En mis tiempos mozos los pintores le temíamos al crítico de arte, ese personaje nefasto que desde un púlpito (por lo general en una columna de un diario importante) determinaba según su capricho cual era el artista elegido y cual el rechazado. Hace algunos años apareció el curador, con las mismas pretensiones de un crítico pero enquistado en el propio engranaje presuntuoso del arte contemporáneo. En este artículo de la crítica mexicana Avelina Lésper se atreven a responder por escrito algunas preguntas (ellos por lo general no dan explicaciones). Es muy ilustrativo y el aporte de Avelina siempre sorprendente por su lucidez.
Los curadores y…La atrofia del arte
Los curadores más influyentes de México responden un cuestionario sobre su papel en el proceso creativo y evaluación del arte contemporáneo, el resultado permite arriesgar un diagnóstico —polémico sin duda— sobre esta disciplina en nuestros días.
Introducción
Para hacer un diagnóstico del estado del arte contemporáneo que, como dijera Erza Pound, está siendo deliberadamente torturado por sus doctores, consulté a los curadores más influyentes de nuestro ámbito artístico, unos son independientes y otros son institucionales, a todos les hice las mismas preguntas para crear un panel en el que se mostraran las tendencias que rigen al arte contemporáneo. Mi diagnóstico está en las conclusiones.
-¿Cuál es el parámetro de calidad que hace a una obra de arte contemporáneo mejor que otra?
Karla Jasso (Curadora del Laboratorio Arte Alameda)
Esa es una pregunta ambigua. No hay una obra mejor que otra, existen contextos que hacen ver a una obra mejor que otra. No solamente contextos históricos o locales sino contextos de especialización. Desde mi punto de vista y desde mi trabajo en el Laboratorio Arte Alameda, para mí sería aquella obra que no utiliza la tecnología como un dispositivo de visualización, sino que cuestiona el funcionamiento de la tecnología para desmontar o hacer visible una situación que el artista quiere enmarcar.
Víctor Palacios (Curador Museo Carrillo Gil)
No hay ningún parámetro de calidad, no existen parámetros de calidad. En el arte en general no existen, afortunadamente, fórmulas que se les pueda aplicar a uno o a otro trabajo artístico.
Cuauhtémoc Medina (Curador independiente)
Es extraño que uno piense que puede haber una clase de criterio objetivo y compartido en un territorio donde lo que tiene que haber es debates y pasiones. Es algo que no puede proyectarse como un parámetro, un criterio o una definición de valores. Lo que estoy tratando de decir es que la pregunta me resulta casi imposible de abordar, porque lo plantea como si hubiera una serie de reglas sobre lo que no debiera tener reglas.
Tobías Ostrander (Curador Museo Tamayo)
Esto depende en muchos casos del contexto y la importancia de la obra en términos del diálogo con la historia del arte y su resonancia en la vida contemporánea. Para mí, como curador, dependen del contexto que estás construyendo para una obra, sobre qué quieres decir de estos objetos o de estos temas en una exhibición; no es algo fijo, es algo subjetivo, no hay reglas.
Lourdes Morales, Javier Toscano y Daniela Wolf (Colectivo 060)
El área donde las obras de arte se desempeñan no es como el de las ciencias exactas, los parámetros no son establecidos de la misma manera. Sin embargo, la solidez de una obra de arte contemporáneo se puede encontrar a partir de la consistencia entre su planteamiento teórico-estructural y la resolución formal que adopte, ya sea a través de un objeto (por ejemplo, la instalación o la escultura), una práctica (por ejemplo, el performance), o un proceso (por ejemplo, una deriva situacionista).
-¿Cuáles son los elementos que hacen de las obras, arte?
Karla Jasso: Depende de los contextos en los que se presenten. Es arte por el grado de subversión que muestran. ¿Cómo denuncia el artista una situación?, ¿es a partir de un objeto o un vacío, o a partir de la inexistencia de algo? ¿A dónde está apuntando el que ahora tengamos aquí un vaso de plástico montado con cualidad de objeto artístico? No es lo que ves, sino todo lo que está detrás, lo que no ves es lo que lo hace ser arte.
Víctor Palacios: Los elementos son la propia historia del arte, la institución y el medio, los protagonistas que están alrededor de este ámbito que se denomina arte contemporáneo desde los años 60, y son los propios artistas los que deciden si es arte o no. Hay arte mal logrado y arte exitoso; arte que funciona bien en su tiempo, con sus contemporáneos, con su contexto, y arte que no funciona. Si la pregunta es si es o no arte: sí, es arte.
