Ramiro Carrera es nacido y criado en San Martín de los Andes. A los 15, empezó a hacer música y no paró más. En marzo será parte de la grilla de Lollapalooza, uno de los festivales más emblemáticos del mundo.
Trucha va a tocar en el Hipódromo de San Isidro frente a 100 mil personas. Sebastián Fariña Petersen
Corría el 2019 cuando Trucha, el nombre artístico que eligió Ramiro Carrera, viajó a Buenos Aires para ver a Rosalía en el Lollapalooza. Jamás imaginó que, cinco años más tarde, él sería convocado para subirse a ese mismo escenario. Hace dos meses, llegó a su casa, abrió el Instagram y encontró un mensaje en la parte de solicitudes. Cuando leyó, no supo entender bien si se trataba de una broma o si la magia existe y había caído todo sobra él.
La historia de este muy joven artista de San Martín de los Andes es tan vertiginosa y brillante como su obra. Nada que escape a lo actual, donde cientos de pibes coparon la escena de la música argentina con propuestas genuinas y disruptivas, generando un gran movimiento que va tan rápido que se vuelve difícil de comprender.
Cuando tenía 15 años, estaba mirando Youtube y encontró de casualidad un video que explicaba como producir música. Se encerró en su pieza, empezó a jugar con las herramientas que tenía a mano: un micrófono usb, la computadora, el teclado de la infancia. “Probé, probé hasta que un día dije: esto está bueno”, explica Trucha. Desde entonces, empezó un viaje sin retorno al corazón del mundo, adonde habitan todos los sonidos, todo lo que conmueve: la música.
“Me gusta pensar en mi música junto a la imagen, el video forma parte de un todo. Aunque al parecer hoy en día lo necesitas si o si, yo disfruto de pensar esa fusión, esa coherencia”. Foto: Sebastián Fariña Petersen.
“Ahogo” se llamó la primera de otras nueve canciones que integran su primer disco “Ojeras” y de otros cuatro que llegarían más tarde. Si bien no tienen formato físico, todos están pensados, creados con mucha responsabilidad conceptual y artística, pero sobre todo dejan percibir la potencialidad creativa de Ramiro, la belleza de su voz, la versatilidad que le permite explorar distintos géneros musicales que van desde el pop, al hip hop o al trap con todas las escalas.
Desde muy chico que Ramiro estuvo vinculado de alguna forma u otra al arte por motivación propia: un poco de teatro, otro de fotografía, pintura, un teclado que le regalaron y una guitarra a los que aprendió a hacer sonar solo. “En mi casa siempre se escuchó música, de todo y todo el tiempo. La música siempre estuvo ahí. A mí eso me llamaba, entonces quise aprender a tocar y lo hice de forma autodidacta”, explica.
Además de abrirle la puerta a Mercedes Sosa, a Charly García, al bossa nova, al jazz, la familia de Ramiro lo acompaña siempre. “Cuando empecé a hacer esto mis viejos me incentivaron a estudiar, a que tome clases de canto, de instrumentos”, cuenta Ramiro. Ahora hace un par de años vive en Buenos Aires, donde estudia producción musical en la Escuela de Música de Buenos Aires (EMBA). Aunque entiende la importancia de esa posibilidad y que es fundamental estar nutriéndose y estudiando todo el tiempo, él cree que el arte nace y habita a las personas.
“Cuando creo, me gusta poder expresar lo que siento, no me parce necesario dar explicaciones de lo que surge de esa espontaneidad. Para componer me enfoco en las sensaciones, en trasmitir eso más que en contar historias. Todos buscando conmover de alguna forma. Las letras van apareciendo cuando estoy haciendo el beat para la melodía”, confiesa Trucha sobre su proceso creativo. Y explica: “Me gusta pensar en mi música junto a la imagen, el video forma parte de un todo. Aunque al parecer hoy en día lo necesitas si o si, yo disfruto de pensar esa fusión, esa coherencia”.
«Me da vértigo de no saber que va a pasar, pero lo estoy disfrutando mucho y dejándome sorprender por esto que está sucediendo. Esto es lo que siempre quise, que alguien de las grandes ligas que me diga che lo que estoy haciendo está bueno. Es re loco porque toda la música la hice siempre en mi habitación. Nunca imaginé que iba a llegar a tanta cantidad de gente y que les iba a gustar”, explicó Trucha. Foto: Sebastián Fariña Petersen.
Quizá por eso, desde que se metió en este camino, le robaba la cámara a su hermana mayor, Dolores. Hoy, también sus otros hermanos, Joaquín y Paulina lo ayudan a crear el mundo de Trucha, siendo parte de sus videos, aconsejando, acompañando. Un día, después de tirar cientos de nombres, les dijo: “Me voy a llamar Trucha”. Un guiño a la Patagonia y una forma de volver siempre a casa.
