Matías Sosa Wulf entrevistado por el diario Los Andes de Mendoza

image546e722b999a40.00572955Más allá del error. A partir de la conceptualización de Arlindo Machado, teórico e investigador brasileño, Matías Sosa Wulf, artista plástico marplatense radicado en la ciudad de Neuquén, desarrolló “Error fax”, una serie de trece pinturas en gran formato basadas en la “estética del error”.

Por Camila Reveco

El error tiene connotaciones estéticas a lo largo de la historia del arte y, sobre todo, a partir del siglo XX. Su uso es muy amplio y aglutina los más variados trabajos no sólo en el terreno de las artes visuales, sino también de la música.

El artista Matías Sosa Wulf incursionó en el amplio abanico de posibilidades expresivas del error a través de una serie de trece pinturas al óleo en gran formato y monocromáticas aglomeradas bajo el nombre “Error fax”. Nombre de la muestra que ha recorrido distintos salones y galerías de Río Negro y Neuquén y próxima a presentarse en Buenos Aires.

A partir de los “errores” de un fax intervenido por el propio pintor, Sosa Wulf, juega con esta idea. Es que en el error, en la imperfección de ese “ruido”, en la distorsión, puede estar la creación.

Su trabajo también nos hace pensar que los dispositivos  pueden no ser tan precisos o eficientes como en su momento se creyó. Se los puede manipular e incluso existe la posibilidad, como en la serie “Error fax”, de que dialoguen con lo pictórico.

Porque la cuota experimental del proyecto de este joven artista se fusiona con el trabajo en caballete, el uso del óleo y los pinceles para culminar en una muy bien lograda trasposición pictórica que nos remite  a “imágenes previas a la era digital”, según argumenta el marplatense radicado en la ciudad de Neuquén desde hace más de cinco años.

En entrevista exclusiva con Cultura, Sosa Wulf explica la base conceptual de su obra, ligada a la anamorfis y enmarcada dentro de la teoría de Arlindo Machado -especialista en imagen tecnológica y nuevos medios- sobre la “intervención del dispositivo”. Reflexiona sobre del trabajo auto gestionado por parte de los artistas, la inserción en el mercado de las obras y la paradoja  del “éxito” o la consagración:

“Hay artistas geniales que no venden nada y mucho mediocre que vende y vende muy bien”, explica con idea, intuición y sentimiento. ¿Su fórmula? “La única fórmula es no tener miedo al fracaso”. Ni al error, claro.

 

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