Su historia tuvo enorme repercusión en los medios de la zona y más allá, luego que la difundiera la Justicia, desde donde se resaltó que el reencuentro fue posible gracias a un proceso de mediación virtual.
“Yo quería ver a mi hijo”, dice contundente Lucas García, un trabajador rural de 27 años que días atrás anduvo trece kilómetros a caballo para encontrase con su pequeño hijo, que vive con su mamá en San Antonio Oeste.
Su historia tuvo enorme repercusión en los medios de la zona y más allá, luego que la difundiera la Justicia, desde donde se resaltó que el reencuentro fue posible gracias a un proceso de mediación virtual.
El muchacho, también oriundo la misma localidad donde vive el resto de su familia, ayuda a su abuelo que está a cargo de un campo situado en dirección a General Conesa.
La cuarentena por el COVID-19 y desavenencias conyugales generaron el alejamiento con el nene, por lo que recurrió al ámbito judicial. Por eso, ni bien logró el aval, ensilló un tordillo, cargó unas pilchas, pasto y avena para alimentarlo, y se puso en viaje.
Arrancó al tranco, de tanto en tanto al trote, cuando podía al galope, por la banquina de la ruta, cortando campo.
Casi cuatro horas le demandó la travesía. Cuando llegaba se filmó dando un mensaje público en el que agradece a la Justicia y alienta a padres y madres a recurrir a la mediación para resolver estos casos. Después dejó el caballo en el terreno de un amigo y fue en busca del abrazo que tanto ansiaba.
Las imágenes las subió a Tik Tok –la aplicación para compartir videos- y también se lo envió a un primo, quien lo subió al Facebook. Fue suficiente para que inmediatamente se viralizara.
Allá en el campo
El domingo por la mañana, -con el corazón rebosante- el joven montó nuevamente el tordillo y volvió al campo, donde le hizo un asado al abuelo, que vive con su pareja, para agasajarlo por el día del padre.
Pese a la distancia están comunicados por teléfono –así se dio la charla-, y tienen un grupo electrógeno que les permite ver televisión satelital y enterarse de lo que pasa en el resto del mundo.
Lucas contó que ya ha hecho el recorrido a caballo, aunque es la primera vez que viene por el niño, lo que hizo mucho más especial la cruzada.
Acostumbra a llegar los viernes, y el domingo pega la vuelta. Resalta que por el coronavirus tramitó todas las habilitaciones y que usa tapaboca. Aclaró que allá tienen una camioneta para movilizarse, pero que prefiere dejársela al abuelo, que anda con algunas complicaciones de salud.
“Toda mi vida me gustó el campo”, destacó, aunque no se reconoce “como un gaucho como los de antes, como mi abuelo”. Sin embargo, revela que tiene conocimiento de las labores rurales. Contó que “es fanático de los caballos”, y que sabe amansarlos. Además, es aficionado a las hípicas, y está amansando una potranca pura sangre de un tío que la pondrán en competición.
“Ya la vareo, le doy rasqueta y la tengo tapada. También le levanto las patas y está tirada de la boca”, explica. Detalles que indican que el animal adquirió docilidad. Solo falta montarla, pero admite que él no lo puede hacer porque es de estructura fornida, y la podría perjudicar.
Este viernes planea volver a San Antonio para encontrarse con su nene, y lo hará en otro caballo que está domando. Al tranco, al trote, al galope, por la banquina, por el campo. El ansiado abrazo lo justifica.
Fuente: LM Neuquén