Sobre Lucía Caram, o Sor Lucía, como se la conoce popularmente, se acumulan tantos calificativos que es difícil clasificarla.
Es la monja tuitera con decenas de miles de seguidores en las redes sociales, la religiosa mediática que recorre televisiones en España, la mujer polémica cuyas declaraciones sobre religión y política generan críticas y admiración en función de quién las escuche.
Es argentina y catalana. Nació en Tucumán en 1966 y en 2015 recibió el premio Catalán del Año, otorgado por el diarioEl Periódico de Cataluña.
Desde el convento de Santa Clara de Manresa, en Barcelona, desarrolla su trabajo de oración y de activismo social. La Fundación Invulnerables contra la pobreza infantil es una de sus principales labores.
Pero esta dominica contemplativa es una «hermana» poco común que, en ocasiones, se ha definido a sí misma como una «monja cojonera». Por su papel deliberadamente molesto.
Una monja «inquietante»
«En mi perfil de Twitter lo pongo. Creo que soy una monja inquieta e inquietante. En todo caso soy una mujer de fe, que me creo el Evangelio y que creo que es urgente humanizar la humanidad. Y por eso, a tiempo y a destiempo, intento dedicarme a trabajar para que a todo el mundo le merezca la pena vivir«, le dice a BBC Mundo.
Esto es lo que responde cuando se le pregunta por qué se describe como «inquietante»:
«Mi fuente de inspiración es el Evangelio. Y el Evangelio es inquietante. Jesús entra en el templo y saca el látigo: ‘Habéis convertido la casa de mi padre en una cueva de bandidos’. Cuando uno denuncia temas sociales se vuelve incómodo. Y creo que el gran mandamiento es éste, el único, el de la justicia social y el del servicio».
Los medios son su arma
Y en su caso, el uso de la su imagen y de los medios de comunicación se convirtieron en una herramienta fundamental -a veces de doble filo- para ese trabajo.
«Yo reconozco que mi caso es atípico respecto al prototipo o la etiqueta que se tiene de la monja de clausura. Pero llega un momento en que los más pobres entran en tu vida y la ponen patas para arriba. Y es lo que a mí me pasó», asegura.
«La misma pasión que me anima a rezar, a dejarlo todo, mi país, mi familia, todo para trabajar por la gente, es la que me anima a explicar lo que estoy viviendo. Para que la gente me ayude. Y los medios de comunicación no son más que mis grandes aliados para que resuene la voz de la gente con la que estoy trabajando cada día», añade.
Hace unos días se publicó el video de una entrevista entre Sor Lucía y Nacho Vidal, parte de una campaña de la Fundación Invulnerables.
La polémica con el actor porno
En imagen, frente a la mujer vestida con hábito blanco y toca negra, está quien es quizá el actor porno más conocido de España.
Algunos quisieron ver en esta combinación una provocación.
«Esta entrevista ha salido ahora, pero se grabó hace casi un año. Y el objetivo no era siquiera para Invulnerables. Era sentar a hablar a dos personas que piensan diferente o que tienen un estilo de vida diferente y ver que pueden entenderse», comenta Sor Lucía.
«Fue una entrevista amable que se ha querido sacar de contexto, pero creo que ha sido de mucha liberación para mucha gente. Sí, he hablado con Nacho y no pasa nada (…). Podré hablar con Donald Trump y no me entenderé seguramente, porque su violencia hacia los más pobres me repugna», asegura.
«El problema sería que no estuviera dispuesta a dialogar. No es que aspire a hablar con Donald Trump, pero tenemos que ser capaces de dialogar con personasque están en nuestras antípodas. No podemos excluir de la sociedad a más gente», agrega la religiosa.
No obstante, Sor Lucía también es blanco de críticas. A veces furibundas.
«José y María tuvieron sexo»
Recientemente generó titulares con su afirmación en un programa de televisión de que «María estaba enamorada de José y que eran una pareja normal, y que lo normal que era tener sexo».
Estas declaraciones -por las que algunos interpretaron que la religiosa ponía en duda la virginidad de María- desataron una dura polémica que llevó a algunos a pedir la excomunión de la religiosa y al obispado de Vic, del cual depende su convento, a desautorizarla.
Poco después, Sor Lucía escribió una carta a la agencia de noticias EFE en la que aseguró se había hecho una «lectura fragmentada, ideológica y perversa» de sus declaraciones y pidió disculpas a quienes se hubieran sentido ofendidos.
«Yo reconozco que a veces tengo incontinencia verbal y que no soy prudente. Tendría que ser prudente para que la gente no sufra por lo que yo digo. Pero siempre voy pensando en la buena fe de la gente y no en los malintencionados», asegura en conversación con BBC Mundo.
«No le tengo miedo a la gente. Les tengo miedo a los fundamentalistas y a quienes quieren ver algo malo donde no lo hay», apunta.
América Latina en su sangre
La religiosa argentina -de ascendencia libanesa y quinta de siete hermanos- reconoce que su fe es «combativa». Y sitúa en América Latina el origen de ese carácter.
«Yo llevo a América Latina en mi sangre y la lucha por la justicia socialyo creo que la he mamado en Argentina y en la iglesia latinoamericana. Me tocó vivir en tiempos de la dictadura militar, un momento de mucho enfrentamiento, y ahí nace mi vocación, cuando me pregunto por qué no nos amamos», señala.
«El papa Francisco, que viene de América Latina, es mi gran referente. Para mí es un aire fresco. Una persona que me dijo que siguiera haciendo lío cuando le planteé el trabajo con los más pobres», cuenta.
Para entusiasmo de unos y cólera de otros, Sor Lucía le hizo caso.