En el futuro, el dominio militar dependerá en parte de cuán rápido sea posible volar y llegar al espacio. Ese es uno de los principios detrás de un proyecto avanzado del Pentágono para construir una nave espacial capaz de lanzar cargas más pequeños en la órbita terrestre baja, con poco tiempo de notificación y a más bajo costo.
El Avión Espacial Experimental 1 (XS-1) de Boeing, llamado Phantom Express, recibió la luz verde de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (Darpa). El XS-1 está diseñado para llevar rápidamente a órbita satélites con de hasta 3.000 libras (algo más de 1.350 kilos) y por un precio de USD 5 millones o menos. Al despegar la nave despliega un módulo pequeño en su parte superior y luego aterriza como un avión tradicional: la clave para poder reutilizar y reducir los gastos operativos. Darpa también tiene un programa separado, que usa aviones convencionales, dirigido a lanzar satélites de 100 libras (45 kilos) por menos de USD 1 millón.
«El XS-1 no sería un avión tradicional ni un vehículo de lanzamiento convencional, sino una combinación de ambos con el fin de reducir los costos de lanzamiento y reemplazar la actual espera larga y frustrante para la demanda de lanzamientos», dijo Jess Spoonable, un gerente del programa Darpa.
El Phantom Express estará equipado con un motor AR-22 de Aerojet Rocketdyne Holdings Inc., una versión más reciente del trío de motores principales que utilizó la NASA en su transbordador espacial. Boeing tendrá hasta 2019 para diseñar y construir la nave, con 10 descargas de motor en 10 días, y 12 a 15 vuelos de prueba en el 2020.
Más allá del deseo militar de un avión espacial, este tipo de máquina sería muy atractivo para las compañías comerciales, muchas de las cuales planifican lanzar constelaciones de pequeños satélites. Estas compañías no necesitan la capacidad de peso o los grandes gastos asociados con los lanzamientos de carga de United Launch Alliance, la empresa conjunta de Boeing-Lockheed Martin Corp., Arianespace o SpaceX de Elon Musk.
También se prevé que el SX-1 funja como un medio para avanzar en la ingeniería de aviones avanzados capaces de vuelos hipersónicos, generalmente entre cinco y diez veces por encima de Mach 1, la velocidad del sonido al nivel del mar (aproximadamente, 767 millas, o 1.234 kilómetros, por hora). Históricamente estos diseños se han visto desafiados por la fricción intensa y el calor que se genera en las velocidades Mach más altas.
Más allá de un viaje rápido al espacio, la nave con velocidad hipersónica le ofrece al Pentágono una nueva capacidad: un avión que pueda despegar desde cualquier lugar del mundo en menos de tres horas. «Cuando la mayor parte de la gente piensa en un avión hipersónico, muchos creen que este debe ser grande, caro y exótico», dijo Lockheed Martin. «Es tiempo de cambiar esa percepción».
Boeing exploró anteriormente los vuelos hipersónicos con su X-51 WaveRider, una plataforma pequeña de scramjet (estatorreactor de combustión supersónica), lanzado desde un bombardero B-52 y que voló su última misión de prueba sobre el Pacífico en el 2013. El X-51 superó Mach 5, o alrededor de unas 4.000 millas (unos 6.440 kilómetros) por hora. En los años ’60s, la NASA experimentó con el X-15 tripulado, un programa de vuelo hipersónico de alta altitud. En 1967, el X-15 alcanzó el récord de velocidad de Mach 6.7 (4.520 millas por hora) a más de 102.000 pies de altura.