La misteriosa historia del asesino pinochetista que usó su tiempo en prisión para grabar libros para ciegos

El mayor Carlos Herrera Jiménez integró la dictadura chilena, mató a un líder sindical e intento ocultar su crimen con otro asesinato. En la cárcel produjo cinco audiolibros: ¿redención, pasatiempos o un intento de acortar la pena? El libro “Autor material” de Matías Celedón cuenta su historia.

Augusto Pinochet instaló su dictadura en Chile tras el derrocamiento y suicidio de Salvador Allende en 1973.

Augusto Pinochet instaló su dictadura en Chile tras el derrocamiento y suicidio de Salvador Allende en 1973.

En la dictadura chilena, el mayor Carlos Herrera Jiménez, agente de la Central Nacional de Informaciones, asesinó a un líder sindical y, luego, para ocultar su crimen, mató a otro hombre a quien intento culpar de la primera muerte. En 1996, desde el penal de Punta Teuco, Herrera grabó cinco audiolibros en cassette que envió a la Biblioteca de Ciegos. ¿Qué hay detrás de esa acción? ¿Sabían los ciegos quién era el hombre que les leía? El escritor Matías Celedón (La FilialTrama y urdimbreEl Clan Braniff) escuchó las grabaciones y con esa experiencia escribió Autor material, una novela horadada de silencios y terrores.

“Intenté indagar en esa psiquis”, dice ahora Celedón, quien está en Buenos Aires a donde llegó para participar en la FED y este martes presentará la novela en la librería Otras Millas (Mansilla 2974). “¿Qué era lo que quería hacer Herrera Jiménez? ¿Un intento de redimirse, un gesto altruista, una forma de matar el tiempo, una posibilidad de salir del confinamiento?”. Son las preguntas que Celedón se plantea, aunque, aclara, no intenta responderlas “porque la literatura es un espacio donde la potencia está en la contradicción y la ambigüedad y la incerteza”.

La novela toma un tipo de escritura fantasmagórica atravesada por el material sonoro que se puede seguir gracias a un código QR. Autor material es un objeto tan inclasificable como fascinante. Un paseo por el infierno que es también una indagación sobre la creación litreraria.

¿Qué pasaba por la mente de un hombre que necesitó contar lo que hizo? ¿Qué lo motivaba?

—Yo creo que el libro intenta indagar en esa psiquis, que obviamente es inasequible. ¿Qué era: un intento de redimirse, un gesto altruista, una forma de matar el tiempo, una posibilidad de salir del confinamiento? Yo creo que son preguntas que el libro se plantea. No sé si intenta responderlas porque la literatura es un espacio donde la potencia está en la contradicción y la ambigüedad y la incerteza. El libro abre esas preguntas e intenta aportar datos para que tú saques tus propias conclusiones.

"Autor material" se presenta este martes en Buenos Aires.

«Autor material» se presenta este martes en Buenos Aires.

Tus libros —y puedo irme hasta La filial, por ejemplo— comparten un tono kafkiano, pesadillesco, que da cuenta del aparato represivo de América Latina. Quería preguntarte por esta idea.

—Comparto la impresión. Si bien los libros parten desde lugares muy distintos: La filial está enfocado en la vista, mientras Autor material opera desde lo sonoro. Pero, en términos de factura comparten una forma. En aquel había una suerte de pista de subtítulos; en este hay un ejercicio de jump cut de la edición y un lenguaje burocrático que tiene que ver con el imaginario de los aparatos represivos. Desde ese modo impersonal se ejerce un poder muy opresivo.

Hay una serie de intervenciones que se dan sobre el texto: desde la numeración de las páginas que van en una línea de audio hasta el QR que te lleva a las grabaciones de Carlos Herrera Jiménez. ¿Qué implica esa intención de quebrar el texto?

—Si bien en un primer momento yo quería ver qué era lo que había en cada cinta, esperando algún mensaje encriptado o el intento de redención, me interesé por las posibilidades de incorporar esos materiales en la ficción. Quería reflexionar en torno a la representación de la realidad y a cómo se fricciona el documento con la memoria. Que la memoria no es lo mismo que la historia: la memoria tiene un componente de imaginación, tiene un componente de cómo se percibieron los hechos. Hace que la objetividad de la realidad sea al menos debatible. El documento, entonces, abre espacios a la conjetura.

Sergio Chejfec hablaba sobre cómo la documentalización podía poner en cuestión a la ficción.

—Sí, en Últimas noticias de la escritura hace una reflexión muy interesante sobre los soportes, y cómo pueden tener una carga sobre la realidad que no se tiene desde el ejercicio de la palabra. En el fondo, el libro es una reflexión en torno a la distancia que se genera entre la palabra escrita y la palabra hablada. Me parece interesante, siempre desde el simulacro de la ficción, ver de qué manera esa escena sigue reverberando en el presente. Sí creo también, detrás de este libro, por ejemplo, a mí me generaba conflicto que las personas no videntes se enfrentaran a estas grabaciones sin saber que esa voz tenía esa historia.

¿Cómo se aborda eso en una novela en donde lo elidido es casi el tema central?

—Trabajo con el espectro sonoro porque hay un tipo de imágenes que se conforman en la mente a partir del sonido. Como estrategia de escritura, mi deseo era narrar ocultando las acciones. Si bien quería completar los audios, porque obviamente el argumento está centrado en el caso de Carlos Herrera Jiménez y su prontuario, y cómo nos hacemos cargo de esas cintas que él dejó en la Biblioteca de Ciegos, también estaba la metáfora de la ceguera y la importancia de la imagen. Yo quería cuestionar la imagen como paradigma narrativo, quería enfrentar la narración desde otro espacio. En general, el mundo de las imágenes se nos presenta hacia adelante, mientras que desde el espectro aural uno está inmerso en lo que acontece.

Celedón acompaña su libro de un código QR que permite escuchar los audiolibros.

Celedón acompaña su libro de un código QR que permite escuchar los audiolibros.

Me imagino que habrás tenido que hacer un ejercicio para no perderte las metáforas: el libro está lleno de posibles caminos metafóricos.

—Yo entiendo que la profundidad se construye sobre la base de muchas capas, y creo que justamente mis novelas se han disparado desde una escena conjetural sobre la que comienzo a trabajar. Desde la superficie de esa escena, pero también desde los elementos dramáticos que están implícitos, y también desde la carga simbólica. Inevitablemente uno termina trabajando entre niveles. Lo importante es mantener el control de esas capas para que no se pierda la capacidad de metaforizar, pero, por otro lado, para que no se pierda la realidad.

En Operación Masacre, Walsh dice que, si no se puede hacer justicia, que por lo menos haya verdad. ¿En qué lugar entra Autor material?

—Yo tiendo a desideologizar el acto creativo. Creo que, como artista, uno milita un espacio de extrañamiento donde los dogmatismos y las certezas son cosas que se ponen en tela de juicio. A mí me interesan las posibilidades que abre la ficción para desnaturalizar las bajadas de línea o las miradas obvias. Ciertamente no tengo conclusiones, más bien para eso presento mis novelas. Tiendo a problematizar y a trabajar dentro de eso. Creo que la verdad de la literatura es muy distinta a la verdad de la política, a la verdad judicial, pero no deja de ser menos cierta por eso.

Fuente: Infobae

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