Juventud: el director de La Gran Belleza va en busca del tiempo perdido.
El realizador Paolo Sorrentino (1970) acostumbra a crear sus películas a partir de pequeñas anécdotas y momentos definitivos. Su forma de acercarse al cine es intuitiva, sensorial y poco intelectual. No le importa parecerse flagrantemente a Federico Fellini, su máxima influencia, ni homenajear en sus películas y en sus discursos a Maradona, héroe del Napoli, el club de su ciudad. Cuando en 2014 ganó el Oscar a la Mejor Película Extranjera por La gran belleza, mencionó una a una sus inspiraciones: Fellini, Scorsese, Talking Heads y Diego Armando Maradona.
No es extraño entonces que en las montañas (aunque suizas) acontezcan los hechos de Juventud, su segunda película hablada en inglés tras This must be the place (2011) con Sean Penn. Entre ambas, por supuesto, llegó La gran belleza (2013), su suntuoso tributo a Roma.
Juventud, que el año pasado debutó en Cannes, otra vez divaga sobre la vejez, la vocación artística y el inexorable paso del tiempo. Su título es irónico y optimista al mismo tiempo, pues los protagonistas son dos veteranos amigos que se reencuentran en un hotel spa en los Alpes suizos. Están en el penúltimo o último recodo de sus vidas y ven las huellas que dejaron bajo diferentes prismas. El director de orquesta Fred Ballinger (Michael Caine) se ha retirado, se niega a dirigir una obra que la propia reina Isabel le pide y respira pesimismo. El cineasta Mick Boyle (Harvey Keitel) está en el mismo hotel cinco estrellas, pero sólo para ultimar los detalles del guión de su nueva película. Fred y Mick conversan, beben y recuerdan a la misma mujer que en su juventud les hizo experimentar la vida de otra forma.
En esta historia el casting es generoso y entran a escena personajes como Lena (Rachel Weisz), la hija de Fred, quien acaba de ser abandonada por su esposo; o Jimmy Tree (Paul Dano), un actor que se queja porque nadie le reconoce el talento y su rol más exitoso es el de un robot.
Hacia la mitad de la historia, el personaje que se roba literalmente la película es Brenda Morel (Jane Fonda), una actriz de alto perfil algo olvidada. Además es fetiche de Mick, quien la ha incluido en nueve de sus largometrajes. Otra vez, dado a los tributos, Sorrentino rinde un homenaje a Fonda en un personaje que en rigor es la caricatura de ella misma.
La película también entra en un territorio nostálgico cuando Fred y Mick recuerdan a una chica que ambos conocieron y quisieron en su juventud.
Pródiga en tomas panorámicas de los verdes prados de las laderas suizas, Juventud también tiene una fascinación con la voluptuosidad femenina. El recurrente personaje de Miss Universo (Madalina Diana Ghenea) es la expresión diáfana de ello. En una escena Mick y Fred la observan en éxtasis, entrando o saliendo de las cálidas aguas termales. ¿Es ésta la “juventud” que pregona el título del filme? Michael Caine, con 83 años, lo expresó mejor que nadie en la presentación de la película: “La juventud es cuando nosotros dos vemos a esta bella chica bañarse sin ropa. Vemos lo que perdimos y lo que nunca volveremos a tener”.