Chico de oro
Ramiro pasó los últimos años componiendo con altísimo vuelo, pero lo cierto es que las veces que actuó en vivo puede contarlas con las manos. Hace un tiempo empezó a hacer videos para Tik Tok, uno se viralizó y llevó a que muchas personas empiecen a escuchar uno de sus discos, en particular la canción Hip hope Hoe. A través de esa pieza que dura apenas 53 segundos y que en ese breve y efímero tiempo permite encontrar a un pibe de oro, miles de personas se quedaron con ganas de más y llegaron a la vasta producción de Trucha.
El día que encontró el mensaje del Lollapalooza no lo podía creer. Enseguida les mandó la captura de pantalla a sus amigos para decirles “miren lo que me acaba de llegar”. “Se ve que el destino me llevó a esta oportunidad única”, dice Ramiro con simplicidad. “Me da vértigo de no saber que va a pasar, pero lo estoy disfrutando mucho y dejándome sorprender por esto que está sucediendo. Esto es lo que siempre quise, que alguien de las grandes ligas que me diga che lo que estoy haciendo está bueno. Es re loco porque toda la música la hice siempre en mi habitación: mix, master, todo. Nunca imaginé que iba a llegar a tanta cantidad de gente y que les iba a gustar”, explica.
El 17 de marzo, Trucha va a tocar en el Hipódromo de San Isidro frente a 100 mil personas que lo van a estar mirando en vivo y otros miles de miles que van a tener la posibilidad de seguirlo a través de una plataforma digital. No sólo eso, sino que lo hará en un festival reconocido en el mundo entero, que representa a toda una generación y adonde suben artistas legendarios, de culto, hasta pequeñas joyas emergentes como él, que llega desde su cordillera a brillar: si, valga la comparación, como una trucha volando sobre el agua un día de sol.
“Cuando creo, me gusta poder expresar lo que siento, no me parce necesario dar explicaciones de lo que surge de esa espontaneidad. Para componer me enfoco en las sensaciones, en trasmitir eso más que en contar historias. Todos buscando conmover de alguna forma. Las letras van apareciendo cuando estoy haciendo el beat para la melodía”, explica el joven sanmartinense. Foto: Sebastián Fariña Petersen.
Un montón de pibes creando
“Esto trae muchas emociones mezcladas, pero lo vivo con felicidad ante todo. No sólo yo, sino que también mis amigos de San Martín de los Andes, que no lo pueden creer. Muchos van a estar ahí para acompañarme”, cuenta Trucha. Ramiro no está solo: tiene a su gente de toda la vida, a su familia, pero también a un grupo de neuquinas y neuquinos que crean a la par.
Entre los que están, Valentina Boyano, de San Martín de los Andes, que tiene 20 años y hace un tiempo se animó a cantar en público y a componer sus primeras canciones; Belén del Mestre, una neuquina de 21 años que es dj, productora, manager y no para de pensar cuál es el mejor camino para seguir; Ivan Benesko (Ivo Bnk), de 22 años, coterráneo de Trucha, que desde los 9 años toca el piano, produce desde los 13 y hoy está sobre el escenario o tras bambalinas aportando todo lo que sabe.
Hace unos años que Ivo organiza el festival Bark (hicieron una edición en el Chango Soria y otra en Buenos Aires) lo que llevó a que se conectaran entre todos. Ahora trabajan juntos, fusionando producciones, en lo que será la nueva edición de Primer Color, un festival faro en la escena indie/alternativa de la Patagonia Norte, por el que ya pasaron Usted Señálemelo, Bándalos Chinos, Gauchito Club, Perras, entre otros. Este año, se hará el 26 de enero en el Espacio Trama de San Martín de los Andes, donde van a estar tocando con full banda tanto Trucha como Valentina: porque esta vez las estrellas son de la casa.
“No importa de dónde vengas, sino lo que hacés: la música es lo que importa. Quizá se terminó el prejuicio de que lo que viene del interior no sirve, porque ahora las posibilidades de producción son más accesibles”, reflexiona Trucha. Accesible, posible, rápido, nuevo: todo eso trae prendido la escena de la industria musical que envuelve a esta generación. Lo que está dado es lo que habita a las personas, lo que hace trascender de lo expresivo al hecho artístico. Y Ramiro lleva ese fuego, mucho más allá de los escenarios, las visualizaciones, las grillas. El éxito es su música y su capacidad amorosa de crear.
Fuente: LM Neuquén