Julián Mega, asesor en la Comisión de Accesibilidad de la Universidad del Comahue. Sebastian Fariña Petersen
Hay 25 alumnos no videntes en la UNCo que aprovechan la tecnología para estudiar una carrera universitaria.
Por Sofía Sandoval – sandovals@lmneuquen.com.ar – Diario La Mañana Neuquén
Un libro impreso es, para muchos, la puerta a un mundo alternativo lleno de posibilidades. Pero para los ciegos no es más que una hoja en blanco. Al menos así lo explica Julián Mega, asesor en la Comisión de Accesibilidad de la Universidad del Comahue (UNCo), quien tiene el trabajo de hacer que los libros hablen para los estudiantes que no ven.
Aunque no hay cifras acabadas, Mega estima que en la actualidad hay unos 25 estudiantes ciegos cursando en esa casa de estudios. Puede parecer poco frente a la matrícula completa de la universidad, pero es un número alto al pensar que, hasta hace pocos años, los ciegos pensaban en la educación superior como un sueño imposible.
“Es difícil porque la mayoría piensa que no se puede, por eso nos interesa que todos sepan que la universidad es accesible para que todos tengan las mismas posibilidades a la hora de estudiar”, sostuvo el asesor mientras posaba la yema del dedo sobre los puntos en relieve de un texto en braille, con sus ojos claros fijos en algún punto perdido en el vacío.
Si bien es necesario que cada universidad se adapte en su aspecto edilicio y comunicacional para permitir el acceso de estudiantes con discapacidad, para los alumnos ciegos o de baja visión el mayor desafío es acceder al material de lectura. En un mundo en donde los alumnos viven con los ojos posados sobre la tinta, ¿cómo hacer para que lean aquellos que no pueden ver?
Mega aseguró que hay cuatro opciones disponibles, que se pueden lograr con apenas un puñado de recursos. Además de la lectura braille, los alumnos pueden recurrir a los textos digitalizados a través de un lector de pantalla, a los macrotipos (textos en tamaño grande para aquellos con baja visión) y a los archivos en mp3 mediante una voz sintetizada o grabaciones de voz humana.
Si bien desde hace tres años la universidad cuenta con una impresora braille en la Biblioteca Central, Mega asegura que le dan poco uso a partir del avance de las nuevas tecnologías y la adaptación de los jóvenes al formato digital. “Los textos en braille son muy voluminosos, una hoja A4 ocupa cuatro hojas en braille y hay que guardarlos de forma vertical porque, si se aplastan, se pierde el relieve”, detalló el asesor.
Por eso, el braille queda reservado en general para aquellos que nacieron ciegos y tienen un intenso entrenamiento en la lectura de ese sistema. Los demás prefieren recurrir a los lectores de pantalla.
“Los ciegos tenemos el contacto directo con la palabra escrita a través del tacto, si no en realidad te está leyendo otro”, comentó Mega y ejemplificó con el uso de los relojes inteligentes que pronuncian la hora en voz alta. Él prefiere tocar las agujas de su viejo reloj táctil, una forma más reservada para saber qué hora es.
El asesor explicó que lo importante es generar autonomía para que los estudiantes ciegos sean independientes a la hora de estudiar y puedan hacerlo en igualdad de condiciones que los demás.
Tienen los mismos niveles de deserción
Julián Mega, asesor de la Comisión de Accesibilidad de la UNCo, explicó que en el universo de estudiantes ciegos se dan los mismos niveles de deserción que se registran en el resto del alumnado. “Parece mucho porque es un número muy pequeño, pero responde al proceso normal de enfrentarse a una carrera”, comentó.
Según aclaró, la mayoría de los estudiantes deja sus estudios por problemas familiares o desmotivación con la carrera, pero no por la falta de accesibilidad. Por eso, aseguró que es muy importante realizar un trabajo previo para que los alumnos lleguen más preparados.
“Tratamos también que la orientación no sea por conveniencia, sino que elijan la carrera que realmente les gustaría estudiar”, dijo Mega, aunque aclaró que desde la Comisión no trabajan luego en la posible inserción laboral de los alumnos ciegos.
Explicó también que las carreras más accesibles son aquellas que tienen mucho material de lectura, mientras que hay otras más complicadas porque son más visuales, como biología, medicina o arquitectura.