Si un enemigo la amenaza, la abeja vuela a su alrededor y lo ataca, clavándole su lanceta lo más profundamente posible. Dentro de ella va un líquido que produce la inflamación y el dolor y a menudo también temperatura.
Pero cuando la abeja que recién ha picado a su víctima trata de sacar la lanceta, ésta se encuentra adherida fuertemente; la abeja sigue forcejeando, hasta que finalmente se le desprende la lanceta de su propio cuerpo, arrastrando a veces parte de sus órganos interiores, todo lo cual le provoca la muerte. En general la vida de las abejas no sobrepasa las ocho semanas. Las obreras, por ejemplo, se mantienen en constante actividad, recogiendo el polen de las flores. Un día, sin embargo, se dan cuenta que su carga de polen y néctar es demasiada pesada, y terminan caer con ella al suelo y mueren.