Fue durante la misión más esperada por los Estados Unidos y el mundo. La maestra Christa McAuliffe -la primera civil en volar al espacio– iba a dar clases mirando las estrellas. La tripulación murió ante la mirada atónita de sus familiares
Por: Fernanda Jara fjara@infobae.com (FUENTE: Infobae)
La fría mañana del martes 28 de enero de 1986 había sido pensada para que quedara en la historia como el día de una de las hazañas más extraordinarias de la NASA. No solo por que se realizaba el despegue número 25 sino además porque era la primera vez que una maestra –o «civil», como los astronautas decían– iba a viajar en un transbordador para cumplir una misión espacial. Ello motivó que cientos de personas se concentraran en Cabo Cañaveral para ver ese ansiado despegue y que los medios internacionales pusieran sus ojos en el instante en que elChallenger partía a la misión espacial STS-51-L. Las cámaras de los canales mostraban en primer plano a los padres y alumnos de Christa McAuliffe, la primera docente que iba a dar clases desde el espacio. Pero lo que vieron fue una completa fatalidad.
A los 72,5 segundos del despegue, la nave se desintegró en el aire ante la mirada estupefacta de los presentes y de los millones de televidentes. El desconcierto se apoderó de ellos que, pese a ver con sus propios ojos la descomposición del Challenger –a más de 15 mil metros de altura–, no podían caer en la realidad. Fue la voz del control de la NASA que resonaba en los altoparlantes la que anunció lo ocurrido. El desconcierto se convirtió en llanto desesperado. La maestra y los seis astronautas que integraban la tripulación habían fallecido dentro de la cabina que se precipitó en dos minutos para anclarse en el fondo del océano.
La cadena de noticias CNN fue la encargada de la transmisión para los canales internacionales. Desde los dos minutos previos al despegue iniciaron, junto a la voz en off de la NASA, el conteo regresivo y hasta remarcaron las dificultades de realizar el despegue por el intenso frío de esa mañana y de la noche anterior. A ellos también la sorpresa y la desazón los traicionó y, pese a estar viendo la desintegración de la nave, por primera vez, el silencio invadió el aire de la cadena.
El 19 de julio de 1985, Christa McAuliffe, una maestra de escuela de New Hampshire, fue seleccionada entre 11 mil docentes como candidata principal para el Proyecto «Profesor en el Espacio» de la NASA. Al ser elegida se la designó para abordar como especialista de carga para la misión STS 51-L del transbordador espacial Challenger. Durante un año fue entrenada con el mismo requerimiento y rigor que un astronauta; ello incluyó vuelos en aviones de combate y aviones de entrenamiento de gravedad cero y técnicas para el manejo de carga útil de la misión.
Las cámaras de la CNN –que trasmitió el vivo el lanzamiento y los momentos previos al despegue– mostraron el momento en que la tripulación caminaba feliz hacia el transbordador. La sonrisa de Christa era contagiosa. Se la veía feliz. Fue la única en hablar al publico que la ovacionó: «Estoy muy emocionada por estar aquí». Esas fueron unas de sus ultimas palabras. Poco más de un minuto después, sus seres más queridos y alumnos vieron cómo la nave que la llevaba a las estrellas para dar una clase desde el espacio se desintegraba en el aire.
El dolor de los familiares al saberlos muertos fue superado cuando, tiempo después, la Comisión Rogers (creada especialmente para investigar ese accidente) determinó que la causa fue el diseño deficiente de la junta de la nave. Esto tiró por la borda el prestigio de la NASA, que luego estuvo 33 meses sin volver a tener expediciones. El informe también criticó fuertemente el proceso de toma de decisiones que condujo al lanzamiento del Challenger, diciendo que era gravemente deficiente: «…Fallas en la comunicación… dieron lugar a una decisión de lanzar 51-L basada en información incompleta y algunas veces engañosa, un conflicto entre los datos de ingeniería y los juicios de gestión, y una estructura de dirección de la NASA que permitió problemas internos de seguridad de vuelo para eludir las claves de traslado del transbordador».
Luego se supo que al menos cuatro tripulantes sobrevivieron a la explosión y llegaron a activar la cámara de oxígeno. Ese mismo día, confirmaron que todos fallecieron a los dos minutos de la desintegración del resto de la nave, al chocar de lleno con el fondo del océano.
Cada 28 de enero las escuelas de los Estados Unidos rinden homenaje a la maestra que quedó en los cielos abrigando a todos sus alumnos, donde, al menos, 35 escuelas llevan su nombre. En Perú, lo llevan tres; una en México, una en Bolivia y un liceo en Chile. También distintas instituciones y programas estudiantiles.
Asimismo, se la homenajea en cada documental, series de televisión y revistas cada vez que recuerdan la explosión, honrándola de manera especial, conociendo su valor y sacrificio por la causa que perseguía.
La tripulación del Challenger: Comandante Francis Scobee, el Piloto el Comandante Michael Smith y los especialistas de misión: el Dr. Ronald McNair, el Teniente Coronel Ellison Onizuka, la Dra. Judith Resnik y el compañero especialista de carga Gregory Jarvis.
El objetivo principal de la misión era la puesta en órbita de los satélites TDRS-B y SPARTAN-Halley. Los Tracking and Data Relay Satellite (TDRS) son satélites de comunicaciones estadounidenses que tienen como misión establecer comunicación entre los controladores de tierra y otros satélites en órbita. Se diseñaron especialmente para el programa espacial tripulado y los satélites militares. El transbordador Challenger debía haber llevado el segundo TDRS a órbita. Por su parte, el SPARTAN (Shuttle Point Autonomous Research Tool for Astronomy) era una plataforma astronómica que liberaba en órbita los transbordadores y que efectuaba observaciones astronómicas durante algunos días. Posteriormente, el transbordador recuperaba la plataforma y regresaba a la Tierra. En esta misión, la SPARTAN tenía como uno de sus objetivos el estudio del cometa Halley, que en aquel entonces se encontraba cerca del perihelio.El Challenger tenía previsto aterrizar el 3 de febrero de 1986.
El lanzamiento estaba previsto para el 22 de enero de 1986, pero algunos problemas técnicos hicieron que se retrasara. Finalmente, se decidió que el 28 de ese mes se realizara el despegue desde el Centro Espacial Kennedy, Florida, a las 11:38:00 (hora local). La misión salió a pesar de las advertencias que hicieron algunos ingenieros a la administración sobre el «posible efecto adverso» que podrían tener en algunas partes vitales de la nave las temperaturas extremadamente bajas que se habían registrado la noche anterior (-13 °C) y el día del lanzamiento (-2,2 °C a -1,7 °C) en comparación con el lanzamiento de menor temperatura anteriormente registrado (12 °C).
La tripulación del Challenger estaba integrada por: Comandante Francis Scobee, el Piloto el Comandante Michael Smith y los especialistas de misión: el Dr. Ronald McNair, el Teniente Coronel Ellison Onizuka, la Dra. Judith Resnik. Y los especialistas de carga, Chrstie McAuliffe y Gregory Jarvis. El Challenger logró despegar de la plataforma de lanzamiento y ejecutar su maniobra de virado; hasta ese punto, para los observadores en tierra, todo parecía normal.