Poca cosa dirán ustedes… ¿qué interesante puede tener un árbol como para merecer estas líneas, ser una leyenda pehuenche o una oda escrita por Pablo Neruda?
Pero, entre todos los arboles existentes (y hay muchos) yo admiro al pehuén. No sólo por su bella altivez y su longeva existencia, sino por ser testigo de generaciones de sobrevivientes.