Cuauhtémoc Medina: No hay duda que hay obras de arte en el ámbito de la cultura contemporánea. Las definiciones de lo que es obra de arte no están aseguradas. Es inapropiado pensar que lo que hace a algo artístico sea algún rasgo, algún elemento o alguna clase de actividad. El arte contemporáneo no exige ningún tipo de requisito para crear, ni de habilidad, ni de conocimiento, ni de capacidad, y sin embargo existe un campo complejo de producciones y acciones que entran en debate y que, además, están circundados por el mercado. Es totalmente improductivo creer que alguien puede definir qué es artístico o qué no es artístico. Esto se venció. En relación al arte contemporáneo, es mucho mejor acercarse sin esa pregunta, la pregunta acerca de qué es arte no es importante, es una pregunta que encierra escepticismo y desconfianza.
Tobías Ostrander: Muchas veces [el arte] se define a partir de cómo es el contexto y muchas veces de cómo es un objeto. Es la decisión de poner esta imagen y este objeto dentro de la tradición del arte. No es el objeto en sí, sino el tipo de diálogo que pone el artista. No es un economista usando este elemento, es un artista usando este elemento y estas imágenes, y solamente dentro de un contexto del arte podemos discutir su trascendencia.
Colectivo 060: No hay tales elementos. La propuesta de los artistas y su participación en el circuito artístico podrían ser no dos elementos, sino dos situaciones que provocan que pensemos ciertos objetos o acciones en el marco de lo artístico. La enumeración de elementos no es precisamente la mejor estrategia para entender el arte contemporáneo. Al contrario, este tipo de expresión demanda tiempo para leer y reflexionar, para establecer diálogos entre las personas.
¿Cuál es el papel o el trabajo del curador en el proceso de creación de una obra?
Karla Jasso: El curador es quien ve la necesidad de hablar sobre algo en un contexto específico, una singularidad, y a partir de ahí convoca a artistas; convoca a obras y se apasiona de tal manera que los otros quieren, a manera de cohesión, trabajar en ese concepto.
Víctor Palacios: Yo sí creo que la curaduría debe apostar por entablar un diálogo creativo con el artista. Hay casos en donde el artista y el curador trabajan de una manera muy cercana, son una especie de colaboradores; curadores que sí proponen una lectura específica de la obra. Hay muchos que se niegan a fungir este papel y prefieren esperar a que el artista genere su obra y después dialogar sobre el significado, el sentido y cómo puede ser expuesta y difundida.
Cuauhtémoc Medina: No hay definición de curador, el curador es un agente que puede adoptar muchísimas funciones. Cada exhibición, evento, obra en donde se llama a intervenir a un curador acaba demandándolo de manera distinta. Hay curadores que quieren participar en los proyectos de producción de obra, pero precisamente la particularidad de su participación tiene que ajustarse estrictamente a las necesidades de esta producción, a las demandas del artista, de ese instante.
Tobías Ostrander: El curador es la persona que está ayudando a interpretar las obras. No es tan fácil entender una obra, y mucho de lo que entendemos depende de la construcción discursiva alrededor de ese objeto. Los curadores son las personas que construyen un contexto discursivo y eso es un papel importante.
Colectivo 060: El curador ha intentado crear puentes entre las obras y su público a través de la búsqueda de temáticas relevantes en contextos característicos, la interconexión y el desempeño entre diversas obras, la difusión del arte, la creación de mecanismos textuales y visuales que faciliten el acercamiento a las obras de arte a públicos específicos, etc.
¿Por qué el criterio del curador se ha convertido en algo tan importante?
Karla Jasso: Yo no diría que el curador es un intérprete, para nada, no es el dios ni viene a decir verdades. El curador es un detonante de sentidos, está tratando de encontrar sentidos; es alguien que busca espacios de subversión en el mundo actual caracterizado por crisis. El curador es ese agente al que le interesa juntar tendencias de arte que quieran mostrar lo que se oculta.
