“Era irse o morir”

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“Era irse o morir”, dice Inés Paulina Simons, y esa frase, corta pero contundente, tiene el peso específico para comenzar a explicar la llegada a la Patagonia de un grupo de judíos alemanes, a mediados de la década del ’30, escapando del nacional socialismo y del holocausto.

Ese fue el detonante, pero lo que pasó después, es otra historia: la del desarraigo y la añoranza, pero también la de descubrimiento de un mundo desconocido, del aprendizaje de nuevos trabajos, del encuentro de nueva gente y un nuevo idioma. La historia de la supervivencia, la de la vida, en definitiva.

Eso es lo que en cierto modo aborda Simons en “Las cartas de Günther. Los jóvenes judíos alemanes de Choele Choel: 1936-1942”, un libro editado en 2010 por editorial Argenta, donde, a partir de la correspondencia que Günther Bein intercambió con su madre en Alemania, se reconstruye la historia de un grupo de muchachos que llegaron al Valle Medio para trabajar en la Escuela de Fomento Agrícola de la Asociación Filantrópica Israelita (AFI), que funcionó allí hasta 1942.

Cruces

Simons es docente egresada de la Facultad de Letras y Filosofía de la UBA, y actualmente forma parte del equipo de investigación que dirigen Lidia Bruno de Michelotti y César Fernández, en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNCo. Sin embargo, este trabajo poco tiene que ver con su quehacer profesional habitual. O al menos, no a simple vista.

Pensado como un ensayo, “Las cartas de Günther…” es un libro académico, que no tiene nada de ficción, es completamente realista y se inscribe bajo el género histórico denominado historias de vida. Es que, según contó la autora, cuando comenzó a trabajar el tema “no era algo sobre lo que pudiera exponer, modelos o teorías. Por su naturaleza, me tenia que sujetar a los hechos”.

Pero lo que a Simons la impulsó a indagar en la experiencia de estos hombres fue justamente la calidad de sus textos, esas misivas cargadas de descripciones y sensaciones. Y ahí sí, un punto de unión con campo de trabajo, el de una forma de escritura que rayaba lo literario.

“Me parecieron tan bien escritos, para un joven de unos 18/20 años, que me pareció un desperdicio dejarlas pasar. Dije: ‘Vamos a ver qué se puede hacer con esto’”, contó la correntina radicada en la región.

Como bien lo expresa el título, el punto de partida para este trabajo fueron las cartas de Günter, a las que Inés accedió gracias a que su esposa, Alicia Mayer de Bein, conservaba la correspondencia.

“Günther era primo de mi padre, y llegó a la Patagonia gracias a las gestiones que él hizo para que su familia pudiera escapar de Europa, cuando comenzaban a sentirse los efectos del nazismo en Europa central, sobre todo en Alemania y Austria”, contó Simons y aclaró que el arribo de su padre al país se produjo en otro contexto: “Llegó por pura casualidad, inclusive antes del ‘30, de que comenzaran a soplar los primeros aires del nacional socialismo. Vino por cuestiones de trabajo, y el holocausto y la guerra lo sorprendieron ya acá, y eso le permitió traer a su familia”.

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La propia historia

Movilizada por esta historia que indefectiblemente deja su marca en su propia biografía, Inés admitió que más allá del propósito “científico” de la publicación, en cierto sentido hay una fuerte impronta sensible y subjetiva que tiene que ver “con el tono del discurso. Porque, además de tratarse de un miembro de mi familia, se trata un poco de lo que sucedió con millones de judíos que tuvieron que huir, y millones que no pudieron”.

Y aclara que esa subjetividad “no tiene que ver con los datos. Porque leí mucho material de historia para hacer este trabajo. Además, con respecto a los testimonios, creo en ellos. Los personajes son verídicos, y no es una cuestión de confrontarlos con la realidad para ver si se corresponden o no, sino de creer en lo que ellos me contaban”.

Las cartas

Traducidas cuidadosamente del alemán al español, primero por Alicia de Bein; luego corregidas por el Dr. Conrado Leo, un hablante nativo; y posteriormente revisadas por el hermano de Inés, bilingüe y además con “muy buena escritura”, las cartas aparecen como testimonio de una vivencia particular.

“Cuenta sobre la vida en el lugar, en la isla de Choele Choel, en la provicia de Río Negro. Contaba su vida diaria, sus compañeros. Cómo vivían, el trabajo que hacían, el paisaje. En realidad todos temas que no preocuparan a la mamá, mas de lo que podía estarlo; sabiendo que su hijo estaba tan lejos. Él procuraba animar a la madre y los hermanos, contándole cosas pintorezcas de cosas que veía en este nuevo mundo”, adelantó Simons, y reparó en que, seguramente, en estos relatos podrán encontrarse cruces y conexiones con otros grupos de inmigrantes, aunque cada uno tuvo sus propias características.

“Según toda la bibliografía que leí, es una experiencia traspolable a casi todos los grupos que vinieron en las mismas condiciones. Porque no hay que olvidarse que distintos grupos de inmigrantes vinieron en distintas condiciones. Por lo tanto, la experiencia de estos muchachos no es transferible a cualquier grupo, teniendo en cuenta que estos chicos estaban huyendo de una política nefasta. Era irse o la muerte. No era justamente una cuestión de pobreza. Ellos no se van de Europa, por cuestiones económicas, sino por cuestiones vitales. Y en eso las experiencias son intransferibles”, sentenció.

Además de las cartas, el libro incluye testimonios escritos y orales de otros protagonistas de aquellos acontecimientos; relatos de sus descendientes, además de material fotográfico y documental, para poder ubicar la historia en tiempo y espacio.

Para ello, la autora se permitió abordar de manera general (“ya no que no es un libro de historia”) el contexto de las políticas migratorias argentinas de la época, además de la realidad histórica alemana en tiempos de Hitler, “desencadenante de la decisión de abandonar el continente europeo y marchar hacia un destino incierto”.

Todo ello para “recuperar la memoria de un grupo de muchachos judíos que llegaron a este país huyendo de la persecución y la muerte, se asentaron en él y lograron reconstruir su existencia, trabajar, crear una familia y convertirse en ciudadanos útiles para la consecución de un mundo mejor”.

Efectos colaterales

Inés Simons dice que hizo el libro simplemente porque quería “dar testimonio de lo que a mí me habían contado y había leído, y que me había impresionado. Pero después si aporta algo, o no, dependerá del lector”. Es que, según la autora, no estaba entre sus propósitos echar luz sobre un aspecto de la inmigración en la Patagonia. Ese sólo fue un “efecto colateral, de esos que tanto le gustan al cine”. Además, según dijo, este es un tema que se está trabajando en todo el país y que incluso en la región “hay un buen número de trabajos acerca de distintos grupos étnico-culturales sobre los cuales los descendientes están buscando las raíces de sus ancestros. El problema por ahí es que no se publica”.

 

Foto: Agustin Martinez

FUENTE: La Mañana

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