Sur de Francia, 1851. En un pueblo al que la guerra y la represión dejó sin hombres, las mujeres que quedaron hacen un pacto: el primer varón que llegue será de aquella a la que toque primero. Después, ésta lo compartirá con el resto.
Ese hombre -su semen- será la garantía de que el pueblo -un asentamiento remoto en la montaña provenzal- sobreviva al abandono y a la extinción.
Este es el argumento de «El hombre semen«, un texto breve firmado por Violette Alhaud y narrado en primera persona, que desde que se publicó en Francia en 2006 se convirtió, sobre todo gracias al boca a boca, en un libro de culto en el país europeo.
Desde entonces se tradujo a varios idiomas -entre ellos el español- y se convirtió en novela gráfica, en obra teatro y, muy pronto, en película.
De todas
«Lo miro y desde este momento sé que le pertenezco. Sé, al mismo tiempo, que deberé compartirlo«, escribe Violette a modo de confesión íntima.
Cuando apareció por el camino que conducía al pueblo, ella fue la primera que estableció contacto físico con él.
A su encuentro inicial le seguirán días de acercamiento que conducirán al amor y a una larga noche de sexo.
Después, en cumplimiento de la palabra dada, el hombre será de todas.
La historia de Violette y del hombre deseado -y usado- por un pueblo de mujeres vio la luz gracias a una pequeña casa editorial ubicada en un pueblo de la Alta Provenza.
Ailhaud presenta su narración como verdadera, un relato personal de lo que sucedió.
Y, de acuerdo con los editores franceses, quizás con la intención de proteger a los sucesores de aquellas mujeres, antes de morir decidió sellar su manuscrito y establecer condiciones estrictas para su publicación: la caja que lo contenía solo podría ser abierta por una descendiente de Ailhaud de entre 15 y 30 años de edad y nunca antes del verano de 1952.
Y así sucedió, según cuenta el prefacio del libro.
Sin embargo, hasta 2006, la heredera del manuscrito no se decidió a publicarlo. Y desde entonces, esa mujer, que se considera una mera transmisora de la historia, mantiene su anonimato.
«La persona depositaria vino a nosotros y nos dijo: ‘Heredé este texto cuando era joven, nunca me atreví a publicarlo’. Nosotros teníamos una colección que se llama Main de femmes (Mano de mujeres) y nos dijo que esa colección era un signo para ella de que había llegado el momento de dar a conocer ese texto», le indica a BBC Mundo Jean Darot, editor de Parole Éditions.
El lector puede creer las dos historias: la de los extraordinarios sucesos del pueblo que describe «El hombre semen» y la de la igualmente rara peripecia de su manuscrito.
Pero también puede dudar. Más de 160 años después es prácticamente imposible confirmar su veracidad.
Cuando le pregunto al profesor Jean-Marie Guillon, experto en historia provenzal y autor del epílogo para la edición francesa del texto, sobre la verdad histórica del relato y la identidad de la autora me contesta con una gran carcajada.
Y añade: «No te responderé. Dejo que el lector lo adivine. Pero desde mi punto de vista, la respuesta es fácil».
«En todo caso, esa confusión muestra que el texto está bien escrito y que fue escrito por alguien que conoce bien la historia y el lugar», afirma.
Pueblos sin hombres
Ailhaud sitúa la acción en un entorno concreto, tan real como ambiguo: un pueblo sin nombre de la Alta Provenza.
La referencia geográfica más clara es que desde el núcleo se divisa el río Durance, que recorre esa región del sureste de Francia.
Entonces -y hoy- la Alta Provenza era una de las regiones menos pobladas del país, una zona de pueblos pequeños encaramados a las montañas, muchos de los cuales perdieron gran parte de su población a lo largo de los siglos XIX y XX.
Algunos quedaron completamente abandonados.
En esta región agreste, los Alpes y el Mediterráneo se encuentran. Niza, Cannes y el bullicio de la Costa Azul están cerca, pero parecen otro mundo.
El momento histórico en que se sitúa la acción de «El hombre semen» también es preciso: febrero de 1852.
Meses antes, miles de hombres de la zona sufrieron la brutal represión por oponerse al golpe de Estado de Louis-Napoleon Bonaparte contra la Segunda República Francesa, que derivó en la instauración del II Imperio y en su proclamación como Napoleón III.
Muchos de quienes se opusieron fueron ejecutados o condenados a prisión lejos de sus casas.
Ailhaud, asegura Guillon, describe con fidelidad la atmósfera que quedó en aquellos pueblos. El vacío, la tristeza y el miedo a la muerte fueron reales, apunta.
La represión de los republicanos en 1851 es un pasaje muchas veces olvidado de la historia de Francia y, señala el experto, «El hombre semen» contribuye a difundir sus consecuencias.
«En diciembre de ese año, a partir del momento en que miles de hombres fueron encarcelados, muchos pueblos pequeños del altiplano de Saule perdieron durante meses población masculina. Lo que es cierto es el clima que reina en esos pueblos. Hay desolación», cuenta el profesor de la Universidad de Aix-Marsella en diálogo con BBC Mundo.
Sin embargo, la introducción al texto señala que el relato no fue escrito por la protagonista en 1852, sino en 1914 cuando aquella joven ya era una anciana de 84 años.
En ese momento, los mismos pueblos volvieron a quedarse sin hombres, esta vez como consecuencia de la I Guerra Mundial, que diezmó una generación entera de jóvenes.
El mismo valor
Ailhaud asegura que esa nueva tragedia la animó a escribir sus vivencias.
Insisto en la pregunta sobre la veracidad del relato y el profesor mantiene la ambigüedad: no tiene constancia, dice, de un pueblo en el que se desarrollara con exactitud el argumento de «El hombre semen».
Pero, se pregunta, ¿acaso eso le resta valor a la narración?
Para Paolo Primavera, editor de la versión en español del libro, la respuesta es clara.
«Nuestra opinión es que se trata de un relato real. Pero si no lo fuera, su valor no cambiaría en nada«.
«Es una historia tan universal y transversal que no si hubiera sido escrita en un momento de guerra como en el que se desarrolla podría ser vista incluso como una historia machista. Pero también podría ser la historia de todos los deportados durante la Guerra Mundial y la historia de los que se quedaron», señala el responsable de la editorial italo-chilena Edicola.
«Es una situación que también encontramos históricamente en Sudamérica. Pequeños pueblos se quedaron sin hombres durante la guerra de la Triple Alianza y en algunas comunidades mapuches del sur de Chile durante la Ocupación de la Araucania», sugiere Primavera.
«El hombre semen» alude a la historia provenzal para contar el destino incierto de cualquier pequeña comunidad azotada por el éxodo rural, su miedo a desaparecer.
Pero Violette Ailhaud también habla de deseo y amor y su testimonio -real o ficticio- apunta a la solidaridad necesaria para la supervivencia.
Incluso si esto requiere medidas excepcionales: «Estábamos de acuerdo: un día llegaría un hombre -si quedaban- y tendríamos que compartirlo, por la vida de nuestros vientres«.