Víctor Palacios: En algunos casos sí es el intérprete del artista. Existe la metáfora de decir que es el traductor del trabajo; es el que lo descifra y encuentra la manera, junto con el artista, de presentarlo. El trabajo curatorial está muy ligado al espacio expositivo: cómo colocar un objeto en cierto lugar y cómo hacerlo dialogar para generar un discurso. La profesión del curador tiene muchas facetas, por un lado generar una investigación que le dé sustento intelectual al proyecto, por otro tienes que lidiar con los artistas —lo que muchas veces es difícil—, tienes que mediar entre las diferentes instituciones; entre el artista y la institución; tienes que saber a qué publico estás dirigido y qué pretendes lograr en cuestiones pedagógicas y educativas. El curador es también un gestor cultural.
Cuauhtémoc Medina: La presencia del curador perturba a quien quisiera que el sistema artístico fuera aquél que trazaba la utopía liberal, la idea de que el artista pudiera ser la expresión del individuo perfecto que no somos y que por lo tanto estuviera libre o con una autonomía absoluta. Perturba que exista un negociador, un colaborador, un juez y un operador que se haga visible y por eso es que se le piensa como alguien importante. Efectivamente, la curaduría involucra un grado de autoría, no es un mediador pasivo, a diferencia de otros protagonismos, éste de entrada parece ilegítimo, porque vulnera la expectativa de que el artista fuera el único protagonista.
Tobías Ostrander: Hay muchas maneras de ver las obras de arte de hoy y los curadores están jugado un papel de interpretación. Son más que un historiador del arte, porque éste solamente trabaja con contexto y un curador organiza una exhibición, entonces es una experiencia especial fenomenológica en términos de interpretar las obras en la forma en que las coloca. Los curadores trabajan produciendo festivales de arte y bienales, ellos están construyendo un contexto no solamente en un espacio de arte, lo hacen en un espacio social más amplio.
Colectivo 060: Como hemos dicho, la figura del curador busca liberar el trabajo artístico de ciertos “mandamientos” que desvían el trabajo artístico a intereses privados, cargados, normalmente, de ideologías inservibles (aunque, honestamente, ya muchos curadores se han vuelto creadores de ideologías en nuestro tiempo). El curador es un personaje que se ha especializado en negociar con instituciones privadas y públicas, a la vez que trata de mantener un espacio de investigación y creación para los artistas.
Estamos en el periodo más elitista del arte, casi nadie lo disfruta o lo entiende. Es arte para los creadores y los curadores. ¿Cuándo vamos a volver al arte para el público?
Karla Jasso: Lo que nos falta es una mayor concentración y trabajo en la formación de públicos. Y eso es una tarea para las instituciones en México, no creo que tengamos que hacer cosas para que el público entienda, más bien en donde yo sí veo un hueco muy grande es en la labor de gestión y formación de públicos, talleres y seminarios especializados en los museos, porque no se trata de transformar lo que se está haciendo desde el mundo del arte, sino hacerlo que converja y que todos entren en una esfera de entendimiento.
Víctor Palacios: Yo creo que el arte siempre ha sido igual de elitista. Nunca ha habido un arte para el público, nunca se va a regresar porque nunca ha habido un arte para el público.
Cuauhtémoc Medina: Esa es una opinión que parte de la ignorancia estética total. ¿Cuándo fue el periodo más elitista del arte? Es un absurdo porque el arte contemporáneo es frecuentemente populista, es de una transparencia bestial; negocia con los modelos, iconos y referencias de la cultura popular de masas y no presupone para el espectador el conocimiento detallado de ninguna tradición ni artística ni disciplinaria de la historia del arte. Esa pregunta es básicamente acerca del desagrado de un cierto sector que hace, que ve y que escribe sobre arte por el hecho de que se desvaneció el respeto por las tradiciones disciplinarias, es mentira que el publico entienda la pintura, lo que pasa es que está tranquilo con su existencia, por el hecho de que no tiene nada qué decirle, ni él tiene nada qué hacer con ella. Si hay públicos que rechazan la obra contemporánea no es porque no la comprendan, la comprenden perfectamente. Hay un discurso que trata de protegerse y que plantea el regreso del arte tradicional. Si la pregunta es: ¿cuándo va a regresar el arte tradicional? La respuesta correcta es: lo vamos a impedir de cualquier manera.
