Tenía 91 años cuando falleció. Lo anunciaron durante el mediodía del lunes desde su página oficial de Facebook. Fue una figura emblemática del pensamiento latinoamericano y un crítico sagaz frente a todos los gobiernos de turno.
Para definir a Osvaldo Bayer es necesario usar más de una palabra. Periodista, escritor, historiador y uno de los más respetados intelectuales argentinos. También: «anarquista y pacifista a ultranza», como él mismo siempre se explicaba. Fue todo eso, y mucho más.
Hoy, tras 91 años de vida, murió. Así lo anunciaron durante el mediodía del lunes desde su página oficial de Facebook. «Lamentablemente tengo que dar una triste noticia, falleció Osvaldo Bayer», dice el posteo e inmediatamente se llenó de comentarios. Su hija, la cineasta Ana Bayer, quien administra la mencionada página, publicó un mensaje en italiano, alemán y español: «Una noticia muy triste, falleció mi papá».
La vida de Bayer comenzó en Santa Fe. Nació el 18 de febrero de 1927. Cuando le tocó hacer el servicio militar, fiel a sus principios, se negó. Por eso fue destinado a barrer y encerar pisos de los despachos de los oficiales durante dieciocho meses. Para el año 1952, y durante los cuatro siguientes, estaba en Alemania. Estudió Historia en la Universidad de Hamburgo y desde entonces su pensamiento estuvo enmarcado dentro de la historiografía, esa fue su lupa para medir y diseccionar el mundo. Cuando volvió al país se dedicó (también) al periodismo y escribir guiones cinematográficos. Trabajó en Noticias Gráficas, El Esquel de la Patagonia, y en Clarín. En el 58 fundó La Chispa, «el primer periódico independiente de la Patagonia», aseveró en aquel entonces.
Perseguido por diferentes gobiernos, encontró en el sindicalismo el lugar para poder ejercer su voz crítica y su activismo. Por su libro Los vengadores de la Patagonia trágica, un emblema de su obra pero también de la investigación histórica y periodística argentina, la Triple A —dirigida por José López Rega, durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón— lo obligó a exiliarse en Berlín Oeste. Allí se mantuvo desde 1975 hasta la caída de la posterior dictadura militar en 1983.
Entre sus libros más importantes también se encuentran Los anarquistas expropiadores y otros ensayos, Fútbol argentino, Rebeldía y esperanza, la novela Rainer y Minou y Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia. Además, fue autor y uno de los guionistas de La Patagonia rebelde, film basado en su Los vengadores de la Patagonia trágica, el cual ganó el Oso de Plata en la Berlinale de 1974 bajo la dirección de Héctor Olivera. Su trabajo ha marcado la historia y la política argentina.
Fue siempre una persona de izquierda, un hombre díscolo con el poder de cualquier signo y una de las personas más respetadas por su encendida defensa de los derechos humanos en cualquier etapa. «Un anarquista y pacifista a ultranza», se definía él. Esa independencia intelectual, esa lucidez crítica y ese compromiso con los más humildes y explotados lo convirtieron en uno de los intelectuales más lúcidos y respetados de la Argentina. Eso fue, y mucho más.
Fuente: Infobae