«Primeros escultores», de Zdenet Burian.
Primero fueron los dinosaurios y luego los humanos. La teoría de la evolución de Charles Darwin y los primeros descubrimientos paleontológicos activó la imaginación de escritores y pintores del siglo XIX. Por un lado había que ilustrar cuentos o novelas y por otro, representar los descubrimientos de la ciencia. Fue de esta forma como los artistas comenzaron a incursionar en el pasado prehistórico y nació una nueva disciplina: el paleoarte.
En el siglo XX, se abordaron estos temas de un modo independiente en libros y en revista de historietas destinadas al público infantil y juvenil. Sin ningún problema hicieron una mixtura sin ninguna rigurosidad científica. No hubo -por ejemplo- problemas en que convivieran hombres y dinosaurios. No tanto por desconocer que cronológicamente era algo imposible, si no porque era tan fuerte la influencia de los relatos de escritores como Julio Verne (“Viaje al centro de la Tierra”, 1865), que los artistas se volcaron de lleno a esta temática.
La ilustración realista con propósito científico y valor artístico se reconoció sólo a partir de la obra de Charles R. Knight y Zdenek Burian. Entre otros objetos de sus cuadros, destacan principalmente dinosaurios, pero también peces, anfibios, otros reptiles, reptiles mamíferos, aves y mamíferos, incluidos hombres prehistóricos, y hasta insectos, plantas y paisajes.