitió una orden que llegó a las distintas bases aeronavales desde donde partieron las escuadrillas a bordo de aviones cargados de bombas y proyectiles para defender de manera heroica las posiciones argentinas. Ese día comenzaba la Batalla Aérea de Malvinas contra Gran Bretaña. Durante esa jornada se totalizaron 57 salidas áreas de aviones, en misiones de cobertura y ataque a blancos navales británicos, lanzando contra la flota británica unas 20 toneladas de bombas.

Entre los pilotos que protagonizaron la primera batalla librada por la aviación argentina en su historia se encontraba el primer teniente Eduardo Jorge Raúl De Ibáñez, cuyo nombre desde 2021 se integró a la lista de héroes neuquinos caídos en la guerra. Ese año se encontró su partida de nacimiento en la que consta que De Ibáñez nació el 7 de abril de 1957 en Las Lajas, provincia de Neuquén. Hasta ese momento sólo se conocía que había vivido en Ciudad Evita en el partido de La Matanza, Provincia de Buenos Aires, localidad a la que llegó después de cumplir su primer año de vida.

El 3 de febrero de 1975, De Ibáñez ingresó a la Escuela de Aviación Militar y en octubre de 1978 como Alférez en el Cuerpo Comando del Escalafón General. Alcanzó su título de Aviador Militar el 16 de agosto de 1979 y el 28 de diciembre de ese año realizó el Curso de Estandarización de Procedimientos para Aviadores de Combate (CEPAC). En agosto de 1980 le anunciaron que su destino era el Grupo Base 2 en la Segunda Brigada Aérea y el 31 de diciembre de 1981 ascendió a Teniente.

El teniente Eduardo Jorge De Ibáñez (primero de izquierda a derecha) fue uno de los pilotos del avión bombardero Canberra que el 1 de mayo de 1982 tuvieron la misión de evitar el desembarco británico sobre las islas.

El teniente Eduardo Jorge De Ibáñez (primero de izquierda a derecha) fue uno de los pilotos del avión bombardero Canberra que el 1 de mayo de 1982 tuvieron la misión de evitar el desembarco británico sobre las islas.

Ese 1 de mayo de 1982, De Ibáñez integraba la escuadrilla “Rifle” compuesta por tres aviones Canberra, con el matriculado B-110, De Ibáñez junto con su navegador, el primer teniente Mario González, despegaron de la Base Aérea de Trelew con el objetivo de atacar y bombardear los buques británicos ubicados en la Bahía de la Anunciación. En vuelo rasante y a 270 kilometros del blanco, el Canberra de De Ibáñez-González fue interceptado por un Sea Harrier que les disparó el primer misil Sidewinder AIM-9L. El Canberra siguió el vuelo desprendiendo una extensa y densa columna de humo. El británico le disparó un segundo misil y observó que, poco antes de impactar, la tripulación abandonaba el avión mientras caía hasta hundirse. De Ibáñez y González, pese a haber logrado eyectarse, no fueron encontrados (contaban con chalecos, balsas salvavidas y balizas) y se los dio por desaparecidos.

El primer teniente Jorge Roco, que había conocido a De Ibáñez cuando se formaban en la Brigada Aérea de Paraná y piloteaba otro de los aviones Canberra, comentó a LMNeuquén que su camarada “era una persona muy querida entre sus compañeros y superiores y subalternos”.

De aquel 1 de mayo de hace 41 años, Roco recordó que “eramos 60 aviones que nos juntamos a 70 millas al norte de las islas. Cada uno de los Canberra llevaba cinco o seis bombas de 1000 libras”. Y continuó: “Era un día con mucha neblina y llovizna. Ibamos todos rasantes en el mar para que no nos detectaran los radares de los ingleses. Miro para adelante y en la neblina veo unas siluetas cortadas. Me parecía raro porque en este lado de la isla no hay elevaciones. Era la flota inglesa”. Contó que De Ibáñez, volaba cerca de su avión. “Vi cuando el avión de Pituso, así le decíamos, es atacado por el misil y lo veo eyectarse a él y a su navegante González. Yo lo ví caer al mar a los dos, y hago un par de vuelos rasantes para demostrarles que los había visto y ellos me saludaron con la mano”.

Roco no pudo ocultar su emoción cuando comentó que “uno duraba poco en el agua porque con la humedad del traje te agarra hipotermia y sabíamos que prácticamente no te iba a ir a buscar nadie porque no había ningún buque propio cerca. Después que me saludó no lo vi más a Pituso. Y continuamos con la misión que fue intensa. Ese día comenzó la guerra para nosotros”.

El primer teniente Jorge Roco y De Ibañez se conocieron en la Brigada Aérea de Paraná. En la foto, Roco le entrega un diploma al piloto nacido en Las Lajas.

El primer teniente Jorge Roco y De Ibañez se conocieron en la Brigada Aérea de Paraná. En la foto, Roco le entrega un diploma al piloto nacido en Las Lajas.

De Ibáñez fue ascendido a primer teniente post mortem y condecorado con la cruz de la Nación Argentina al Valor en Combate por ley el 11 de abril de 2002.

Pocos vecinos de la ciudad de Neuquén conocen que el espacio verde ubicado sobre República de Italia al 5400, fue designado con el nombre “Primer Teniente Eduardo Jorge De Ibáñez”.

El héroe neuquino fue recordado el pasado lunes 1 de mayo en la plaza General Belgrano de su ciudad natal. En 2022, al cumplirse 40 años de la guerra, se le brindó por primera vez un homenaje en Las Lajas por iniciativa del Centro de Veteranos de Guerra de Neuquén.

“Los pilotos volaban rasando el nivel del mar a riesgo de que el avión se desintegrara”

El comodoro Eduardo García Puebla, piloto que también formó parte del primer ataque de la Fuerza Aérea en el conflicto bélico contra Gran Bretaña recordó que Pituso “era piloto de los bombarderos Canberra, viejos, incómodos y pesados aviones (en gran desventaja comparados con la tecnología británica), que no tenían misiles sino bombas para lanzar cuando estaban sobre el objetivo. Además, estaban imposibilitados de comunicarse por radio ante la probabilidad de ser detectados por los ingleses y, al no contar con instrumentos electrónicos, debían volar rasando el nivel del mar a riesgo de que el avión se desintegrara”. Afirmó que el piloto de Las Lajas “era una persona seria y responsable, lo que lo hacía muy bien visto por sus camaradas”. Puebla fue testigo directo del momento en que el avión piloteado por De Ibáñez es derribado por el fuego enemigo.

El avión Canberra que piloteaba De Ibáñez durante la misión del 1 de mayo de 1982 en el Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea Argentina.

“Por lo poco que se conoce, en 1957 la familia de De Ibáñez llegó a Las Lajas desde La Matanza, más precisamente de Ciudad Evita, escapando de la coyuntura política. Llegaron a Las Lajas y ahí nació Eduardo. Luego volvieron a Ciudad Evita. De hecho el Centro de Veteranos de Malvinas de Ciudad Evita lo reivindica como porteño, incluso hay calles con su nombre. En el imaginario colectivo, De Ibáñez es de la Provincia de Buenos Aires pero su partida de nacimiento dice que nació en Las Lajas”, explicó Mario Flores Monje, integrante de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas de Neuquén.}+

Fuente: LM Neuquén

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