Las huellas de León Ferrari en Neuquén

la-civilizacion-occidental-y-cristianaPolémico, cuestionador, comprometido… un artista con mayúsculas, en el recuerdo. En diciembre del 2005 se realizó su histórica muestra en el MNBA. Nos lega una herencia de gestos e ideas, de obras increíbles y compromisos inclaudicables, huellas de un artista irrepetible que aún camina por Neuquén

Oscar Smoljan Director del MNBA de Neuquén

Las huellas de León Ferrari en su paso por Neuquén atraviesan múltiples caminos y territorios. Pocos días le bastaron a este hombre en su estancia en nuestra ciudad para dejar una impronta tan profunda como vital, tanto en el alma de quienes le conocieron, como en la cultura de nuestra capital.

En ese breve tiempo en que estuvo entre nosotros, su figura se multiplicó en innumerables encuentros, charlas y actividades diversas, dando muestras de su extrema vitalidad y juventud, envidiables en un hombre que, por ese entonces, rondaba los ochenta y cinco años.

La muestra que organizamos en el MNBA Neuquén entre diciembre del 2005 y febrero del 2006, más que una muestra fue un homenaje a su trayectoria y compromiso social, constituye un hito en la historia de este museo, pero a la vez fue un acto de reparación histórica para con un artista que había conocido por décadas la censura, el exilio y la postergación, ya fuera por sus ideas políticas y sociales, como por su arte contestatario y provocador, cuestionador del orden establecido y de los poderosos de turno.

Aquella muestra constituyó la primera vez que un museo nacional, una institución cultural pública argentina, le abría sus puertas a ese artista al que muchos museos literalmente le habían prohibido la entrada por cuestiones políticas o religiosas.

No eran tiempos tranquilos para presentar a Ferrari en Neuquén ni en ningún otra parte del país. Poco antes, una muestra suya en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires, con obras de tono fuertemente anticlerical, había derivado en un descomunal tumulto propiciado por activistas católicos ultramontanos, que terminó con destrozos, heridos y detenidos.

En esos días fue conocida la dura polémica que Ferrari mantuvo con el entonces arzobispo de Buenos Aires y hoy Papa Francisco, monseñor Jorge Bergoglio. A la luz de la historia reciente, y del tiempo transcurrido, es claro ver hoy que los contendientes de entonces, hombres de profundas convicciones, fueron en realidad personas convencidas del cambio que debía realizarse en cada una de sus respectivas disciplinas y así lo llevaron a la práctica.

Por todo ello, la muestra de Neuquén era una prueba de fuego para la sociedad neuquina, la que finalmente respondió con la madurez que en otros lugares había figurado por su ausencia. Incluso la jerarquía católica local, en la persona de Monseñor Marcelo Melani, mantuvo una posición de respeto hacia esta muestra y hacia este artista indiscutido.

La exhibición en el MNBA Neuquén fue multitudinaria y absolutamente pacífica , e incluso varios grupos sociales coincidieron en manifestarse, por otras cuestiones, en las inmediaciones del museo sin que se produjeran incidentes.

El compromiso de Ferrari de toda su vida con la justicia social y la libertad se vio expresado también en las numerosas reuniones que mantuvo con actores sociales locales, entre los que se destaca su encuentro con representantes de la recuperada fábrica de cerámicas Zanon, a quienes les donó una de sus valiosas obras.

Pero la mayor expresión de entrega de este artista fue sin dudas la donación de veintinueve de sus obras a Neuquén, lo cual constituye uno de los gestos de mayor generosidad expresados por un artista hacia este museo, superado en número únicamente por Juan Melé y su donación de más de 60 obras.

Las obras que León Ferrari donó son obras fundamentales en la historia del arte conceptual, no sólo de Argentina sino del mundo entero, y muchos museos internacionales darían lo que no tienen por contar con una sola de ellas en sus respectivos acervos.

De todas ellas, «Berimbau» es quizá la de mayor simbolismo ya que, erigida a la entrada del hall conforma un tríptico memorable del arte moderno junto a los murales de Luis Tomasello y Raúl Lozza. Una trilogía que rinde homenaje al arte conceptual, al arte cinético y a las vanguardias geométricas de los años 40, y que es, además, una declaración de principios del MNBA Neuquén a favor del arte contemporáneo y a sus históricos bastiones.

«Berimbau» –llamada así por el típico instrumento de percusión del nordeste de Brasil– es a la vez obra de arte e instrumento musical. Sus varillas de hierro de cuatro metros de altura no sólo pueden simbolizar los barrotes de una cárcel, o una jaula para pájaros y, por ende, el impulso de libertad que guía a todo ser vivo. También suenan si se las hace chocar entre sí, produciendo sonidos únicos. Una música que deviene de la plástica y que también quedó plasmada en un concierto que ofreciera el propio Ferrari con sus obras junto a un grupo de músicos regionales.

Pero esa instalación también cumpliría otras funciones, insospechadas para una obra de arte. En ocasión del terremoto de Chile de febrero del 2010, esas mismas varillas de hierro registraron como si fueran un sismógrafo el movimiento telúrico trasandino.

Hoy León Ferrari ya no está. El único argentino ganador del León de Oro de la Bienal de Venecia, el inconoclasta conceptual que confrontó a los poderosos y el establishment, el padre del Cristo crucificado en un avión de combate, el introductor de la caligrafía como recurso expresivo de la pintura, se ha ido.

Nos lega una herencia de gestos e ideas, de obras increíbles y compromisos inclaudicables, huellas de un artista irrepetible que aún camina por Neuquén.

 

FUENTE: diario Río Negro

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