Tobías Ostrander: ¿Cuándo fue público el arte? ¿Cuándo fue un momento completamente público para el arte? Si tú ves la historia, el arte ha sido elitista. Hay un lado del arte que siempre va a ser elitista porque necesita tomar tiempo, atención e investigación para entenderlo. La gente cree que el arte es fácil, que entras, ves y entiendes, pero el arte contemporáneo no es así. Esto no lo preguntan sobre un médico, un científico o un cineasta, no les dicen “no entiendo”. ¿Por qué un cuadro del siglo XVII es más cómodo que una foto del siglo XXI? Porque está dentro de un sistema cultural; está muy lejos, es historia, es un mundo que no está cerca. El arte contemporáneo está muy cerca y es por eso que es difícil, porque es parecido a la vida contemporánea y porque toca temas que son difíciles de discutir. Necesitan entrar en más diálogo con el arte contemporáneo y dar tiempo y oportunidad para entender.
Colectivo 060: Estamos en un periodo muy elitista porque la educación no llega a todos. Cualquier persona que sepa leer y escribir sería perfectamente capaz de entender cualquier obra de este tipo. La televisión y los medios masivos de comunicación son los encargados de proveer de forma inmediata el placer visual y emocional. El arte busca cuestionar, hacer pensar a la gente que le dedica tiempo a la lectura y a formularse preguntas sobre su existencia.
Conclusiones
Las bases del dogma son verdades incuestionables, la duda violenta su existencia. El estudio de la teología son las verdades eternas. El arte contemporáneo, al igual que la teología, es subjetivo e incuestionable. No está sujeto a debate, preguntar por su calidad ofende y disgusta. Esta simple pregunta es un insulto. Es arte porque lo dicen sus curadores. Ya el arte no es de especialistas, los artistas no tienen o no deben dominar ningún tipo de técnica, porque la solidez se la da el dogma del curador. Lo que ahora llaman “arte tradicional” es el que responde a estas preguntas con claros parámetros de calidad, siempre ha sido un debate común el dominio de la técnica de un artista en comparación con otro. Bernini fue comparado con su padre, un escultor mediocre. El papa Pablo V al tutelar la educación de Bernini le dijo a su padre que pronto tendría que aprender de su hijo. La obsesión de Bernini fue superar a Miguel Ángel porque sabía que sus esculturas son perfectas, en proporción, representación, acabado y expresión. Y para eso creó texturas antes inimaginables en la piedra. Ahora nos dicen que no hay fórmulas ni reglas, que es infructuoso pensar en ellas, ya que todo depende del contexto en que se presenten y el contexto es obra del curador. He aquí una situación extraordinaria, unas piezas de carro, ropa rota, cajas vacías fuera del contexto, son lo que son; en el museo, con el discurso del curador, son arte. Si sacamos al Caravaggio del museo sobra decir que sigue siendo arte. El grado de autoría del espacio y del discurso es lo fundamental en la obra, y no es por que requiramos de sus discursos para entender, la falta de compresión no se refiere al significado, que es artificial por que es evidentemente fabricado, es porque no entendemos qué vuelve a eso valioso, qué hace de estas expresiones de mínimo esfuerzo intelectual algo que deba estar en un museo. El arte contemporáneo no habla de la sociedad más que el “arte tradicional”, las obras del barroco son brutales, los personajes del Caravaggio están sucios, enfermos, miserables y conmueven por su realismo. Esas obras se hicieron para el público, para estremecerlo, para convencerlo y se arrodillaron ante ellas, hoy nos piden que nos arrodillemos ante las pelotas de Orozco. El trabajo artístico contemporáneo no cuestiona, ha hecho de la banalidad su verdadero lenguaje. Yo busqué respuestas, encontré vaguedades, es una mentira pretender que una vaguedad es precisa en su definición, y eso nos demuestra que el estado del arte contemporáneo carece de solidez. El arte y la ciencia tienen la capacidad de responder preguntas y hablan por sus resultados. La posición de que no existen reglas para cualificar al arte contemporáneo es muy cómoda, porque esto hace válida cualquier cosa, la repetición de vicios se vuelve escuela, las fallas se convierten en logros y la falta de maestría en creatividad. La dictadura del talento se acabó, ahora estamos viviendo la de la mediocridad y la ocurrencia. La complicidad de los artistas y los curadores es uno de los daños más profundos que está sufriendo el arte. Es un daño que tiene responsables y que sólo el talento es capaz de superar. Aunque los curadores digan que lo van a impedir, con su beligerancia demuestran su debilidad, su agotamiento, viven un callejón sin salida. Estamos aburridos de sus mismas imágenes, instalaciones y acciones, estamos cansados de su cursilería e inmediatez. ¿Es este el fin del arte? No, es el renacimiento. El fin de los cursis ha llegado.
Avelina Lésper