El 6 de diciembre de 1912 fue descubierta la obra en el desierto de Egipto. El Neues Musem, donde está, abre una gran muestra en su homenaje.
Cuando el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt halló el busto de Nefertiti, el 6 de diciembre de 1912, entre las ruinas del taller de Tutmose, el supervisor de obras y escultor de la Corte de Amarna supo de inmediato que había desenterrado una obra maestra. “Su belleza no se puede describir. No sirve describir: hay que ver”, escribió el arqueólogo en su diario, después de contemplar el rostro sereno y misterioso de la reina.
El busto de Nefertiti, esposa del rey sol Akenatón, permaneció enterrado más de 3.000 años en las arenas del desierto egipcio de Amarna. Su belleza embrujó a Ludwig Borchardt, quien tomó una decisión categórica y riesgosa hace 100 años: debía llevarla a Alemania.